Prólogo

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  Me llamo Sarah Martin, tengo 17 años, vivo en un pueblo en Estados Unidos y no es la típica historia de la nerd y el popular o al revés. Esta historia es más rara, tan rara que ni yo la comprendo todavía. 

 Mi madre se llama Nora, tengo una hermana menor llamada Grace y mi padre... bueno a el no lo conozco, se fue de casa cuando yo tenia 2 años y no tengo ni el más mínimo recuerdo de él. 

 Cuando cumplí mis 13 años conocí a un niño llamado Nate, éste se veía de mi edad. Ese niño me contó una historia demasiado rara para mi, me dijo que estaba muerto y que murió en un accidente en su piscina, ¿Mi reacción? Obviamente no le creí, le dije que era un idiota y que no me iba a asustar por esa estúpida historia, porque era verdad yo no podía estar viendo a un niño muerto ¿No? Ese día lo golpeé tan fuerte que me quedó doliendo la mano, si, lo golpeé, lo sentí con mi propio tacto y fue esa por una de las razones que no le creí. Los fantasmas eran blancos, volaban, tenían túnicas blancas y no se podían tocar, ya sabes, como Cásper.

 Nunca le creí a ese niño idiota, hasta que después de unos meses murió mi tía Julia, ella tenia Leucemia, esa estúpida enfermedad se llevo a mi tía favorita. Ese mismo día a la noche, cuando estaba llorando como un bebé en mi cuarto, la vi en mi cama sonriéndome, le pregunté porque la veía, si hace unas horas atrás había muerto pero no me supo explicarme ni tampoco porque veo gente muerta. Después de un tiempo me acostumbré a ver gente muerta, pero hay algo malo en este ''don'', no se distinguir una persona viva o una muerta. De hecho si mueres, puedes saludarme hablarme y yo te saludaré y hablaré, pero la gente de al rededor me verá como una completa loca.

 A mi tía Julia la dejé de ver después de un mes de esa vez en mi cuarto, todos los días llegaba a casa y le contaba todo lo que me sucedía en la escuela, después de dejar de verla volví a estar sola, sin nadie con quien charlar. Y se preguntaran ''¿Y que hay de tus amigos?'' Bueno, en ese momento no tenía ningún amigo, era una niña solitaria, sin amigos a los que compartir mi ''maravilloso'' secreto, de hecho nunca me quejé de no tener amigos, me gusta estar sola.

 Nunca le conté a mi madre, porque siento que me tomará como a una loca y me llevará a un psicólogo. Mucho menos le conté cuando murió mi tía Julia, porque seguro que lo unico que iba a pensar será; ''Pobrecita, extraña demasiado a su tía favorita e imagina que la ve.'' 

 Nunca más después de sus apariciones en mi vida volví a ver al niño y a mi tía o ninguna otra persona muerta. Hasta ahora, el estúpido día en los que cumplo 17 años. 

Please, Emma, Don't Leave Me. [Escribiendo]Where stories live. Discover now