Capítulo 8.

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Al día siguiente, la Legión de Exploración partía hacia una nueva expedición fuera de las murallas. Todas las personas se reunieron para despedirla y desearles suerte a todos sus miembros. La población se encontraba más esperanzada que en años anteriores. Llevaban tiempo sin ser atacados y muchos jóvenes se habían unido a la milicia, lo que les daba seguridad y paz. Allí estaba Eren junto con sus dos inseparables amigos, observando a los integrantes a los que conocería a causa de elegir el Cuerpo de Reconocimiento. Destacó el Capitán Levi, nombrado como el soldado más fuerte de la humanidad por la mayoría de la gente, por no decir toda. Akari contemplaba las reacciones de Eren desde lejos pues se encontraba con otras personas aunque, no podía despegar su mirada de él.

—¿Tú qué piensas, Akari?— le preguntó Reiner.

—A mí me da igual.— contestó girándose hacia él, sin darle importancia a lo que habían estado comentando. Annie, quien también estaba ahí, le lanzó una mirada molesta la cual Akari rechazó dándose la vuelta para seguir con lo anterior, realizando que Eren ya no estaba.

Horas después, los soldados fueron enviados a realizar tareas de mantenimiento por toda la ciudad con la excusa de que debían esperar hasta mañana para trasladarse a sus respectivos trabajos. Estas tareas constaban en limpiar cañones o las murallas, poner orden si era requerido por las calles y demás. A Akari le había sido encomendado el trabajo de tomar cuidado de las piezas de combate que se situaban arriba de los muros. No estaba sola pues Reiner, Bertholdt, Annie, Christa, Ymir y demás también estaban a cargo del sector oeste de la muralla.

—Creo que tendremos que ir a buscar más.— comentaba Reiner junto con Bertholdt, quien asentía a todo. Akari escuchaba mientras sacaba el polvo de un cañón con un trapo a cuclillas, para estar más cómoda y accesible a la parte baja trasera del arma de artillería. En seguida, Reiner se puso de pie y elevó la voz para que todos los presentes pusieran atención.—Bertholdt y yo iremos a pedir más utensilios de limpieza. ¿Necesitáis algo?

—Otro trapo que este ya está muy sucio, por favor.— pidió amablemente Christa con su característica sonrisa angelical. Reiner quedó en shock a causa de la ternura que le había provocado, deseando casarse con ella. Dentro de unos segundos, Bertholdt pudo ponerle los pies de vuelta en la tierra.

—Vendremos lo más rápido posible.— dijo, y ambos se marcharon con ayuda del equipo de maniobras tridimensionales que todos llevaban equipados.

Transcurrieron unos largos diez minutos, en los cuales la suave brisa y las tranquilas conversaciones entre los presentes formaban una cómoda y cálida atmósfera. Por lo menos, para ellos. Akari permanecía pasando el trapo por el mismo lugar una y otra vez a pesar de que lo había dejado reluciente tiempo atrás. Le inquietaba el hecho de que todos estaban relajados ya que sabía que lo peor estaba por venir.

De repente, un fuerte estruendo llamó la atención de todos los presentes, sobresaltándolos e incluso, sacando algunos gritos de sorpresa y susto de sus bocas. Akari se mordió el labio inferior y se puso de pie para dirigir la mirada a la gigante nube de polvo y escombros que crecía hacia el cielo proveniente de la parte central de la muralla, en la cual estaba la puerta. Pronto, el agradable ambiente se tornó a uno oscuro ya que todos se dieron cuenta de lo que estaba sucediendo.

—¿Hay una brecha en la muralla?— preguntó Christa con voz temblorosa y con unos ojos abiertos como platos. Todos prestaron atención tras escucharlo y sí, efectivamente, se trataba de eso. Pronto se dejaron ver titanes entrando, atravesando esa cortina de humo generada por el fuerte estruendo escuchado anteriormente.

—¡Está pasando lo mismo que hace cinco años!— empezó a gritar Daz brotando lágrimas de sus ojos, invadido por el terror. Lo único que pensaba es que este era el fin.—¡Vamos a morir todos!

La vida es corta | Eren x OCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora