Después del peligroso recorrido, Jean fue el primero en entrar al cuartel tras romper una de sus ventanas. Reiner y demás compañeros llegaron seguidamente y, tras unos minutos, Akari también lo logró. No obstante, no todos habían sido capaces de llegar y ya se cargaba el ambiente de murmullos y especulaciones sobre los soldados que no estaban allí como Mikasa, Armin o Connie.
—¡Mierda! ¡No sabéis cuánta gente ha muerto por vuestra culpa!— gritó Jean mientras estaba siendo sujetado por Marco tras golpear a uno de los encargados del abastecimiento, que se encontraba junto a los suyos escondido y sin hacer nada. Rápidamente, la compañera del afectado confesó que era imposible abastecerse de gas a consecuencia de la cantidad de titanes que se encontraban en ese momento en las instalaciones.
A pesar de que la pelea seguía para rato, un fuerte golpe de titán hizo un hueco en la pared, logrando desatar el miedo y la desesperanza con tan solo las miradas de los titanes que se asomaban con la finalidad de comérselos. Todos se alejaron lo máximo posible de aquellos monstruos casi en vano pues veían imposible salir de esa situación con vida. Sin embargo, y casi gracias a las plegarias de los presentes, apareció un titán que se encargó de matarlos y, acto seguido, Mikasa, Armin y Connie llegaron.
—¡Ese titán es un excéntrico que mata a los demás titanes!— exclamó Connie señalándolo con una gran sonrisa. Aquello provocó la sorpresa de todos sus compañeros, especialmente el de Akari y compañía, provocando que dejará sus pensamientos a un lado y se centrara en lo que estaba pasando.
—Ahora mismo, la única posibilidad de supervivencia es dejar que ese titán se desahogue con los demás.— dijo Mikasa seriamente. Y, aunque algunos no estaban seguros de cooperar con el enemigo, se centraron en idear un plan para derrotar a los titanes que estaban dentro del cuartel y lograr abastecerse de gas.
—¿Cómo es posible?— murmuró Bertholdt a sus compañeros acerca del titán mientras todos se estaban preparando para llevar a cabo el plan. Akari se preguntaba lo mismo pero no dijo nada. Necesitaba tiempo para procesar todo y estaba claro que no era el mejor momento para llevarlo a cabo. Annie pensó lo mismo.
—Primero miraremos y después hablaremos.— contestó Annie rápidamente y siguió preparándose. Había sido elegida junto a seis más para derrotar a los titanes con un solo golpe mientras los demás bajarían en un ascensor y cegarían a los gigantes con ayuda de rifles.
El plan se ejecutó con éxito a pesar de algunas dificultades. No obstante, no se perdió ninguna vida y todos pudieron abastecerse con el gas suficiente para dejar el cuartel y avanzar hacia el interior de la muralla Rose. Tras salir al exterior, Akari y compañía divisó a Mikasa y demás compañeros quietos y mirando algo fijamente. Rápidamente se acercaron a ellos y vieron como el gran titán aliado cayó, casi comido por completo a consecuencia de sus luchas victoriosas, sin fuerzas. Todos los presentes permanecieron expectantes tras la caída del titán que encarnaba la ira de la humanidad. Su enorme cuerpo tendido en el suelo desprendió una gran oleada de vapor y, segundos después, dejó ver cómo un humano salía de su nuca, después de zafarse con un poco de dificultad pues pertenecía al mismo titán.
—Eren.— murmuró para sí misma Akari, después de que sus ojos se abrieran como platos tras presenciar aquella increíble escena. Los demás estaban tan sorprendidos como ella.—Pero, ¿cómo...?—. A pesar de no entender nada, no pudo negar la sensación de alivio que sintió al ver que Eren había regresado a la vida. Sin pensarlo y casi sin poder controlar sus acciones, dio un paso adelante para acercarse e ir junto a él. No obstante, se detuvo en seco.
—¡Mikasa!— exclamó Armin. Ella se lanzó enseguida tras él después de reconocerlo. Se había adelantado. Tras llegar hacia donde él estaba, Mikasa escuchó sus latidos y lo abrazó entre lágrimas, mientras todos se encontraban confundidos.
ESTÁS LEYENDO
La vida es corta | Eren x OC
FanfictionEl ataque al muro María permitió a los titanes entrar y destrozar las vidas de los ciudadanos, proporcionando hambruna, pobreza, desalojamientos y muertes. Sin embargo, los aspirantes a soldados proporcionaban esperanza a la humanidad, entrenándose...