[02] La entrevista
Christian
Deslizo un dedo bajo mi mentón, absorto a sus habilidades y experiencia en el campo. Camino a mi empresa, decidí releer los perfiles de cada niñera. Y, nuevamente, el suyo ha quedado más tiempo frente a mis ojos.
Sus demás compañeras estudian psicología, psicopedagogía o tuvieron un trabajo en un enfoque infantil. Mientras que la señorita Alice es la que cuenta con más servicios sobresalientes como niñera. Inclusive ha sido destacada como una de las mejores de su agencia en los últimos dos años.
Además, después de ver lo cómodo que estuvo mi hijo bajo su cargo, no me quedan dudas de que su reconocimiento tiene su mérito. Dylan desde que nació, tuvo dos niñeras, y ninguna consiguió esa confianza que ella pudo en pocas horas. Ni siquiera dejó de mencionarla el resto del fin de semana, de hacerme preguntas sobre si la volvería a ver o si lo recordará por el rompecabezas que le dibujó.
Dejo la carpeta dentro de mi maletín y regreso mi atención a mi asistente Frank, que no ha dejado de hablar sobre lo enloquecidos que quedaron los medios por la fiesta de aniversario. Al parecer a cada hora sacan un nuevo artículo de lo que ya se habló en otros. Definitivamente esto durará una semana, como mínimo.
—Hasta existen teorías de su desaparición en medio del evento —comenta él, fascinado al estar al tanto de la noticia—. ¿Sí se desapareció, señor?
En cuanto la vi adentrarse al pasillo de fotos, me dejé llevar y olvidé que tenía más atención de la que me gustaría. Ordené a dos hombres de seguridad ubicarse en ambas entradas de la galería para impedir el paso de los invitados. Quería privacidad, aun sin saber muy bien el porqué. A pesar de que lo hayan notado, no me arrepiento de haberla seguido. Logró que el peso de las miradas y las insistentes preguntas queden detrás de esas paredes y solo seamos dos desconocidos hablando.
—Estabas muy ocupado en la pista de baile para notarlo.
—Pues gracias a eso conseguí una cita.
Frunzo el ceño.
—¿Tú?
Su sonrisa flaquea.
—No lo siga como si yo fuera un ogro —se lamenta—. Si no salí con nadie en meses es porque el trabajo apenas me deja respirar...
—¿Te estás quejando de algo, Frank?
Al darse cuenta de su error, suelta una risita nerviosa. Lo hace cada vez que lo acorralo por su lengua larga. En vez de tener cierta distancia por ser su jefe, se lanza a contarme sus lamentos personales y laborales con toda la confianza que puede tener una persona.
—Solo recalco que mi atención está puesta en el trabajo y por eso mi vida personal quedó un poco de lado. —Levanta un punto en señal de ánimo—. Todo sea por Click.
Por la mirada que me da a través del espejo retrovisor, sé que se muere de ganas de hablar sobre el tema anterior. Gruño para mis adentro. Rendido, reacomodo mi corbata y pregunto en el tono más bajo posible:
—¿Quién es la afortunada?
Se endereza de golpe en el asiento.
—Trabaja en la empresa. La he visto muchas veces pero nuestro acercamiento era estrictamente profesional. Eso se terminó cuando bailamos juntos —me cuenta, sonriente—. Terminé en su casa a las dos de la mañana y me presentó a su gordo gato.
—¿Por eso el rasguño en la cara? —La diversión se filtra en mi pregunta, lo que lo lleva a sonrojarse hasta el cuello.
—Es un poco sobreprotector. Y como no me conocía...
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La rebeldía de querer amar | Libro 1 (Nueva versión)
RomancePequeño recordatorio de que, por precaución, deben quitar la novela de sus bibliotecas y volver a añadirla para poder leer la nueva versión. * Un contrato Y una propuesta para estar juntos Christian Wood es un magnate cuya vida mantiene lo más priva...