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Cuando ya nada podía hacerme dejar de ver el mundo en blanco y negro apareciste tú. Dejé de ver sombras, oscuridad y dolor... Aquellas que en tantas pesadillas me acorralaban.

Nunca pude soñar con nada ni nadie hasta que llegaste tú. La noche tenía color, las sombras ya no me parecía tan oscuras ni los laberintos tan imposibles. Tal vez tú seas mi destino o quizás no seas nada, pero lo que si sé es que gracias a ti pude ver el lucero en tus ojos, cual agua cristalina... 

Y si...

Contigo aprendí, que la luz del alba existe, ya que tú brillabas como ella.


"Toma la rosa que tengo en mi manos

y póntela en tu cabello de oro

así los ángeles nunca sabrán

que reina poner en el trono"

Mi rinconcitoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora