Seis.

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Los días transcurrieron con lentitud, para mi fortuna.

Mi madre no podía estar más feliz con mi estadía en casa; mi padre regresó de un viaje de negocios hace dos días encontrándose con la sorpresa de que estoy en casa, al igual que mi madre la felicidad de tenerme junto a ellos fue expresada con muestras de afecto y apoyo, ya que ambos habían logrado notar mi falta de fuerza.

Me he mantenido fuera de comunicación con los miembros, siendo el mánager el único con quien he hablado escasas veces desde el teléfono público ya que mi celular llevaba días sin batería y no me molesté en conseguir un cargador.

Lo menos que necesitaba era saber lo que estaba ocurriendo afuera.

¿Extraño a mis compañeros? Sí.

¿Quiero volver? No.

No aún.

Tan sólo una semana había transcurrido desde que viajé a Mokpo, donde la calidez de mi hogar y la tranquilidad de las calles me han dado el confort que he estado buscando desde hace tiempo.

Hogar, dulce hogar. No puede estar mejor dicho.

  — Jae, cariño. — la voz de mi madre asomándose por la puerta de mi habitación me hizo girarme en el escritorio.

  — ¿Si, mamá?

  — Vinieron a avisarme que tienes una llamada en el teléfono de enfrente.

Asentí acomodándome los zapatos para ir a la cabina telefónica que se encontraba cruzando la calle.

Seguramente era el mánager para monitorear mi salud.

Pero no.

No.

Y mil veces no.

No le bastó con arrebatarme la tranquilidad en el trabajo.

En la habitación.

En el dormitorio.

En la sala de practicas.

En el estudio.

Nada de ello le es suficiente.

¿Por qué?

¿Quién le dio derecho de sacarme de la burbuja en la que había entrado? En donde ni él ni su sofocante actitud existen.

En donde mis sentimientos hacia él no existen.

¿Por qué no puedo escapar?

¿Por qué no me deja escapar?

  — Más te vale volver pronto, Choi YoungJae. Hay mucho de que hablar.

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I'm Out ✖️ 2JaeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora