JACK
Cuando llegó mi compañero de oficio, no hizo mas que quejarse. No paraba de decir "al menos podrías haber usado el método Gemini, así no tendría que encargarme de limpiar toda esta mierda". Cada vez que lo decía yo ponía los ojos en blanco. Había sido un impulso. Pensé en el hombre cuyo cadáver yacía frente a mi inerte. Aquel hombre, según Tio Mike, había participado en una especie de prueba para probar mi potencial en aquella extraña manera de ganarse la vida, matar para vivir. Pero la verdad es que no tenía sentido. En Nueva York cada persona era completamente independiente a las vidas ajenas. Por eso mismo me parecía extraño que El príncipe hubiera arriesgado su vida para tan estúpida finalidad. Suspiré. Suspiré porque no entendía nada, porque estaba confuso, porque la muerte no me afectaba, y porque me dolían los nudillos ensangrentados. Lo cierto era que Tío Mike nos había enseñado a todos sus perros como mostrar los dientes y morder ante lo que te afecta. También a pensar de la siguiente manera:
Cada persona tiene su propia vida.
Sabueso me sacó de mis pensamientos repitiendo nuevamente la frase que yo ya podía recitar a la perfección. Había limpiado toda la sangre y apenas se notaba que allí había habido un cadáver.
-¿Alguien te ha visto entrar? -preguntó mientras se colocaba bien su mono de "Kill-insects". Era la ropa que llevaba para no parecer sospechoso.
-No. Creo. -a diferencia de antes, cuando hablé con Tío Mike, esta vez mi voz si sonaba un poco diferente. Sonaba extraña. Como temblorosa y quebradiza.
Sabueso al oírme se giró rápidamente y me miró con aquellos ojos verdes situados bajo unas cejas pobladas y fruncidas.
-¿Ocurre algo? ¿Acaso tengo que llamar a Sam?
-No, ni de coña. -dije rápidamente mientras sacaba un cigarrillo y el mechero.
Sam era una especie de "psicólogo" dentro de la jauría de perros del Tío Mike. Pero no era nada bueno. Era la persona más violenta que había conocido, y según Jhon, otro perro, una vez mató a un hombre tan solo con sus manos aplastándole el cráneo, pero le vió alguien que le acompañaba, el cual se quedó traumatizado, y según algunas sospechosas fuentes, Sam consiguió hacer su peso más liviano mediante las palabras.
Sabueso me lanzó una máscara de gas para que me la pusiera mientras salía del apartamento. Aparcada fuera había una furgoneta azul con el logo de "Kill-insects" y un escarabajo de plástico arriba. Era para no llamar la antención, a pesar de que el vehículo de por si era bastante llamativo, pero nadie sospecharía que una furgoneta de una empresa de fumigación contenía todo tipo de artefactos para deshacerse de pruebas. Al poco tiempo volvió con un barril enorme y llevándolo con muchísimo cuidado. Mientras me ponía la máscara, Sabueso, que tenía ya 18 años y era el que se encargaba de limpiar los destrozos debido a que no era capaz de quitarle la vida a nadie, metía con una mueca de asco tras la máscara el cuerpo de El príncipe en un barril de plástico y luego vertía en él una sustancia transparente. Ácido sulfúrico.
-Bueno, Jake, yo tengo que esperar un rato. -dijo mientras se alejaba del barril y se dejaba caer sobre el sofá más cercano.
-Esta bien. -dije mientras me dirigía al sofá. Pero Sabueso me impedió que me sentara.
-No, no, no. El tío dice que tienes que ir a hablar con él. Vete al bar de Octavi.
-Esta bien...
Estaba agotado y lo último de lo que tenía ganas era de una charla con el Tío Mike sobre trabajo.
Hice ademán de salir por la puerta, pero Sabueso dijo algo que me hizo girarme rotundamente.
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El sonido del silencio
ActionEs una profesión extraña, matar para vivir. Los requisitos para la carrera incluyen crueldad, agresión, y un helado sentido de desapego emocional. Jake, por circunstancias de la vida acaba trabajando como sicario para la familia Whitness, una mafia...