La vida es maravillosa

Oscuridad

Así se empezó a hundir mi alma, mente y cuerpo. El cansancio era algo normal, el querer morir también. Estaba aburrida de vivir, no llegué a encontrar algo por lo cual luchar y si lo llegaba a hacer, pensaba: ¿Para qué luchar? De igual manera siempre he sido lo peor para el mundo y para mí misma, nunca podré salir de esto. Pasaba horas escuchando música suicida mientras me recostaba en la cama a pensar en todo pero a la vez en nada. Así, mi alma se hundió más y más hasta llegar al punto de tomar pastillas con alcohol más de una vez para acabar con mis pesadillas, pero nunca eran suficientes. Lloraba constantemente o mejor dicho, todos los días. Estaba sola y me sentía sola. Recuerdo odiarme más que a nadie, odiaba a todos y eso me hacía darme asco. Empecé a detestar lo que era como persona todo el tiempo y a la misma vez veía en Instagram, Facebook estereotipos ideales de personas. Individuos pretendiendo tener una vida perfecta, feliz y alegre... entonces ¿Estaba mal? Era algo que no comprendía. No tenía contacto con nadie en mi hogar, me limitaba a estar con personas. Me sentía en un hoyo negro del cual no sólo me rehusaba a salir si no que... era difícil y muchas veces pensé que imposible. Pero esta persona no era yo, era la enfermedad penetrándome cada vez más y cada momento lo hacía con más intensidad. Los ataques de ansiedad eran incontrolables. Me cortaba con cuchillos y con todo lo que podía llegar a encontrar. ¿Quería atención? Puede ser, pero eso no siempre es el objetivo. Mi madre me decía ¡Eso! ¡Hazlo más fuerte! Eso me impulsó a llegar a hacer algo que nunca me creí capaz. La bulimia y la anorexia. Sí, también tuve un trastorno alimenticio. Mi vida depresiva se volvió aún peor y mis ganas de morir aumentaban más y más. En las redes sociales se nos informa que "a veces" estas enfermedades son capricho, pero nunca llegas a saberlo hasta que te sucede. Mi vida... mi infierno. En eso se convirtieron mis días. Sintiéndome cada vez más sola.