Dos

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Abrochó el último botón de su camisa, peinó un poco sus propios cabellos con sus dedos y le dio una última mirada al espejo. 

Agradeció que esta vez Yoongi no le hiciera una preciosa marca en su cuello, fue todo un caos intentar ocultar la de la vez anterior. Las de su pecho, vientre, pelvis y muslos eran fácil de simular. 

Miró la hora en su celular y bufó, ya casi serían las siete de la tarde... Le esperaba un buen castigo en casa. 

— Hyung, ya es tarde... mi papá se enojará mucho. 

Recibió una mirada de su novio y solo con eso se sintió cautivado, adoraba esos preciosos ojos parecidos a los de un felino. 

Yoongi le rodeó la cintura con sus brazos y apoyó su mentón en la barriga plana del menor. 

— Siento no poder tener citas contigo, mi amor. —susurró Min. 

Jimin sonrió cautivado, se agachó un poco para dejar un besito en la nariz ajena. 

— Cuando sea mayor podremos salir sin tener que ocultarnos. 

Un suspiró salió de los delgados labios y asintió. 

Patético. Mentiroso. A veces la culpabilidad le jugaba una mala pasada y le gritaba que era un vil mentiroso. ¿Cómo podía estar utilizando a un adolescente? ¿Cómo podía estar jugando precisamente con Park Jimin?

— Yo te llevaré a casa. 

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En cuanto el timbre de la casa de los Park fue tocado, unos firmes pasos se escucharon tras la puerta y sin pensarlo dos veces, abrió Junghyo con el entrecejo fruncido. 

Jimin juraba que si hubiese estado solo, su padre le habría dado una paliza que no olvidaría jamás. Ya que le dio permiso hasta las seis y a él se le ocurre llegar a las ocho, también sería culpa suya; Pero como se trata de Min Yoongi quien llevaba al menor de la familia, Junghyo se lo dejó pasar de inmediato. 

Los mayores se saludaron y rieron, entraron a la casa y tomaron asiento en el amplio sofá, o más bien, Junghyo y Yoongi tomaron asiento, ya que Jimin fue enviado a su habitación. 

Que vergüenza. Fue prácticamente regañado y mandado a su cuarto frente a su novio. 

Los mejores amigos hablaban de cosas triviales en la planta baja, Yoongi agradecía el pésimo olfato del mayor, no sabría qué hacer si el otro sentía el aroma de su hijo impregnado en él. 

— Perdón por traer tan tarde a Jiminie, me lo encontré en el centro comercial y le pedí que me acompañara — mintió, de nuevo. Igual que tres días atrás, una semana, un mes y varias veces durante casi un año. 

— No te preocupes... me alegra que haya estado contigo y no con ese amiguito suyo.

Yoongi suspiró. Sonó el timbre de su celular, hizo una mueca cuando vio el nombre en la pantalla, se levantó del sofá y contestó.

Junghyo vio a su amigo alejarse un poco para hablar tranquilo, suspiró y echó su cabeza hacia atrás, estuvo así un par de segundos hasta que levantó la cabeza y esbozó una sonrisa involuntaria, sus ojos se habían encontrado con una fotografía en la pequeña mesita central. 

Eran él y sus hijos, sus adorados hijos. En aquel entonces Shinhye tenía diez años y Jimin cinco. 

Ahora su princesa se casaría con un excelente hombre y en un futuro, su hijo encontrará a la mujer indicada. Sí. Todo sería como siempre lo soñó. 

El más bajo se acercó y volvió a tomar asiento.  

— Conozco esa mirada, Min Yoongi — dijo el mayor—. Algo te tiene inquieto.

El nombrado suspiró y sintió claramente la voz de la culpa gritándole. 

— Incluso, podría adivinar — continuó Junghyo—, te estás divirtiendo con alguna jovencita. 

Casi. 

— Algo así. 

— ¿A qué te refieres?

— Con... ella   — murmuró —, es tan diferente. 

— No me vengas con cosas cursis. ¿Qué puede ser diferente? 

El mutismo divagó por cada rincón de la sala de estar, meditó muy bien si realmente debía continuar la conversación y posiblemente acabar delatando el romanticismo que traía con el pequeño Park. 

Fingió una perfecta sonrisa y negó con la cabeza. 

— Se está clavando conmigo — pausó un momento— y pronto será el momento de acabar con este juego. 

Junghyo soltó una tremenda risa y golpeó sin tanta fuerza su hombro. Yoongi bajó la cabeza sin borrar su hipócrita sonrisa. 

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— Sabes que no tengo nada en contra de él — dijo Taehyung, incluso a través del celular se podía oír un poco molesto—, pero no me gusta para nada que mantengan su relación en secreto. ¿Qué tanto pretende ocultar? 

— Conoces a mi papá... Si se entera que soy gay me va a matar.  

— ¿Ah, sí? ¿Entonces lo que tienes con Yoongi es pasajero? Quiero decir: después de todo, no creo que se oculten para siempre.

— No... Sólo hasta que cumpla la mayoría de edad. 

Taehyung bufó.

— Claro. ¿Cómo te has sentido respecto a tus malestares? ¿Sigues con náuseas? 

— Sí, estoy peor que nunca. Creo que me estoy enfermando peor de lo que pensé... Me duele todo, y con los cólicos que he tenido siento que estoy perdiendo todas mis energías. 

— ¿Por qué no has ido al médico? Yo podría acompañarte...   

— Me niego. Con tan sólo pensar que debo caminar hasta allá me siento cansado.

— Le pediré a papá Joon que nos lleve por la mañana, no te preocupes. 

Jimin soltó una carcajada, soltó el celular entre su oído y su hombro para poder ponerse la pijama sin tener que cortar la llamada. 

— De verdad pretendes que me maten. Jamás he faltado a clases y si mi papá se entera sería capaz de golpearme horrible.

— Ajá, por supuesto, como cuando teníamos once años y te mandó al hospital porque te vio tomado de la mano con otro niño. — se escuchó soltar un bufido— Jamás te echaría de cabeza con el gorila que tienes por progenitor. 

La puerta principal de la casa se cerró, y cuando Jimin miró por la ventana de su cuarto, se hipnotizó con sólo ver a su novio caminando hacia su automóvil. Soltó un suspiro de enamoramiento e ignoró los constantes llamados molestos de su mejor amigo.

Con una sonrisa dibujada en sus labios, pretendía continuar la conversación que su inmenso amor interrumpió, pero unos pasos fuertes subiendo las escaleras le hicieron latir rápido el corazón. 

Con mucho miedo, angustia y todos aquellos sentimientos negativos que le hace sentir su padre, se apresuró a apagar la luz de su habitación y preparar su cama para dormir rápidamente. 

— Le pediré permiso a papá para quedarme a dormir en tu casa este sábado, adiós. — susurró y cortó la llamada sin escuchar la respuesta del otro. 

Dejó su celular en su mesita de noche y se acostó, arropándose con sus suaves sábanas y cerró inmediatamente sus ojos. 

La puerta de su cuarto se abrió. Por nada del mundo abrió los ojos, sabía que su padre lo miraba expectante, asegurándose que realmente estuviera durmiendo y no perdiendo el tiempo. Le iría muy mal si volvía a despertar tan tarde otra vez. 



Young Forever 🌸 YoonMin 🌸 MpregDonde viven las historias. Descúbrelo ahora