Un lugar seguro

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Madrid, invierno del 2017.
Casa de los Moon.

Marco: ¿estás segura de que tus padres no nos oirán?

Natalie: que va, están muy ocupados trabajando. Ni siquiera saben que estás aquí. Creo que piensan que estoy estudiando o viendo The Running Deads.

Marco: en ese caso, habrá que ser silenciosos.

Natalie: sí.

Marco saca de su bolsillo un anticonceptivo y mira a Natalie pícaramente.

Marco: ¿qué, nerviosa?

Natalie: sí.

Marco: Normal, es tu primera vez. Pero, bah, al final te acostumbras.

Natalie: Bueno, ¿por donde empezamos?

Él sonrió y la levantó rápidamente, la empotró contra la cama y comenzó a besarla pasionalmente. Ella, riéndose víctima de las cosquillas, lo envolvió con sus brazos y le devolvió el gesto de la misma manera. Sintió cómo su sangre se enervaba y cómo él recorría cada parte de su cuerpo con sus manos. Obviamente, ella hizo lo mismo, y fue la primera en quitarse una prenda. Se deshizo de su camiseta de tirantes, quedando en sujetador. Él retiró su camisa lo más rápido que pudo y no dejó de besarla. Puso sus manos sobre la espalda desnuda de Natalie mientras ella repasaba su lomo delicadamente con la yema de sus dedos. La pasión se hizo con el control del cuerpo de Natalie. Entonces Marco comenzó a sentirse raro, un mareo le hizo querer tumbarse rápidamente. Intentó despegarse de los labios de Natalie, pero no pudo. Abrió los ojos rápidamente, un poco extrañado. Al principio pensó que ella lo tenía dominado, pero enseguida se dio cuenta de que algo le impedía separarse de ella. Natalie se tumbó con el con ambos ojos cerrados, inmersa en sus sentimientos, mas sin aviso previo sintió que su consciencia entraba a una especie de sueño remoto. Ubicada en un lugar nuevo, se vio desnuda en un ambiente blanco, incoloro. Sola y confusa. En un abrir y cerrar de ojos vio pasar casi toda su vida por sus ojos, aunque, para asombro suyo, no la recordaba así. No era su vida la que estaba viendo, era la de Marco. Volvió a abrir los ojos asustada y respirando profundamente. Se separó de él. Cuando lo vio, soltó un chillido de desesperación que ocupó cada rincón de la casa.

Marco estaba pálido y rígido. Respiraba con dificultad hinchando la garganta casi sin resultado. Sus ojos estaban completamente blancos y segrebaba espuma por la boca. Le daban combulsiones seguidas y muy violentas, que hacían que su cuerpo se contorsionara. Los padres de Natalie, tras oír el grito, entraron a toda prisa en el cuarto y vieron a su hija envuelta en pánico llorando tirada en una esquita del cuarto. Tras ver a Marco se apresursron a socorrerlo.

Sr. Moon: ¿qué ha pasado aquí?

Natalie: No lo sé, lo he besado y he visto a su madre, y su coche, y a nuestra profesora de inglés -balbuceó entre lágrimas.

Sra. Moon: Tranquila hija. No te procupes- extendió los brazos para consolar a su hija.

Natalie: ¡No me toques! Soy un monstruo -Pensó por unos segundos en los problemas que podía ocasionar en casa y miró a su madre asustada- Podría mataros.

Viéndose venir lo que su hija estaba por hacer, la Sra. Moon trató de tranquilizarla, pero no huboforma.
Natalie cesó las lágrimas y se dirigió al armario. Su madre trataba de llamar su atención, pero ella no parecía estar dispuesta a escucharla. Tomó una camiseta verde, una chaqueta polar caliente y unos vaqueros, y salió del cuarto, muy impactada por lo sucedido. Bajó las escaleras de casa, con su madre detrás tratando de evitar que se marcahara. Natalie tomó su cartera, las llaves de su coche -Os quiero mamá, os echaré de menos- terminó de decir un poco arrepebtida, y se fue.

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