No fastidies

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Natalie: Aquí, paremos aquí. Hay un hospital cerca.

Johan: No, los hospitales no me van a curar.

Natalie: ¿No se suponía que el veneno no te surtía efecto?

Johan: No era veneno, era metamorfina. Un paralizador que contrasta mis habilidades metahumanas.

Natalie: ¿Para matarte?

Johan: No, nos quieren con vida.

Natalie: ¿Quiénes?

Johan: ¡Vasta ya de preguntas!- Dijo muy enfadado y dolorido.- Ya la has visto, ella y su equipo de metas.

Natalie: Pero si es meta, ¿por qué...?

Joahn: No lo sé, ¿vale? Conduce tú, creo que voy a...- Se desmaya por el agotamiento.

Natalie: ¡Johan!- Coge el volante y trata de quitar el coche de en mitad de la carretera.

Ya estaban en Cáceres y las calles estaban llenas de coches, Natalie no era capaz de conducir si Johan tenía el pie en el acelerador. Ella al ser tan débil no era capaz de moverlo. Desesperada comenzó a golpear a Johan mientras intentaba esquivar a los otros vehículos. Atropeyó a un motorista, quien rodó hasta el techo y luego cayó en la carretera. Se metió en la zona pestonal y la gente fue apartándose de delante del aparato para evitar ser atropeyada. Recorrieron casi toda la plaza de Cánovas en automóvil, mientras él dormía y ella gritaba aterrada. Dejó de tener el control del vehículo tras soltar el volante violentamente por las turbulencias. Trató de tomarlo de nuevo, pero un bache la levantó del asiento de golpe, haciendo que su cabeza se golpé contra el techo y dejándola igual de inconsciente que a Johan. Lo último que pudo sentir fue una luz azul cegándola y un agradable olor a azufre, que le recordaba a Madrid. Lo soñó todo.

Aquella mañana tenía a Marco en el pie de su cama esperando a que despertara, este nada más ver que sus ojos se abrían, se apresuró a darle un beso, y así hizo. Después, con una sonrisa se levantó y se dirigió a la puerta de la habitación pidiéndole a Natalie que le siguiera. Ella, con entusiasmo, se puso en pie y se acercó a la puerta. Marco continuó andando por el pasillo, un pasillo bien iluminado por el sol de las ventanas. "Vamos, llegaremos tarde" le dijo él, esperando a que ella reaccionara. Natalie se acercó a él, tras dar tres pasos topó con sigo misma. Era el reflejo de un cristal que ocupaba todo el marco del pasillo. Tras este, Marco, quien seguía insistiendo "Venga, no seas tonta". " Espera Marco, no puedo" dijo ella tratando de traspasar el cristal. Buscaba una puerta o algo para poder pasar. Al ver que no había, comenzó a golpearla y a gritar. "Marco, ayúdame a pasar, no puedo" (Pum) La puerta de su cuarto se cerró, trató de abrirla de nuevo, pero no había manera. "Marco, ¿qué está pasando? ¡Ayúdame!" comenzó a gritar con desesperación. Marco seguía tan sonriente como al principio. Ella siguió mirando a su al rededor, no había salida. Las paredes estaban sellada, la puerta no se abría y el vidrio era infranqueable. Pero sentía que no estaba sola. "Ya voy mi amor" Oyó Natalie. ¿Sería posible que fuera ella misma? Lo puso en duda, esa no era su voz. Era otra mujer y parecía estar, sí, detrás de sí. Se giró. Se extrañó de solamente ver una silueta en las oscuridad. Cuando esta se movió hacia delante, a Natalie se le paró el corazón. La teniente metahumana que les había atacado a ella y a Johan andaba lentamente y en línea recta, pasó frente a ella sin hacer caso omiso, atravesó el cristal con sus poderes sin problemas y se puso frente a Marco con una sonrisa. Él le dio un beso y rodeó su cadera con ambos brazos, después separó sus labios, "¿nos vamos ya?" le dijo él algo apurado. "Sí" respondió ella de forma seria y sospechosa. Él se dio la vuelta y, sin embargo, ella, sin voltearse, miró a Natalie a sus espaldas. Le envió una sonrisa pícara y asesina, seguida de una leve risa burlesca. "No pequeña, yo no soy pícara" le dijo mirándola directamente a los ojos. Marco seguía andando, pero el tiempo se realentizó para él, lentamente se acercaba al final del pasillo. "La pícara aquí eres tú" concluyó la teniente. Esta sacó de su cinturón una navaja y apuntó a Marco. "¡No!¡Marco, cuidado!" gritó Natalie con todas sus fuerzas. Al ver que él no respondía comenzó a golpear violentamente el cristal sin resultados. "Como lo lamento, esto es culpa tuya" tras decir aquello, la teniente lazó su daga, la cual fue a parar en la nuca del joven y terminó por salir en su frente. Incrustada en su cráneo y entre su cerebro, la punta de la hoja asomaba como un cuerno justo en medio de la cabeza. La sangre comenzó a fluir inmediatamente, con la fuerza en la que salió despedida manchó la pared y un poco el suelo. Sus ojos se alzaron al punto de quedar blancos y no tardaron en teñirse de rojo, con toda la sangre que le caía de la cabeza. Finalmente el cuerpo cayó de espaldas, reventando el cráneo del golpe. La cara quedó deformada, un ojo salido de su cuenca, los dientes desperdigados, sesos por todo el suelo. Natalie no pudo contener un grito, se sentó en el suelo a llorar desconsoladamente. "Todo esto lo has hecho tú" siguió diciendo la teniente mientras señalaba detrás de ella. Natalie volvió a echar la vista atrás y, allí estaban, en el suelo, inertes, los cadáveres de sus padres. Ambos con sus ojos aún abiertos y un impresionante gesto de dolor en sus rostros. "¡Vasta!¡Vasta!" ¡Te mataré, voy matarte!" expresó furiosa Natalie mientras lloraba y vovlía a levantarse. Golpeaba el cristal con toda sus fuerzas, "¡Te mataré!" no paraba de decir. La teniente solo se reía al verla de aquella manera tan patética, "Esta es mi vida enana, y tú me la has robado" le dijo después. Natalie dejó de luchar y volvió al suelo. "Es hora de que pagues, no se juega con la vida de los demás, ¿me oyes? Necesitas una lección" volvió a recriminarle. "¿De qué estás hablando? Yo no te he robado nada" confesó Natalie, quien solamente pensaba, <<quiero salir de aquí, me rindo, no puedo más, no sé qué hacer "No te rindas Natalie, tienes que seguir luchando" ¿qué?>> otro pensamiento se interponía en su cabeza, pero, ¿cómo era posible? Otra voz femenina le daba alientos para que luchara. Tanto ella como la teniente oyeron la voz. Estaban igual de extrañadas, miraron a todos lados, pero únicamente haía una puerta al final del pasillo y aún no estaba abierta. "¿Quién eres?" preguntó Natalie nerviosa. "Ahora eso no importa, levántate y lucha, puedes con ese muro que te bloquea, derríbalo" continuó diciendo aquella extraña voz. "No puedo, es impenetrable y mis poderes no sirven para esto" se excusó Natalie. La teniente sacó un par de dagas de sus bolsillos y se posicionó para pelear. "Tu poder va mucho más allá de lo que te imaginas, solo debes entenderlo, atraviesa el muro" insistió la voz. Natalie se apoyó en el cristal y forcejeó para atravesarlo, mas no conseguía atravesarlo, parecía imposible. Descansó el brazo, miró a la teniente, frició el ceño, volvió a tocar el vidrio, emujó, pero nada. Desesperada no pudo hacer más "No puedo, mi poder no sirve" continuó quejándose y llorando. "Está bien, si no puedes hacerlo por ti, hazlo por él" concluyó la voz. Se oyen unos pasos procedentes del otro lado de la puerta del pasillo. La teniente los oye y, al no saber a qué iba a enfrentarse, se aleja de la puerta con las cuchillas en las manos. Ambas esperan por ver quién entra, mirando fijamente a la puerta sin parpadear. Natalie lo supo incluso ante de que entrara y trató de evitarlo a toda costa "No, espera, está herido". Efectivamente, la puerta se abrió y apareció Johannes malherido y desaliñado, como la última vez que Natalie lo vio. Caminaba costosamente por el mareo, respiraba haciendo un gran esfuerzo. Preparó los puños y sacó sus garras listo para el enfrentamiento. " Natalie, esto es a vida o muerte para mí, o luchas o moriremos" le advirtió él. "No, esto es un sueño" trató de pensar ella mientras cerraba los ojos y se tapaba los oídos. "Un sueño no te mata, esto es parte de tu habilidad... no hay tiempo, tienes que traspasar la pared tal y como ella lo ha hecho" nada más decirlo, la teniente se lanzó al ataque contra Johan. Él supo amortiguar los golpes, pero ella le sacaba ventaja. No solo por su destreza en la lucha, el malestar de Johan no le daba opciones. Cayó de una patada en la cara al suelo. No quiso oscilr ni prarse a respirar, así que se levantó del suelo y propinó una bestial entrada en el estómgo de la rival con sus garras bien blandidas. La longitud de estas eran dos veces la longitud de la cintura de la teniente, por lo que cuando le hincó los hierros, estos salieron por el otro lado del cuerpo. Ella, dolorida pero furiosa se lo quitó de encima haciéndose intangible. "Da igul que me mates, yo solo soy un recuerdo suyo. Vosotros dos sois reales. Y si ella no sale de ahí, ambos morireis". Le dijo ella acomodándose en el suelo malherida. "No eres un recuerdo, eres un reflejo metido en su mente. Dime, ¿qué quieres de nosotros?" preguntó Johan molesto. Ella parecía indispuesta a responder a la pregunta, pero se vio indefensa y sola, sintió que moriría ahí mismo, así que ya no importaba seguir resistiéndose. Lanzó las dagas lejos, cerca de la puerta y se recostó en el suelo agotada.

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⏰ Última actualización: Jan 04 ⏰

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