Siguió observando como se marchaba el pequeño rizado junto a otros niños, sintió su corazón acelerarse al recordar cuando estuvo enfrente del pequeño, el color de sus ojos, su dulce voz y tierna sonrisa, suelta un suspiro deseando volver a encontrarse con él, siente que alguien llega a su lado y voltea su cabeza para ver a su amigo.
-¿Quién era ese niño?- su mirada se dirige hacia donde se encuentran los demás niños, ve como su amigo voltea su cabeza para verlo.
-No lo sé, no me dijo su nombre- dice triste, palmean su hombro y mira a su amigo.
-Bueno, tal vez la próxima deberías preguntarle. Vamos, nos esperan- le da una sonrisa y señala hacia dónde están sus padres, esperándolos.
Ambos niños se reúnen con sus padres, tomando sus juguetes para ir a sus casas. En todo el camino a su casa, no puede dejar de pensar en el pequeño rizado, nunca antes le había pasado algo así, no sabe describir lo que siente, tal vez debería de preguntarle a un adulto que significa eso. Al llegar a su casa, entra corriendo en busca de su madre, la encuentra en la cocina, decide acercarse a ella y platicar antes de que llegue alguien más.
-Mamá- su voz es suave y un poco baja, su madre voltea a verlo para darle una hermosa sonrisa.
-¿Qué sucede, Boo?- se acerca a él.
-Y-yo, ¿Qué significa si no puedes dejar de pensar en alguien?- luce un poco tímido y ve que su madre tiene una gran sonrisa en su bello rostro y está emocionada.
-Aw, mi pequeño Boo, ¿Qué más sentiste al conocer a esa persona?- lo carga para sentarlo en su regazo y abrazarlo.
-Mi corazón latio muy rápido, mami. ¿Me voy a enfermar?- tenía el ceño fruncido, su progenitora se enternecio.
-No estás enfermo, cariño- besó su frente -Tal vez esa persona te gusta- le dio un beso en la mejilla, el pequeño se ruborizo.
Pensó si realmente le gustó el niño, era la primera vez que le pasaba eso, no se había sentido así antes con otros niños, ninguno niño se le hacía bonito hasta que conoció al rizado, las niñas también le parecía que eran bonitas pero no sentía nada hacia ellas, tenía muchas dudas y necesitaba aclarar todo. Pero justo cuando iba a preguntar su padre entró a la cocina, besó en los labios a su madre, no estaba listo para preguntarle a su padre, no aún, primero necesitaba la sabiduría y seguridad de su madre. Se bajó de su regazo, ella se puso de pie para servirles la comida, se fue al comedor a tomar asiento, mientras esperaba su padre lo observaba y le sonreía transmitiendole seguridad, tenía en sus brazos a su pequeña hermana de tres años que no paraba de jugar con los cubiertos. Su madre puso la comida en la mesa y tomo asiento para comenzar a comer, la cena transcurrió con tranquilidad, sus padres le preguntaron sobre su día en la escuela, platicaban como a ellos les fue en su día y reían de las cosas que hacía la pequeña.
Al llegar a su habitación fue a ponerse su pijama y tener todo listo para mañana en la escuela, fue acostarse a su cama y su madre entró a su cuarto para arroparlo y darle un beso.
-Siempre puedes hablar conmigo, Boo, siempre voy a estar para ti- tocó su mejilla y le dio otro beso en su frente, él asintió y cerró sus ojos, apagó la luz y salió del cuarto.
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Por otro lado en la casa de los Styles, el pequeño no dejaba de pensar en el niño castaño de hermosos ojos azules, sonrisa hermosa y adorable voz, sentía mariposas cada vez que lo recordaba y una gran sonrisa con hoyuelos aparecía en su rostro, deseaba con todo su corazón volver a verlo y poder saber su nombre, esperaba encontrarlo y poder hablar con él, soltó un suspiro, decidió que era hora de dormir y cerró sus ojos.
A la mañana siguiente un muy alegre Harry, despertó para alistarse para ir a la escuela, al estar listo, tomo su mochila y bajó las escaleras dando pequeños saltitos, su familia lo esperaba para desayunar, cuando terminaron, los niños se despidieron de su padre, se subieron al coche para ir a la escuela, su mamá prendió la radio y se escuchó una canción de los Beach Boys, Gemma comenzó a cantar, Harry bailaba y cantaba, Anne contemplaba la linda y divertida escena que estaba presenciando.
En la escuela a la hora del recreo, Harry se encontraba reunido con Liam y Niall, Scott fue a buscar a su hermano y Gemma fue por su jugo. Los tres amigos querían reunirse en la casa de uno de ellos y hacer una pijamada, Harry supo que era el momento de decirles a sus nuevos amigos sobre que le gustan los niños, no quiere ocultarlo, así que junta valor para decirlo.
-¿Qué pasa, rizos?- lo observa un poco preocupado el ojiazul cuando lo ve serio. Liam lo mira y se acerca para poner su brazo en sus hombros.
-Yo tengo algo importante que decirles- mira a ambos niños y entrelaza sus manos en su regazo, sus amigos asienten y esperan que continúe -Entenderé si después de contarles ya no quieren hablarme. A mi no me gustan las niñas, me gustan los niños- suelta el aire contenido y espera sus reacciones, ellos sólo le sonríen enormemente.
-Lo dices, ¿de verdad?- Liam le sonríe, no ve odio en su mirada ni en la Niall, él asiente -No pasa nada, ricitos, está bien y así te queremos- mira a su primo que está de acuerdo con sus palabras. Harry se siente aliviado y feliz.
-Eso quiere decir, que tengo oportunidad contigo, eh- el ojiazul le guiña un ojo mientras toca su cabello, los tres empiezan a reír, Liam no puede creer lo que dijo y Harry está feliz de tenerlos como amigos.
-No estaba bromeando- aclara el pequeño irlandés.
Sin lugar a dudas, sabía que su amistad crecería cada día más, que puede contar con ellos y que estarán para apoyarlo, él siempre iba a estar para ellos en todo momento.
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How to love a boy
RomanceLograrás amarme, como yo te amo a ti o prefieres ocultar lo que sientes.