Capítulo 1

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—Empieza otro día más... espero que sea un buen día.

Después de decir esas palabras revise mi despertador y sorpresa... no había sonado la alarma (típico, lo sé) y por lo tanto también iba tarde a mis clases.

—Carajo, no vuelvo a ser optimista.

Me cambie de ropa lo más rápido posible, tome mis cosas y corrí hacia mi motocicleta.

—¡Arranca maldita sea, siempre funcionas y ahora que más lo necesito no sirves ni para una mierda!

Después de varios intentos fallidos para arrancar mi motocicleta mejor decidí salir corriendo del edificio en donde vivía para poder alcanzar algún camión que me dejara cerca de mi universidad. Pero al parecer ya era demasiado tarde, para esa hora todos los camiones ya habían salido y el siguiente llegaba en 30 minutos.

—Demonios, al parecer no lograre llegar a mi primera clase, por suerte sólo he faltado una vez, espero poder llegar a la segunda clase.

Me quede esperando 50 minutos, hasta que el camión pasó y pude ponerme rumbo a mi escuela.

—¿No se pudo haber tardo más? —Dije en voz baja.

Y como era de esperarse había demasiado tráfico.

—¿Es que todo el mundo se puso de acuerdo para joderme el día hoy?

Hasta que llegué cerca de mi universidad y salí a toda prisa del camión para poder llegar a mi segunda clase (a la cual también ya iba tarde). Hasta que por fin llegue a mi salón de clases.

—Buenos días, ¿me permite entrar profesor?

—Claro que puede entrar señor Leonardo, claro, con su respectiva falta.

—Gracias (ya que, de todos modos, me queda una falta más).

—Le recuerdo que ya excedió el límite de faltas, así que tendrá que presentar examen extraordinario o recursar la materia el siguiente semestre.

—Creo que está equivocado, todavía me queda una última falta.

—Mmm... me temo que no, he anotado todas las faltas y usted ya sobrepaso el limite— Me respondía mientras revisaba la lista.

—Carajo— Dije en voz baja mientras me resignaba a poner mi cabeza en el pupitre.

Después de eso asistí a las clases que me quedaban por tomar, hasta que por fin terminaron todas las clases y me disponía para ir a mi trabajo. Iba caminando tranquilamente hasta que un idiota me golpeo con un balón y del golpe mis lentes quedaron estrellados en el piso.

—¡Bien hecho estúpido, tendrás que pegarme los lentes!, ¡Deberías fijarte por donde juegas! —Le grite con mucha rabia.

—Yo no te voy a pagar nada, tú eres el que se debería fijar por donde anda— Me respondió con voz burlona.

—¡Es mejor que lo pienses dos veces maldito hijo de pe...! — Antes de que pudiera terminar mi frase el sujeto me empujo dejándome tirado en el suelo.

—¡El que debería pensarlo dos veces eres tú imbécil! — Me respondió mientras más de sus amigos se acercaban con aires de querer darme la golpiza de mi vida.

Lo único que pude hacer fue desviar la mirada, levantarme y retirarme. Creo que fue lo más sabio que pude hacer, eran muchos... Lo único bueno es que tengo otros lentes de repuesto en mi departamento. Después de eso revise mi reloj.

—¡Me lleva el carajo, por culpa de esos imbéciles ya voy tarde al trabajo!

Empecé a correr para llegar a tiempo, pero cuando llegue ya eran 20 minutos tarde.

—Espero que no me digan nada...

Por suerte ninguno de mis superiores me dijo nada. Estuve trabajando normal hasta que llegó la hora de mi descanso y decidí salir por un cigarro para apaciguar un poco este día de mierda. Estaba fumando y sentí que alguien me toco el hombro, era Fernanda, una chica del trabajo con la que hablo muy seguido, estuve pensando en invitarla a salir un día, pero nunca he encontrado la ocasión.

—Hola, ¿Ha sido un día pesado eh? — Me saludo con una voz calmada pero alegre.

—Sí un poco la verdad, ¿Cómo sabes que he tendió un día pesado? —Le pregunte con una pequeña risa.

—Se te nota en la cara, aparte de que por alguna extraña razón hoy no traes tus lentes.

—Oh es que olvide mis lentes hoy jajaja y ¿cómo ha estado tu día? — Pregunte para cambiar de rumbo la conversación y no tener que hablar de mi día de mierda.

—Pues ya sabes lo de siempre, despertar, tomar una ducha, desayunar, trabajar. Honestamente ha sido un día muy normal y aburrido, la verdad es que me gustaría hacer algo diferente alguno de estos días.

En el momento en el que dijo eso pensé que era la oportunidad perfecta para invitarla a salir, así que pensé "¡Qué demonios, ya nada me puede salir peor este día!"

—Sabes yo también pienso que debería hacer algo diferente alguno de estos días.

Los dos nos quedamos callados por un momento, hasta que por fin tome valor para hablar.

—Oye, ¿Tienes tiempo libre mañana? — Pregunte de la forma más casual posible.

—Sí, mañana tengo la tarde libre, ¿Por qué?

¡Sí!, esta es mi oportunidad después de tanto tiempo, pensé

—¿Te gustaría que saliéramos mañana?, ya sabes, para cambiar un poco este aburrido ritmo.

—Mmm... Sabes mañana me gustaría descansar por la tarde, estos días han sido un poco pesados para mí— Me respondió con un aire un poco frio.

—Oh, entiendo no te preocupes.

Y sí, la volví a cagar el día de hoy, no sé porque no me sorprende.

—Creo que es hora de volver al trabajo— Me dijo con un tono más normal.

—Claro, volvamos, todavía queda media jornada.

Después de eso termine de trabajar y justo en el momento en el que estaba preparando mis cosas para irme a casa me hablo mi supervisor.

—Leonardo, ¿Puedes venir a mi oficina un momento?

—Claro— Le respondí un poco confundido, aunque ya sabía el porqué de su llamado.

—Leonardo, como sabrás esta es la tercera vez que llegas tarde al trabajo.

—Sí...

—Honestamente no te dije nada ya que quería que terminaras este último día para poderte dar tu paga completa. Sabes que eres un excelente empleado y si fuera por mi podría haber pasado por alto esos retardos, pero por desgracia los jefes no lo ven de esa forma, así que lo siento, pero ya no podrás seguir trabajando aquí.

—¿No puede haber alguna forma...?

—Lo siento, pero son ordenes de los jefes, de verdad si pudiera ayudarte lo haría.

Después de eso, decidí irme caminando a casa, no tenía ánimos de ir con gente en algún camión. Después de una hora de caminar a casa casi llegaba, lo único que me faltaba hacer era cruzar la calle, pero al momento de cruzarla un auto iba pasando a una velocidad muy alta, así que di un paso atrás lo más rápido posible, después de eso me quedé congelado del susto ya que se si no hubiera reaccionado rápido lo más probable es que me hubiera matado. Después de que se me pasara el susto decidí entrar a mi departamento e irme directo a la cama.

—Definitivamente este ha sido uno de los peores días de mi vida— Dije antes de irme a dormir.

Hay días buenos y días malosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora