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Era una noche tranquila en la cual dos mejores amigos decidieron salir a dar un paseo por la cuidad.

Todo era bromas absurdas y carcajadas sin medida.

Después de todo, debían aprovechar el último día de vacaciones de verano, pasarla bien, eso no sonaba nada mal, ya que al día siguiente estarían encerrados en lo que ellos llamaban la pesadilla de todo adolescente: la preparatoria.

Sin darse cuenta, llegaron justo delante de la casa que muchos llegaron a decir que estaba embrujada.

Jeremy tropezó y callo a la acera, Alex como todo un buen amigo primeramente se rió de él a más no poder y después le tendió una mano para ayudarlo a ponerse en pie aun riendo, Jeremy ya muy molesto por la situación le dio un zape a Alex para que se callara.

Al momento de que Alex alzo su vista se dio cuenta de donde estaban parados.

–Hey Jer, ¿ya viste donde estamos?

–Wow, ¿en qué momento llegamos aquí? –observa delante suyo

–No lo sé –miró a Jeremy –¿no te gustaría descubrir si los rumores de que está embrujada son ciertos?

Jeremy sabiendo lo que su amigo pensaba, rápidamente negó con la cabeza.

–No, claro que no, es que... ¿acaso estas descerebrado?, ¿no sabes cuántos chicos como tu y como yo –se señala él mismo y a Alex– han entrado antes y no han salido?

–Oh vamos, esos son solo cuentos –hace una seña quitándole importancia con su mano– ¿Acaso no te gustaría saber qué es lo que se esconde dentro de esas paredes? –dice bastante entusiasmado.

–Claro, como a cualquiera –Alex lo mira esperanzado, Jeremy inmediatamente al darse cuenta, trata de remediar la situación –pero eso no me hará entrar a ese lugar ni aunque mi vida dependa de ello.

–Por favor, no seas miedoso.

–No soy miedoso, solo que, por nada entrare allí –contesto Jeremy ya fastidiado con la situación.

–Eres un cobarde, si no quieres ir, pues aquí espérame, que yo, si entrare.

–Espera –toma su brazo –no lo hagas por favor –le ruega.

–El hecho de que tú seas demasiado cobarde como para entrar no va a impedir que yo si lo haga –se soltó bruscamente de agarre de Jeremy y salió corriendo a la casa.

–Ok... suerte –susurro para si mismo ya que Alex estaba demasiado lejos como para poder escucharle.

Jeremy vio como Alex se adentraba a el lugar, en cuanto este entró en la casa Jeremy ya no supo nada de él.

Al ver que ya habían pasado dos horas y Alex no salia, decidió llamarle pero su amigo nunca contesto, el teléfono solamente sonaba. El chico se preocupó aun más de lo que estaba, decidió esperar a su amigo un momento más, ese momento se convirtió en horas.

El amanecer se hizo presente y Alex sin regresar, Jeremy estaba molesto ya que pensaba que Alex solo le estaba jugando una broma para que se preocupara y él también entrara a la casa. Pero después de un buen rato pensando en ello, se dio cuenta de que su amigo es un grandísimo tonto pero no era capaz de hacerle algo así.

Desesperado corrió a la casa, se sorprendió al ver que la puerta estaba semiabierta, sin dudar se adentro al lugar, sin saber nada de lo que le esperaba allí dentro.

Corría por todas partes gritando el nombre de su amigo pero no había contestación alguna.

Dándose por vencido volvió a la entrada para irse a su casa y avisarle a las autoridades lo ocurrido, pero gran sorpresa se llevo al llegar.

La puerta estaba completamente cerrada, cuando él la había dejado abierta completamente. Al intentar abrirla se dio cuenta que está tenia seguro.

–¡Alex, si esto lo estas haciendo tú, quiero que sepas que no es para nada gracioso! –grita Jeremy nervioso y con miedo.

–¿Quién dice que fue Alex?– respondió una voz grave y desconocida resonando por todo el lugar con gran potencia.

–¡¿Quién eres?! –gritó demasiado asustado Jeremy.

–Tu peor pesadilla.

¡Huye!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora