cuatro

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Narra Momo:

Después de pasar ahí, y con 150 dólares en mano tomé el bus que me deja frente de la empresa Kim.

Ahí estaba ella, ella era tan linda.

Al verme me sonrío.

—Buenas tardes— dije mientras me acercaba— ¿llegué tarde?— hice una pequeña reverencia en forma de saludo.

—Para nada, acababa de bajar— se inclinó un poco en forma de saludo— ven, sígueme hasta mi auto.

La verdad, jamás había sido fanática de los autos pero este auto era verdaderamente precioso, ¿cuántos millones le habrá costado? Más que mi vida, seguro. Al acercarnos más al vehículo un caballero abrió la puerta de la parte trasera del vehículo, Dahyun entró al auto y agradeció y yo hice lo mismo.

—¿No sabes conducir?— dije en un tono sarcástico.

—Sí sé, ¿lo dices porque tengo chofer?— asentí— la verdad es que mi papá quiere que ande siempre con el porque aparte de ser mi chofer es mi guardaespaldas entonces eso le da seguridad a mi papá.

Por mi parte estaba tipo: ¿QUÉ MIERDA?

Debe ser lindo que tu papá se preocupe por ti. No me pasó, pero ha de ser lindo, creo.

—Qué increíble lo que hace el dinero.

De ahí fuimos en silencio.

Me di cuenta que me miraba gracias al reflejo de la ventana y yo la miraba a través del reflejo. El camino fue en silencio, al llegar al restorán se notaba a kilómetros que era costoso.

Al entrar el maitre saludó a Dahyun como si se conociesen de toda la vida y al saludarme a mi hizo solo una reverencia, que devolví después.

Nos guiaron a una sala solitaria en el cuarto piso, era al aire libre y era muy bonito a decir verdad.

Entramos y nos entregaron el menú. Yo elegí lo que quiera y era barato, jokbal, mientras que Dahyun se dio vuelta el menú buscando que pedir.
Al rato llegó una camarera a tomar nuestros pedidos y al cabo de dos minutos llegó.

Esto de los privilegios con Dahyun era muy extraño, pero ella parecía acostumbrada aunque era obvio, nació teniéndolo todo.

—¿Y cómo estás, Momo?

—¡Enhorabuena!— dije— se aprendió mi nombre— ambas reímos— estoy bien, gracias. ¿Usted?

—No me trates de usted, quizás tengamos la misma edad, pero estoy bien, gracias— me sonrío.

Debo admitir que verla sonreír es la 8va maravilla del mundo.

—Momo— dijo captando mi atención— ¿qué edad tienes? quedé con la intriga, sino te molesta.

—Tengo veintiséis, ¿y tú?— traté de sonar informal aunque es raro.

—Tengo veinticuatro, ¿ves? soy más joven que tú.

—Ay, mi niña lo siento— dije poniendo ese tono que usan las abuelitas. Ambas reímos.

—¿Quiere que la ayude en algo?— se limitó a decir Dahyun para seguir riendo.

—Bueno— volvió a hablar Dahyun— a lo que viene este almuerzo.

—Oh, sí, ¿qué ocurre?— pregunté.

—La idea se aprobó en un 110%.

AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA

¿SE APROBÓ?

dance; dahmo. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora