Dos

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Seth sintió pánico, miedo y asco a la vez que veía a ese violador y asesino de niños.
Jamás había estado tan cerca de un criminal de esa calaña y ahora aquí estaba, en la oficina de su jefa ofreciendo mucho dinero para ser defendido.
-Bueno estudiaremos tu caso — Karla hace una seña hacia él que toma la carpeta en sus manos.
-Piensenlo bien, les pagare mucho dinero si logran que salga de esta -
su jefa sonrió ante la mención del dinero.
Seth sabia que ella ya había tomado su decisión, lo sabia en la forma en que sus ojos se oscurecieron cuando el animal que decía ser humano menciono la cifra.
-Esta bien, te asignare al mejor que tengamos — el animal se pone de pie con una sonrisa malvada y perversa en el rostro.
-Una sabia decisión señorita -
Se despide no sin antes dedicarle una mirada a Seth que no puede evitar estremecerse.
-Bien querido yo seré su abogada y tú seras mi asistente — y entonces él lo supo.
-No — dijo mas firme de lo que en realidad se sentía.
-¿Qué? — se cuadra ante la mirada de acero.
-No voy a trabajar en un caso así -
-¿Tienes idea de la cantidad de dinero que puedes ganar? -
-No me interesa el dinero -
-Bueno pues debe interesarte tu empleo, porque si no lo haces estas despedido — él suelta un suspiro.
-No voy a ser despedido, yo renuncio — la cara de su jefa no tiene precio aunque sus cuentas si.
-¿Te has vuelto loco? -
-No, cuando yo decidí estudiar leyes fue para defender a los inocentes para luchar contra los criminales y para hacer de este mundo uno mejor — Karla suelta una carcajada sin humor ante sus palabras.
-Oh Seth, eres un tonto soñador -
-Tal vez lo sea pero no cambiare mis ideales por dinero — se da la vuelta y sale de ahí.
Camina sin rumbo fijo con mil preguntas en la mente.
-Es lo correcto — se repite una y otra vez.
Al final sus pasos lo llevan a la cafetería donde siempre pide su café para llevar.
Se detiene afuera viendo a todas esas personas sonreír y se hace la pregunta que juro no volver hacerse.
-¿Por qué no puedo ser feliz? -
Niega, cierra los ojos y entran.
Al igual que el día de ayer su mesa favorita esta ocupada y no hay ninguna libre.
Está ahí de pie en la puerta viendo sin ver.
-¿Qué voy hacer? — se pregunta por primera vez desde que perdió su empleo.
La chica que siempre lo atiende viene hacia él con una sonrisa en el rostro.
-Buenas tardes, sigueme — Seth no tiene nada más que hacer así que la sigue.
-Traeré un café, un par de donas y un chocolate con bombones -
Se deja caer en la minúscula silla de la minúscula mesa y espera.
-Tal vez no debería seguir viniendo aquí — no se da cuenta que lo dice en voz alta hasta que la chica carraspea.
-Puedes venir cuando quieras -
-No lo creo -
-¿Por qué? — los ojos de la chica no se apartan de los suyos.
-Acabo de perder mi empleo y tengo que pagar la universidad -
-Bueno eres un cliente frecuente así que la casa invitara por el tiempo que necesites — sus cejas se fruncen ante esas palabras.
-No puedo aceptar eso — ríe como si hubiera dicho algo gracioso.
-Oh claro que puedes — y se aleja llena de una felicidad que él nunca ha conocido.
Termina todo lo que Jaspe ha traído, saca su cartera y pone dinero sobre la mesa. Él no va aceptar caridad de nadie y menos de una desconocida.
Sale de la cafetería con nuevos ánimos después de todo tiene algo de dinero ahorrado y puede conseguir otro empleo.

Jaspe lo mira ponerse de pie y dejar dinero sobre la mesa.
-Que terco — dice y comienza a acercarse hacia él pero ya ha salido y no puede seguirlo.
Mientras limpia las mesas y acomoda las sillas se hace esa pregunta que juro olvidar en lo más profundo de si.
-¿Qué se sentirá ir a la universidad? — ríe al final porque sabe que es mejor no remover viejas heridas mientras nuevas comienzan a surgir.
-Oye ¿quieres ir por un trago? -
-Hum claro — toma su bolso y sigue a Elvira que va de la mano de Orlando.
-¿Qué paso con tu chico del café para llevar? — le saca la lengua a Orlando mientras este pasa su brazo sobre sus hombros.
-Perdió su empleo  y tiene que pagar la universidad — sus amigos asienten y no dicen nada.
Ellos saben que la universidad es un tema delicado para ella.
-Así que ahora cree que no debería ir al café -
-¿Qué le dijiste? — hace una mueca ante la pregunta de Elvira y es que la conocen muy bien.
-Que podía ir siempre que quisiera sin pagar -
-¿Qué? -
-¿Te has vuelto loca? -
-Le dije que por ser cliente frecuente la casa invitaba -
-Pagarías con tu dinero — no es una pregunta pero aun así asiente.
-Vaya debes estar realmente enamorada de él para gastar tu dinero —Orlando ve a Elvira con una mirada triste — ¿Por qué no gastas tu dinero en mi? -
-Porque es nuestro dinero — el chico asiente.
Así continúan hacia el bar donde una vez al mes van a tomar un par de tragos para quitarse el estrés del trabajo.
Jaspe los mira y sonríe feliz pero también siente deseos de llorar y es que su única relación no funciono y cuando volvió a enamorarse, lo hizo de un chico que no le presta atención.
-Hasta mañana — se despide de sus amigos y entra a su cuarto.
Cierra la puerta y ventanas con seguro pues la sensación de ser observada no la deja en paz.
-Bien hora de leer -
Intenta concentrarse en el libro que ha estado aplazando pero no puede.
Los recuerdos se amontonan en su cabeza.
El día de su graduación, la felicidad que sintió al finalizar una parte importante en su vida.
Y entonces sucedió, todos sus sueños y fantasías se derrumbaron.
-Al igual que mi madre — cierra los ojos intentando evitar ese recuerdo pero es el que se repite con mas claridad.
Su madre desmayada, el hospital, los doctores y por ultimo el diagnóstico.
-Cáncer en la sangre -
Jaspe lucho con todo lo que tenia para curarla pero no fue suficiente y al año de haber sido diagnosticada, su madre murió.
Y ella tuvo que ponerse a trabajar para cubrir todas sus deudas, haciendo a un lado su sueño de ir a la universidad y convertirse en una gran chef.
Por fin los recuerdos se detienen y ella se queda dormida sobre el sofá.
A la mañana siguiente despierta cubierta de sudor pero eso no es lo más extraño.
-¿Qué rayos? — se baja de su cama, su cama cuando ella cree haberse dormido en el sofá.
-Estaba muy cansada -
Se da un baño, se cambia y va a su trabajo.
Esta vez no hay felicidad en su pecho ni alegría en sus ojos.
-Él no estará hoy — pero para su grata sorpresa, él si está.
-Buenos días — sus ojos la miran, hay determinación en ellos.
-Buenos días -
Y procede a entrar.
Jaspe quiere gritar y ponerse a bailar de felicidad pero se contiene y hace su trabajo.

Tres meses después

Jaspe limpia la mesa contigua a la suya echándole miradas de vez en cuando.
Desde aquella mañana cuando él entro no ha vuelto a hablarle, ni siquiera le da los buenos días o las gracias.
-Al menos puedo seguir viéndolo-
Pero ella sabe muy bien que eso no es suficiente.
Jaspe quiere hablarle, oír su voz, hacerle reír, pasar sus manos por ese cabello que ha crecido mucho y besar esos carnosos labios que hacen muecas de vez en cuando.
Niega mientras Seth le hace una seña, ella asiente y le lleva su café.
Entonces pasa lo inimaginable, lo que tantas noches ha soñado.
La mano de Seth roza la suya, mandando electricidad a todo su cuerpo.
Sus ojos se encuentran y se sostienen la mirada por un par de segundos que le parecen eternos.
-Gracias — escucha su voz y sonríe pero no le regresa la sonrisa, más bien se da la vuelta y sale de la cafetería.
Jaspe se queda ahí por un par de minutos sin saber que acaba de pasar hasta que Orlando la toma de los hombros y la mueve.
-Me toco, su mano toco la mía y nuestras miradas se encontraron-
-Bueno felicidades, ahora ¿regresaras a trabajar? — asiente distraída en la sensación de su gran mano sobre la suya tan pequeña.
Elvira le guiña un ojo mientras vuelve a su trabajo.
Ni siquiera nota como pasa el tiempo cuando ya están a punto de cerrar.
-Oye Jaspe ¿estás bien? — va a contestar cuando siente el piso moverse debajo de sus pies.
Quiere dar un paso pero su cabeza se siente gigante y su cuerpo tan pesado como un bloque de titanio.
-JASPE — es lo último que escucha antes de que todo se vuelva oscuro.

Un café para llevar Donde viven las historias. Descúbrelo ahora