A T R A P A D A

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Mis ojos son una ventana que da rienda al temor puro y constante que he vivido, escondida en el más recóndito rincón, abrazando al color negro de mis prendas desgarradas como un mejor amigo y <<bajando las largas escaleras de mi mente, encontrando el pasillo final>>, tomando el arma escondida en mi baúl color rosa y... ¡Boom!

Corro por el bosque, sintiendo la brisa chocar con mi cuerpo y mover mi descontrolado cabello castaño.

Pero de repente, oigo un cuervo graznar, es como si me llamara y quisiera que siga su leve llamado; me desvío del camino imaginario que seguía y empiezo a correr con mayor velocidad hacia una dirección desconocida.

Al parar levemente, veo lo que llevo puesto, ya no llevaba mis prendas desgarradas color negro, en su lugar, tenía un vestido color palo de rosa; llevé las manos a mi cabeza y sentí una corona de flores en ella. Por primera vez después de diez años, sentí paz; me sentía pura y libre, no sentía ese toque que me ensuciaba y que me maltrataba. Mi libertad ya no tenía dueño.

¡Craaaaaa!

El graznar del cuervo junto con el crujir de unas ramas logra captar mi atención...

<< ¿Me ha encontrado? >>. Es lo primero que pienso y corro, sin mirar atrás; pero mientras más corro, escucho pasos detrás de mí. Puedo sentir la cercanía de un cuerpo, una respiración cerca de mi oído; giro bruscamente y me encuentro con la intensa oscuridad de esa mirada.

Me toma entre sus brazos y me da el mejor abrazo, me sostiene sin soltarme un solo segundo; puedo sentir su perfume y su nariz en mi cuello, oliendo el poco cabello que se encuentra cerca de ahí.

Separándome lentamente de él, toma mi cara con esas suaves manos que llevo años sin sentir y me da un breve beso; y sin previo aviso, me empuja por los hombros y me deja caer, logrando que por un segundo pestañé y al abrir correctamente mis ojos, esté recostada en una superficie un poco húmeda y que me da la sensación de picazón.

<< Es césped>>, pienso.

Me levanto y logro ver mi casa, el lugar que guarda todos los recuerdos de mi infancia; al bajar la mirada, mis manos son más pequeñas, llevo un vestido azul y una blanca flor en mi cabello.

Escucho una risa y pasos acercándose a mí, corro y unas finas y delgadas manos agarran mi cintura, causando que me eleve por el aire y suelte un pequeño grito combinado con una risa infantil.

La persona de finas y delgadas manos me da la vuelta lentamente y... ¡Es mi mamá!, sin pensarlo, la abracé muy fuerte y le doy un beso en la mejilla; ella sin dejar pasar un segundo más, me despega bruscamente de ella, tirándome y haciendo que una nube cubra el abismo por el que caigo.

Pestañeo y abro los ojos.

La luz lastima mi vista, mi cuerpo se siente débil y frágil, no puedo moverme correctamente y siento mi boca seca.

Llevo mi mano a mi pecho sintiendo humedad ahí, levanto mi mano para observar ese color escarlata tan característico...sangre.

A instantes de quedar inconsciente, escucho pasos ruidosos y acelerados, escucho golpes en la puerta, que, al no ver respuesta, abren está a la fuerza.

Es él... mi pesadilla constante, el que creyó ser dueño de mi libertad al arrebatármela encerrándome en estas cuatro paredes.

Al momento en que nuestras miradas chocan, se deja caer de rodillas; intenta ayudarme.

Con el poco esfuerzo que me queda, le regalo la sonrisa que nunca vio en estos largos años.

- ¿Pero qué has hecho? - Me toma bruscamente y sé que trata de detener la hemorragia.

<<Muy tarde>>, pienso.

-Buscar mi libertad y mi felicidad. -

- ¿Nunca entendiste que esto se acaba hasta que yo diga?, pobre niña ilusa. – Sonríe, pero sé que ambos sabemos mi destino. - ¿Qué haré esta vez, Alessia? – Pregunta.

Y con mi último aliento digo -Huir. – Cierro los ojos y dejo que la oscuridad me alcance por fin.

A T R A P A D AWhere stories live. Discover now