Capítulo 3: El pequeño Marqués advenedizo.

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Capítulo 3

El pequeño Marqués advenedizo

A veces tienes que olvidar lo que sientes y recordar lo que mereces.

Frida Kahlo-

Cuando Viviana y Jonah descendieron las escaleras que les darían paso al salón de baile, todo el mundo se les quedó mirando. Cada cual más atónito que el anterior. Pero nada superaría las caras de sorpresa de la familia de la joven.

Al verla aparecer con su radiante vestido, brillando ella en su propia naturaleza, del brazo de un hombre al que aparentemente depreciaba, y con una sonrisa que le dividía la cara en dos, todos los que la conocían suficientemente bien supieron dos cosas; la primera que la joven había conseguido algo por lo que había peleado durante mucho tiempo; lo segundo era que tal hazaña no parecía hacerle gracia al caballero cual brazo sujetaba.

La propia Viviana por su parte no estaba solamente feliz, estaba eufórica. Todo lo que siempre había ansiado estaba al simple alcance de su mano, quizás con un poco de ingenio conseguiría que esta vez no se le escapara.

El plan, debía reconocer, estaba un tanto tambaleante, en el sentido de que se le había ocurrido sobre la marcha y su mayor objetivo era conseguir alguna respuesta, por mínima que fuera, de ese hombre. Viviana se repetía y repetía que era una pésima idea, pero si se retractaba, aquel hombre testarudo volvería a retraerse dentro de su coraza y ella jamás tendría las respuestas que necesitaba.

Por esa razón, aguantó magnánimamente durante todo el baile, el banquete y cualquier cosa que se ponía en su camino. Sus hermanos habían intentado acercarse a ella varias veces a lo largo de la noche, pero Viviana nunca había soltado el brazo de Jonah. La duquesa viuda debía estar sufriendo palpitaciones por la manera tan inapropiada en la que se estaba comportando su hija, pero a la susodicha no le importaba.

Más de dos bailes con un mismo caballero en una misma noche, ¡habrase visto! ¡¿Cuándo debemos esperar la propuesta de matrimonio?!

Vivi permitió que las comisuras de sus labios se alzaran levemente al pensamiento de su madre. Katherine era muy calmada, pero el prolongado y descuidado comportamiento de su hija, el desdén que mostraba hacia las reglas de la sociedad, todo aquello acababa con su limitada paciencia.

Si todo va acorde a mi plan, madre- pensó la joven-, muy pronto tendrá esa proposición de matrimonio que tanto busca.

A lo largo de la noche, desgraciadamente, se vio separada de Jonah y rodeada de caballeros de lo más insípidos. Ser una candidata en la temporada era algo que se esperaba de toda jovencita inglesa, tanto de noble cuna como las condenadas hijas de los famosos nuevos ricos. Ser candidata significaba, ante todo, poner una sonrisa en la cara y tratarles con magnanimidad incluso si no inspiraban la más mínima atracción. Porque claro, se había presentado en sociedad con el solo propósito de conseguir un marido, como su madre insistía en recordarle. Pero lo que nadie sabía era que ella había elegido al que sería su futuro marido tiempo atrás, aunque él no lo supiera.

-¿Cómo encuentra la fiesta de su cuñada hasta ahora, milady?- preguntó Lord Hamsmith, el Conde paliducho y sin un penique que se hallaba a su izquierda.

- De maravilla, milord- contestó ella, plantando una sonrisita falsa en su cara-. No me había divertido tanto en mucho tiempo.

Esperando que el Lord se diera por satisfecho, Viviana dirigió su mirada hacia Townshend. El Marqués parecía bastante contento charlando con Isidore Thorne. Estaba así demostrando lo mucho que su educación relucía, puesto que con solo una mirada hacia los sillones en los que las madres de las debutantes habían decidido cotillear aquella noche, Vivi pudo observar a la madre de la muchacha prácticamente relamiéndose los labios. Parecía que aquella noche todo el mundo iba a quedar decepcionado.

Lord and Lady TownshendDonde viven las historias. Descúbrelo ahora