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Mira las figuras amorfas que parecían demonios formándose en el techo de su habitación, como si quisieran materializarse para atormentarle.

Se suponía que era un hombre de bien, o que lo sería. Era joven aún, tenía mucho por vivir y experimentar, pero estaba ahí queriendo convencerse de que no había nada mal en su vida, ni en esa persona que dormía a su lado.

Sólo escucha su respiración calmada, no quiere voltearse a verlo, quería intentar pensar un poco en lo que hacía últimamente. Si siquiera tenía sentido.

¿La emoción del momento lo valía?

Estar estancado entre sus estudios y trabajo y ese hombre que era su amante, no parecía erróneo, aún no en su mente que vivía de mucha adrenalina últimamente. Se preguntaba, como cada madrugada en la que despertaba y ya no podía conciliar el sueño, si lo descubriría alguna vez, si se terminaría convenciendo que esa relación —si es que lo era—, y esa locura eran sólo su perdición.

La idea estaba ahí, flotando entre sus pensamientos, pero su consciencia no parecía hacer su trabajo, se sentía flotando entre los efectos de esos cigarros ilegales y esa maldita sonrisa enferma.

—Deja de moverte.

Su queja no le impide darle la espalda, pero lo empeora porque siente cómo ese cuerpo se apega al suyo, pegando ambas pieles, aprovechando la noche y esas horas de privacidad que les eran obsequiadas.

—Duérmete, cariño.

Y no sabe si lo confunde en sueños, o es que realmente habían llegado al punto en el que se decían cosas cariñosas.

Termina sentándose, hastiado de sólo vivir de preguntas y esas respuestas ambiguas que ese idiota le metía en la cabeza. Estaba cansado de no poder dormir cada maldita noche, desde hacía tres meses que apenas y pegaba el ojo un par de horas, y el maquillaje ya era insuficiente.

Y el maldito mundo no podía sospechar, porque sería su fin. Porque lo que hacía estaba mal.

Malditos tragos.

Maldito cumpleaños.

Maldita sea todo.

Y el maldito universo parecía estar de acuerdo con que eso sucediera, cuantas veces quisieran.

Su mundo se había tambaleado desde que llegó el nuevo novio de su hermana, y ahora sus padres parecían viajar más seguido, confiándole la casa —increíblemente—, y su hermana que se iba de fiestas con sus amigos y novio, terminando tan etílica que ni recordaba su propio nombre, y su novio responsable llevándola a casa, siempre. Su novio que ahora era su prometido.

Sólo faltaban días para que ese matrimonio se convierta en su infierno.

* * *


Hola, ¿cómo están?

Bueno les traigo en esta ocación un fic corto, que tendrá como 4 capitulos a lo mucho.

De ante mano les agradezco su apoyo <3

So YoungWhere stories live. Discover now