II

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* * *

Sus planes habían cambiado, su fiesta de cumpleaños debía esperar, y él se sentía con exceso de energía que había estado ahorrando para salir esa noche y dejar su virginidad en la historia con la prima de su mejor amigo, todo había estado tan bien planificado. Ahora estaba sentado en ese viejo sillón, mirando el televisor, con una botella de jugo de frutas y un montón de palomitas de maíz que había preparado para no morir de hambre.

Tantos planes y ahora estaba tan aburrido, y dolido.

Que la madre de Moonkyu, su mejor amigo, decidiera llevarlo a un maldito campamento de vacaciones, matando cada uno de sus planes y sus malditas ilusiones de ser feliz, al menos esa noche, en su aburrida vida del chico aplicado en el instituto, que tenía además un cupo reservado en la universidad.

Un día de diversión, y su vida habría cambiado, mucho. Sin embargo ahí estaba, condenado a vivir bajo la sombra de la vida desenfrenada que llevaba su hermana mayor y las constantes huidas de sus padres para no enfrentar la realidad. ¿Y él?

¿A alguien le importaba él?

La puerta se abre y ve a Jieun entrar junto a su novio. ¿Sería uno nuevo o ya lo había visto antes?

—Creí que saldrías —Jieun pasa por su lado, desordenándole el cabello, extrañamente, porque nunca lo hacía—. ¿Qué pasó?

—La mamá de Moonkyu decidió dejarlo en un campamento vacacional.

—Mierda, Taem, lo siento.

Ella busca en su bolso y Taemin nota que ella intenta mantenerse firme, quizá para que no se diera cuenta de que ya llevaba tragos encima.

—Toma, feliz cumpleaños.

Se le queda mirando sorprendido, era una pequeña caja alargada, era el primer regalo que le daba después de tantos años de pasar desapercibido.

—¿Cómo lo recordaste?

—En realidad, Minho me dijo.

Se voltea y mira al chico que se había quedado parado en la puerta. Claro. Él estuvo aquella noche en la que pedía permiso a sus padres para ir a la fiesta que Moonkyu le había preparado. Claro, ¿cuánto tiempo ya le había durado ese novio?

¿Un mes, dos, o eran más?

—Gracias.

Abre el obsequio desviando la mirada. De todos los novios que había llevado su hermana, Minho había sido el único que le había parecido atractivo de verdad. Aquel muchacho al que se le había quedado mirando embobado, que le había llenado de muchas dudas la cabeza.

Él tenía 17 y Minho ya debía tener 25. Trabajaba y estudiaba, les había contado a sus padres. Era muy responsable y atento, les había dicho.

Nunca antes había visto que ella llegara a presentar a algún chico a sus padres, ellos y ella lo sabían, todos eran pasajeros. La constante búsqueda de pareja les había hecho entender que quizá ninguno se quedaría, no al menos en esa época de su vida.

Taemin había asumido su papel de hermano mayor a la perfección, él se hacía cargo de ser el ejemplo en la casa.

Y no tuvo que preguntar quién había elegido el modelo de aquel bello reloj deportivo. Levanta la mirada y se encuentra con la atenta mirada del novio de su hermana.

So YoungWhere stories live. Discover now