IV

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* * *

Minho le mira con culpa, ella que se lo carcomía últimamente. Seguramente Taemin creía que era un hijo de puta desalmado por estar metiéndose entre sus pensamientos, sentimientos, y hasta entre sus piernas, últimamente.

—Lo lamento, en serio.

Se disculpa sabiendo, y suponiendo, cuál era el problema, la razón por la que estaba tan molesto. No era necesario preguntar ni hacer que renegara más de lo que ya hacía.

Taemin que se arriesgaba en todo momento para que funcionara, y él continuaba perdido entre sus pensamientos, entre buscar maneras de terminar esa relación que sólo se había complicado con el pasar de los días.

¿Cómo terminar con alguien que le repetía día a día que era su razón de vida, que gracias a él su vida había cambiado, y encima decirle que estaba enamorado de su hermano?

Aunque según su punto de vista todo seguía igual, sólo que Jieun había terminado la carrera que quiso dejar en un momento de locura de su vida.

Mira el cuerpo menudo de Taemin, y su espalda encorvada, y sus brazos tensos, seguramente intentando contener la rabia.

Y sabía que cometía el error de no decirle cuál era su problema con Jieun, sólo que cada que intentaba terminar ella salía con alguna razón para no terminar, siempre. Todo había empeorado desde que se le metió juntar a ambas familias al organizar la boda, de la que nunca estuvo seguro, aunque quiso creerlo, pero no fue suficiente. No cuando lo vio el día de su compromiso, y en sus ojos pudo ver que le había afectado, fue cuando se dio cuenta de que no era que Taemin era indiferente a lo que había pasado aquella noche, le había afectado tanto como a él.

La esperanza de poder tener algo con él había explotado en su interior, habiéndole cegado, habiendo recompuesto su corazón, y sintió la calidez de esa esperanza remendando lo en su arrepentimiento había bebido creyendo que así rasgaría de una maldita vez esa locura que tejía en su mente sin detenerse, y en tan poco tiempo.

Desde que lo había visto, aquella noche en la que fue a dejar a Jieun por primera vez a su casa. Y habían entrado a la sala, le había visto durmiendo en el sillón, y ella le había dicho que no había nadie en casa.

Se había apiadado de él y fue a cubrirle con una manta, habiendo logrado que sonriera entre sueños, provocando cosas que jamás creyó que podría sentir de esa manera.

Parecía estúpido y algo de adolescentes, pero había ocurrido... en su corazón.

Seguro él ni tenía idea de aquello, pero quería tener más tiempo para estar a su lado y poder contarle cómo se había enamorado de él, casi mágicamente. Él era mágico, le volvía loco y le hacía pensar como un tonto adolescente, sacaba lo mejor de sí.

Y si se trataba de cambios, debía admitir que pudo aprender a divertirse sin tragos de por medio, que él y su compañía parecían más embriagantes que alguno de esos alucinógenos que anduvo buscando al creer que sólo de esa forma encontraría diversión y sentido.

Taemin no le pedía nada absolutamente, pero podía aprender de él, y lo hizo, supo que la locura podía desatarse en una sola mirada suya, que no necesitaba buscar afuera, lo que debió buscar hace mucho en su interior. Enamorarse de él fue lo mejor que le había pasado.

—Ya no lo aguanto —siente cómo su corazón se estruja al escuchar su voz quebrantada, y siente que se detiene de detenerle cuando él se voltea mirándole con tristeza cayendo por sus mejillas—. Deja de jugar conmigo, deja de prometerme que mañana terminarás esa relación, deja de ilusionarme con algo que nunca harás.

So YoungWhere stories live. Discover now