* * *
Camina con calma, o quizá miedo, rumbo a enfrentar ese volcán que Minho había encendido y sin previo aviso. Y aunque sentía que moría de miedo, también sentía felicidad porque Minho le había demostrado que le quería, que no era lo que había estado temiendo.
No había estado jugando con él.
Ahora si podía enfrentarse al mundo, a su familia, a quien fuera. Ahora estaba más seguro de que era correspondido y que si nadie entendía, quizá lo harían con el tiempo, pero él había encontrado su lugar al lado de ese hombre algo distraído, que no recordaba fechas, pero que llegaba de repente con cosas que no cualquiera haría.
Le había dicho que fueran a comer hamburguesas y ahí estaba, sujetando una pequeña caja que contenía una esclava en la que hizo grabar la inicial de ambos. Era su primer mes, aunque no fuesen novios oficialmente, ese día, esa fecha, significaba demasiado.
Y no importaba si Minho lo recordaba o no, pero quería que supiese que para él si era importante.
Su móvil se mueve en sus bolsillos y abre el mensaje.
<<Pequeño estoy en un bar, vienes? Estoy con unos amigos, sólo estaremos un momento y luego vamos por las hamburguesas ;) >>
Era Minho, seguro se había ido allí con sus amigos de trabajo. Era tan difícil entenderle a veces, tan difícil como tener un novio que trabajaba y ya había terminado de estudiar, que solía salir a beber a veces con su jefe. Tan diferente a tener a alguien de su edad que tendría que pedir permiso y estarían coordinando horarios y todo.
<<Envíame la dirección>>
Pero su corazón ni siquiera se quejaba, porque él era tan atento, tan dulce y amable. Era su sol.
Toma un taxi y cuando llega él está afuera esperándole. Le sonríe y se acerca con algo de miedo, no quería importunarlo, o que alguien se enterarse que tenían algo y pudieran ir con el chisme donde Jieun.
Era un bar del que él no le había hablado antes, ni siquiera había escuchado el nombre, pero ahí estaban. Minho se acerca y sujeta con suavidad su rostro y le besa. Taemin siente que vuela, porque era una locura estar con alguien como él, tan impredecible, tan correcto a veces, tan chiquillo irresponsable otras.
—¿Entramos?
—¿Min, tus amigos saben que tenemos algo? —cuestiona para no cometer un error del que se lamentaría—. Para saber cómo comportarme.
Minho le sonríe de costado y se acerca a besarle la mejilla, en lo que sujetaba su mano y entraban juntos.
¿Y eso qué significaba?
—Feliz primer mesiversario —Taemin se queda mirando el lugar con sorpresa y con ganas de querer morir, pero de amor.
Había sólo una persona ahí, el barman que le sonreía y encendía las velita de aquel pastel pequeño lleno de dulces diminutos de muchos colores. Y la música, esas baladas en inglés que tanto había escuchado con él en esas noches que compartían audífonos y no quería que saliera el sol.
Y sintió un nudo en la garganta.
—Minho...
—Ven, te presento a mi hermano, Minseok.
Eso le asusta y le emociona a la vez.
—Hola Taem, Minho me ha hablado mucho de ti.