Secuela: "Take me home"

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El sonido de la lluvia cayendo y haciendo charquitos en la tierra que despide un olor a hierba y naturaleza mezclado con almizcle y madera mojada es de cierto modo relajante y le hace olvidarse de todo lo que esos meses ha pasado. Apenas ha descansado en esos días, mucho trabajo y pocas energías no son una buena combinación, pero sus preocupaciones siguen ahí, asechándolo cuando se permite sentirse demasiado desdichado. El calor del suéter de lana no es suficiente para calmar la sensación de estar solo y aunque añora la calidez de su alfa sabe que no es capaz de mirar enteramente a esos recuerdos o el dolor podría hacerlo doblegar de la decisión que tomó todos esos meses atrás.

Collins está bastante entrado en su gestación y como todo omega en estado, necesita de su alfa y muchas veces yace en la cama vieja de aquella cabaña con goteras por doquier y trata de encontrar calor entre las escasas colchas que no le protegen completamente del frío y que no se equiparan ni por un segundo al calor que Farrier emitía al tenerlo pegado a su cuerpo.

Los primeros días habían sido una elusión de feromonas, envuelto en la protección de su alfa y lo bien que se sentía una marca en su cuello, pero pronto había acabado todo eso, tuvo que enfrentar las consecuencias de presentar como omega a una edad tardía, estando en una base militar de pilotos en la cual no admitían a los de su especie.

Por su bien, se tomó el té aunque este se había entibiado ya por haberlo dejado olvidado mientras miraba el campo empaparse hasta las raíces. Sorbió la nariz y se sobó el vientre para asegurarse que su bebé estuviera tranquilo y cálido. Lo había mantenido despierto toda la noche, moviéndose inquieto como si presintiera que algo estaba por suceder. Él mismo tenía el presentimiento de que algo estaba por pasar, pero en ese lugar mucho no sucedía. La señora que le había vendido la casa y le había dejado sus animales se había mudado a la ciudad con su hija, una beta muy amable quien le aseguró que lo visitaría en cuanto estuvieran estables en la ciudad. No esperaba su visita, aunque realmente algo de compañía no le vendría mal. Con los únicos que hablaba era con el par de patos que rondaban en la parte trasera de la casa y las gallinas que le recibían con cacaraqueas cada que les iba a dar de comer. La cabra y su cabrito lo seguían a todos lados y de vez en cuando, el cerdo se escapaba de su corral y lo seguía incansablemente como una especie de can. Le ablandaba el corazón el cariño de esos animales, aunque cuidarlos se había vuelto una tarea difícil y mientras no quisiera venderlos o no hubiese quien los comprara, eran su responsabilidad y a duras penas podía cuidarse él mismo con un vientre de siete meses, lo que a veces lo hacía perder el valor y la templanza y se echaba a llorar sin consuelo alguno hasta que se quedaba dormido, cansado emocionalmente y alguna que otra vez hambriento.

Su tiempo en la RAF y los años de dura niñez en su familia, lo habían vuelto capaz de vivir en soledad, valerse por sí mismo y encontrarle soluciones a sus problemas, sin importar del tipo que fuesen, pero jamás había tenido que estar en la situación de tener un bebé en el vientre y tener que valerse de esa forma, trabajar, cuidar de animales y todo estando lejos de su alfa.

El último doctor que había podido pagar para tener una revisión, cuando apenas se había dado cuenta que algo extraño estaba pasando con su cuerpo, le había mencionado que estar lejos de su alfa mientras gestaba le iba a ocasionar grandes problemas y que sería incluso peligroso hacerlo, pero contra toda indicación, se armó de valor y se arriesgó a viajar y trabajar hasta que el vientre se le notó y ya nadie más había querido contratarlo, usó lo que tenía para comprar un lugar pequeño en el cual vivir y aunque veces la realidad lo angustiaba demasiado, ahí estaba, con un vientre enorme y a pocos meses de dar a luz.

No era tonto y tampoco creía en cuentos de hadas, él había escuchado las historias, sabía lo que sucedía si un omega no tenía a su alfa, las complicaciones podrían ser severas, los riesgos altos y le daba miedo lo que le deparaba en la hora del parto, pero se tragaba sus inquietudes y se dedicaba a surcar la tierra, a practicar las cosas que su madre le había enseñado cuando había estado enfermo por bastante tiempo, incapaz de salir de cama o de hacer otra cosa. Lo había instruido en el arte de hacer crecer plantas herbales y pequeñas hortalizas, jamás pensó que aquello le fuese a servir de un modo u otro ahora que tenía que aprender a sobrevivir por sí solo. La compañía de sus no tan silenciosos animales lo sosegaba en días en que la soledad lo lastimaba.

Ahora mi corazón está lleno [Dunkirk2017 AU]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora