Sus voces se escuchaban desde el exterior, los arañazos en las paredes y ventanas llegaban a mis oidos, apreté los puños.
Miré con preocupación a Aria, ella me devolvió la mirada sin saber qué hacer.
¿Cuándo se irán?
¿Y por qué fue que vinieron?
Sería bueno comenzar por explicar qué es la sociedad Crow, pero aquello no formaba parte de mis conocimientos, y quizás era mejor así. Tan solo quizás.
Lo poco que sabía, era que Crow mataba, y luego te convertias, algunos dicen que es una enfermedad desconocida, otros que es brujería, unos dicen que la única salvación viene de una deidad o algún ser divino, y otros creen que un genio de la ciencia encontraría una cura...
Algunos comenzaban a perder la cordura.
—¿Cuánto tiempo estaremos así? -Mis palabras fueron brutalmente impacientes.
—¿Te parece que yo lo sé todo? —Su malhumor había durado días.
Con un poco de temor hice la siguiente pregunta, aunque sabía que tampoco sería respondida -¿Crees que Axel vuelva pronto?-Me esperaba otra respuesta de mala gana, sin embargo en su voz pude notar cierta preocupación.
—Eso espero.
Me miré las botas industriales que llevaba puestas, eran buenas para aplastar cráneos y patear narices, me facilitaban muchas cosas, además del hecho de no tener que preocuparme si llegara a pisar un cadáver o algo similar, eran gruesas y mantenían lejos de mis pies aquellas cosas desagradables, en los nudillos de las manos llevaba unos anillos con púas, lucían algo exagerados en mí, pero de que son útiles, sí que lo son.
Por precaución poseía una bellísima Claymore enfundada y atada a mi cintura, fue el arma predilecta de Bruce hasta que le llego el día final, y me la obsequió junto con la orden de sobrevivir y matar, recordaba sus ojos azulados, y sus mirada nostálgica como la de un viejo sabio que reconoce cuándo es momento de partir.
Me puse de pie dejando a Aria en aquella habitación y bajé lentamente las escaleras, estaban a oscuras pero podía adivinar dónde ponía los pies y sostenerme del pasamanos si llegaba a tropezar.
Una bombilla de luz colgaba de la cadena del techo, se mecía lentamente, rechinaba de una manera que me erizaba los cabellos de la nuca.
Llegué al descansillo de la escalera y me detuve, sopesando la opción de ir en busca de Axel...
Un sonido me sacó de mis pensamientos haciéndome dar un respingo, era el sonido que un canino hace al olisquear algún objeto, la sangre se me congeló cuando sentí su aliento en mi rostro... Que alguien me explique qué perro de mierda puede ser tan alto.
Di un puñetazo a ciegas, sentí mis nudillos hundirse en una piel viscosa y pútrida, el bombillo de luz volvió a mecerse, escuché un gruñido, el aliento con olor a cadáver de 2 semanas golpeó contra mi rostro, lancé una patada acerté a dar contra el pecho de aquel animal, que perro no me parecía ni de lejos.
Sabía que una riña en las escaleras no era lo más aconsejable si tomamos en cuenta que nos encontramos en el tercer piso de un hotel derruido.
Una pata del tamaño de mi antebrazo golpeó torpemente mi pierna derecha, inevitablemente caí de espaldas contra la pared, divisé unos colmillos amarillentos cercanos a mi rostro en cuanto mis ojos se adaptaron a tal oscuridad.
Matar animales jamás ha sido algo agradable para mí. Pero morir no me parece reconfortante, por lo menos no entre las fauces de un perro putrefacto salido del infierno.
Desfunde velozmente mi Claymore, la perfección de su hoja doble filo separó la cabeza del cuerpo de aquel animal con un solo tajo.
Escuché su cráneo rodar escaleras abajo, su cuerpo, enorme y carcomido por los insectos cayó frente mío, completa e indudablemente inerte.
Aria me miraba con la boca abierta.
—¿Qué, pensabas que solo la tenía ahí de adorno? —Pregunté poniéndome de pie. Guardé mi espada en su funda, y miré a Aria, seguía con la misma expresión.
—¿Todo bien? —Ella salió de su ensimismamiento dando un respingo.
—Claro... solo... ¿Cómo fue que eso entró al refugio?
—Quizás... sea mejor irnos de aquí.
Es cierto, tal vez mi decisión sonaba un tanto repentina, pero si una bestia como esa había logrado burlar la seguridad del refugio, pronto lo harían todas las demás.
—Aria—La llamé —Anda por las mochilas, nos largamos en éste instante, ya hallaremos a Axel en la marcha. . .
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Tierras del Caos: Sociedad Crow.
Science FictionEl mundo estaba dividido. Y por lo tanto, también estaba roto. Recordaba sangre, dolor, gritos de agonía, y muerte. El humo decoraba un panorama lúgubre. El deseo de poder y de libertad, la opresión, la codicia, el descontrol, llevaron al mundo a...