El bus paró junto a la señal que indicaba que lo hiciera, roja escarlata. En la calle no habían señales de fraternidad ni bienvenida a la pelinegra, simplemente una calle solitaria con una viejita entrando a la ferretería de la esquina. Esto no le pareció extraño ni menos diferente a sus expectativas, sabía perfectamente que todos se encontrarían en el juego ode fútbol comunitario en el que participarían todos a excepción de la barra, los que decidieron no hacer el ridículo.
La primera parada de la muchacha fue la casa de su madre, cuyas llaves las llevaba en el bolsillo desde los seis años en los que no había vuelto a su ciudad de origen. Giró la perilla y la puerta logró abrirse sin ninguna dificultad.
La alfombra se esparcía por el suelo, hasta llegar al límite establecido por las paredes, de un color verde al que Liz le gustaba llamar "color-hola-me-morí-hace-dos-semanas". Pero era un color al que estaba acostumbrada, le era indiferente ya si su madre decidía o no cambiarlas.
Al llegar a un lugar luego de mucho, lo primero que uno tiene que hacer es adaptarse, unirse a la corriente. Por primera vez en siete años, a Liz se le dificultó la tarea.
Todos viroteaban a los jugadores, entre los que pudo reconocer a unos escasos. Lo primero que se le ocurrió hacer es sentarse en las gradas más próximas, las del equipo que iba perdiendo. En ellas el ruido cumplia con su presencia así como el oxígeno, por mucho que ese equipo era el menos bueno, sus "porristas" si lo eran.
-COÑO, TRAVIS, NO SABES JUGAR
-ENTOSCES HAZLO TÚ, PERRA ENVIDIOSA -le respondió el pelinegro desde el campo, con la cara roja y el sudor corriéndole por... Bueno, todo el cuerpo
La recién llegada se limitó a contener la risa, dando a suerte si notificaban su presencia.
-PUES LO HARÉ, EH, A LA BANCA, PENNY LES MOSTRARA COMO SE HACE
Entonces fue cuando los murmullos empezaron, pero nadie se acercaba a donde se encontraba Liz.
Mientras tanto, muy digna, Penélope -una castaña de piel algo oscura-, arrebató a Travis su puesto en la defensoría del equipo. Entonces una rubia se acercó por adelante a Liz, impidiéndole seguir viendo el juego. Mostraba los dientes y parecía que estuviera emocionada, pero había algo que le advertía a la recién llegada que no era así.
Era Bárbara de la escuela.
-¿qué haces aquí? Pensaba que te habías...
-ese rumor es falso -nuestra recién llegada se levanta y le envuelve en un abrazo- también te extrañé, GASI
-¿qué dices? -de alguna manera, logró haberse librado de Liz.
Coño.
No.
Era.
Barb.
Era.
Rox.
Anne.
La.
Gran.
Plástica.
Puta.
Por un lado, se notaban las risas más que reconocibles del grupo de personas que se atreven a ponerse una camisa de "sinsajo" a un partido de fútbol comunitario así como lo hicieron en el estreno de la misma película. Otras como Samantha, que demostraba su amor por "Patch" usando un par de pendientes hechos de plumas negras. Así fue como pudo encontrar Liz una excusa para acercarse a ellos y evitar a Roxanne, despidiéndose de ella con un movimiento de manos nervioso.
-todavía no me has prestado Hush Hush
-porque todavía no te conozc... ¡BUTTERCUP! ¡CHRISTINA, ES LI-
-¡COSA MARRÓN! -explotó Tina junto a Sam, ambas abrazándola entonces
-¿marrón? ¿Esa no es...?
Los murmullos no tardaron en volver a comenzar, todos o al menos su mayoría referidos a la famosa figura de Liz, renaciendo como un fénix. Algunos se acercaban y saludaban con "cariño", pero mejor permanecer quieto a hipócrita para algunos. El «¿qué hace aquí?» Y «se suponía que estaba de sabático por el resto de su vida» eran dos de las frases más repetidas en todo el patio y la tensión pasó de ser enfocada de un balón, a una persona.
Quizás dos.
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Welcome to reality
Hài hước¿Cómo reaccionarías si tu mejor amiga volviera de unas vacaciones bastante prolongadas para no irse jamás? Las cosas cambian, cariño, y a algunas personas les gusta aprender sus lecciones de la manera difícil.