CAPÍTULO 27

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-¡Hola!- me sonrió, haciendo notar sus pómulos rojizos.

-Qué bueno que llegaste- dije y lo jalé de la mano para sentarlo conmigo.

-Dime, ¿qué pasa?

-Bueno, tengo un muy, muy, grave problema- farfullé.

Sus cejas se elevaron al mismo tiempo en un gesto de sorpresa pero luego pasó a ser un ceño fruncido bañado de un matiz de preocupación.

-¿Qué tipo de problema? ¿Qué es?- inquirió, visiblemente atento.

-Bueno, ¿prefieres que te lo diga sin tantos rodeos?- pregunté, a lo mejor así era más fácil para mí.

Asintió.

-Creo que me gusta tu hermano- dije, casi hablando entre dientes, consumida por la vergüenza.

-¡¿Qué te gusta quién?!- sus marrones ojos se abrieron al igual que su boca.

-No me hagas repetirlo- lo fulminé con la mirada.

-¿Estás enamorada de Austin?- preguntó y su voz se mezcló con alguna chispa de arrebato repentino.

-No, no, no-gesticulé-. Enamorada, no- negué rotundamente, meneando la cabeza-. Sólo, me gusta… mucho- admití, ruborizándome.

-Vaya- se recargó con aplomo sobre el respaldo metálico de la banca-. Ahora somos compañeros del mismo dolor- bromeó.

-Alex, no estoy enamorada de tu hermano- volví a especificar.

-No por ahora.

Le fruncí el ceño y el rio.

-Vamos, cuéntame cómo ocurrió- me palmeó la pierna cariñosamente.

-Bueno- suspiré-, creo que fue desde que lo vi. Mira, yo no creo en el amor a primera vista, pero cuando vi a Austin, me atrajo al instante. Tu hermano es muy apuesto.

-Ya he oído eso- musitó Alex.

-Bueno, tú no te quedas atrás- admití.

-Gracias. Continua.

-Él no me dijo que era novio de Taylor, y Taylor tampoco me mencionó que tenía uno; así que mis pensamientos volaron libremente y entonces chocaron contra una dura pared cuando me enteré de que ellos eran pareja.

-¿Cómo te enteraste?

-Oí a Taylor decirle ‘amor’ y luego besarlo.

-Oh- musitó y quiso fingir indiferencia, pero fue notable que le dolió. Capté entonces que debía guardarme comentarios como ese.

Continué.

-Luego Taylor me explicó que lo eran y… yo comencé a convivir con Austin, ya sabes, mientras espera a que Taylor llegue del trabajo y eso; luego…

-Espera, espera- me interrumpió-. ¿Cómo que convives con Austin mientras espera a que Taylor llegue?

-Sí, bueno, Taylor llega a las ocho de la noche y Austin va a las siete al departamento.

-¿Por qué hace eso?- preguntó, confundido.

-Dice que es agradable estar allí- me encogí de hombros.

La cabeza de Alex se meneó y luego soltó una risita junto con un resuello.

-Continúa, continúa- me instó.

-Bueno, empecé a convivir con él, llevarnos bien es fácil, es agradable y divertido, pero mientras más convivíamos, empecé a sentir cosas por él.

-¿Cosas?

-Sí, ya sabes, ese tipo de cosas- me encogí de hombros.

-¿El cosquilleo en el estómago, la sonrisa idio’ta en el rostro, el latir inoportuno del corazón, el enrojecimiento de mejillas y las ridículas ganas de verle el rostro a cada instante de cada día?

-Eso… mismo.

-¿Ó esas ganas abrasadoras de ser tú quien en vez de ella, esos molestos pinchazos en el interior que te fruncen el ceño cuando los ves tomados de la mano, riendo y platicando, y esas oleadas repentinas de tristeza cuando por accidente los descubres besándose?

-Sí- musité.

-Querida mía- se acomodó para mirarme de frente y me miró con un gesto divertido y a la vez compasivo-. Lamento confirmarte que estás enamorada- me hizo un cariño en la barbilla.

-¡¿Qué?!- chillé, atónita.

-¿Por qué no?- preguntó, sumamente tranquilo.

-¡Porque es novio de mi mejor amiga!- vociferé como si fuese obvio-. No debo, no puedo- negué con la cabeza, frenéticamente.

-Uno no decide de quien enamorarse- suspiró-. Y si no, mírame a mí: no debo ni puedo estar enamorado de Taylor, y lo estoy- se encogió de hombros.

-¿Por qué lo tomas con tanta tranquilidad?- vociferé, casi queriéndole sacudir de los hombros.

-Porque no voy a ponerme a llorar ni a atormentarme. ¿Qué más puedo hacer si no es aceptar y vivir con eso? Aunque me duela.

-Y bastante- admití, ahora caía en la cuenta del porqué es que lo entendía desde un principio.

-Ahora sé por qué nunca me juzgaste- dijo, adivinando mi pensamiento.

-¿Y qué vamos a hacer ahora?- pregunté, derrotada ante el sentimiento.

-Tratar de separarlos y hacer que Austin te ame a ti y que Taylor me ame a mí- dijo.

-¿Qué?- le miré, con desdén, crédula.

-Sabes que eso fue sarcasmo, ¿verdad? No vamos a hacer nada, no podemos hacer nada- musitó, lleno de aplomo.

-Por un segundo lo creí- susurré, recargando mi espalda en el respaldo de la silla y cruzándome de brazos.

“Y me gustó” completó una vocecilla en mi cabeza.

-¿Te digo algo?- dije, ignorándola.

-Dime- me miró.

-Creo que Austin se…- me daba vergüenza decir eso, porque seguro Alex pensaría que estaba loca o demasiado enamorada y ya comenzaba a alucinar.

-Se… ¿qué?- me instó.

-Se pone un poco celoso cuando me ve con David- terminé diciendo como quien no quiere la cosa.

-¿David? ¿El vecino de Taylor?

-Ajá.

-¿Por qué se pondría celoso?- preguntó, con los ojos inquisidores.

-No sé- dije, aunque sí sabía, o al menos, quería creerme lo que pensaba. Que yo de alguna forma le atraía-. Pero he notado que cada vez que tomo a David de la mano y que le doy un beso en la mejilla o que David me corteja, Austin no parece muy contento- admití.

-¿Te gusta David?- preguntó y me hizo recordar cuando Austin lo hizo también.

-Es agradable, pero lo profiero como amigo.

-Entonces, déjame adivinar, ¿utilizas a David para darle celos a Austin?- me reprochó.

Lo primero que pensé en decir fue ‘No’, pero luego, cuando lo pensé más, decir ‘No’ sería completamente falso; porque consciente o inconsciente, yo hacía aquello para ver el ceño fruncido de Austin en su rostro y luego sentirme bien al saber, o mejor dicho, creer, que yo le robaba algún tipo de sentimiento de inquietud.

Alex interpretó mi silencio.

-Selena, eso no se hace- me regañó, como un padre a una hija, o como un hermano mayor.

-La mayoría del tiempo no lo hago a propósito- susurré.

-Y Austin no tiene porqué ponerse celoso- reflexionó-. Esto está muy, pero muy raro- se rascó la barbilla, como pensando y yo sólo me dejé caer de nuevo sobre el respaldo, suspirando. No quería hacerme ilusiones, no debía.

EL MANUAL DE LO PROHIBIDO (Selena Gomez y Austin Mahone)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora