Epilogo

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Sus ojos se perdieron en la inmensidad del vacío de su alma, rojos y sin vida; estaba claro, había muerto, su boca derramaba sangre y de su abdomen no dejaba de chorrear aquel liquido rojo. Estaba muerto, ella lo había provocado, el arma homicida estaba en sus manos. Vio la navaja romper la capa de piel, lento, suavemente; había cumplido, oficialmente estaba involucrada, el temblor en su cuerpo tardo en llegar, era demasiado tarde, lo había matado.

No tardo en que se escucharan las sirenas, y sus pies en despegarse del suelo, su cuerpo comenzo a temblar y cuando estubo lo suficientemente lejos de la escena del crimen enfundo el arma. No tenia miedo, ni remordimiento, estaba tranquila

¿Y lo peor de todo? Lo había disfrutado.


Los ojos del diabloWhere stories live. Discover now