Capítulo 2

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Edgeworth siempre odió los hospitales.

Desde que despertó en uno luego de la muerte de su padre, el fiscal siempre experimentó una sensación de inquietud cuando estaba en dicho lugar. Le hacían sentir extrañamente vulnerable y expuesto. Edgeworth normalmente dejaba que un detective se hiciera cargo de cualquier información relacionada con los hospitales que podría ser requerida para alguna investigación. Si el fiscal iba personalmente, estaría demasiado tenso y malhumorado como para hacer cualquier cosa. Pero en esta ocasión, enviar a un detective se sentía... mal.

Por eso, Edgeworth se encontraba sentado, tenso e incómodo, al lado de un inconsciente Wright.

Por enésima vez ese día, Edgeworth repasó mentalmente la situación actual. Wright había estado encerrado en un congelador con un tanque de oxígeno durante un tiempo desconocido. El tanque estaba vacío cuando la policía lo había descubierto, y no se sabía cuánto tiempo había pasado desde que se había agotado el oxígeno. Wright se había desmayado en la escena, y cuando la policía comenzó a investigar el área, Edgeworth había escoltado al abogado de la ambulancia hasta el hospital.

Al llegar, la revisión médica no fue alentadora. La exposición a temperaturas extremas debido al congelador había hecho que la temperatura corporal de Wright fuera extremadamente baja. No solo eso, sino que el oxígeno en su sangre había disminuido considerablemente. Además, a medida que la revisión continuó, se descubrió que Wright también había sufrido varias fracturas de huesos: cuatro costillas, tres dedos y su fémur derecho. Su brazo izquierdo también había sido dañado, pero solo fue dislocado. Al parecer, el abogado había pasado por varias horas infernales antes de haber sido encerrado en el congelador.

El hospital rápidamente le había dado una cama a Wright, le conectaron a un tanque de oxígeno y le habían cubierto con mantas extra. En este momento, el doctor lo estaba monitoreando para detectar signos de hipotermia. Por suerte no llegaría a algo tan serio.

Edgeworth deseaba que no llegara a algo tan serio.

Un movimiento regresó a Edgeworth al presente. Al echar un vistazo, vio que Wright se movía de manera inquieta en su sueño. Se calmó después de unos momentos, y luego abrió los ojos con lentitud.

Phoenix parpadeó para que sus ojos pudiesen adaptarse a los focos fluorescentes del techo. Su mano temblorosa se acercó a su cara, tirando débilmente de la máscara de oxígeno que le cubría la boca y la nariz.

Edgeworth, viendo sus intentos, se inclinó hacia adelante y le ayudó a quitarse la máscara.

—Listo, Wright.

—¿E-Edgeworth? — La voz de Phoenix era débil, y parecía más un susurro rasposo que cualquier otra cosa — ¿Dónde estoy?

—Estás en un hospital —le respondió quedamente— Fuiste traído aquí después de que te encontráramos.

Phoenix tembló un poco.

—Tengo frío.

—El doctor dijo que un escalofrío persistente por un tiempo, debido a... lo que sucedió.

—O-Oh.

La voz de Phoenix se escuchaba ahora aún más débil, y sus temblores se elevaban. Su respiración se dificultaba, soltando pequeños y dolorosos jadeos como prueba de ello. Rápidamente, Edgeworth volvió a colocar la máscara de oxígeno sobre la cara del abogado.

Mientras Phoenix daba profundas respiraciones en la mascarilla, Edgeworth se reclinó en su asiento. Apartó la vista, tratando de encontrar la manera más amable de decir lo que necesitaba decir. Iba a ser doloroso sin importar lo que dijera, y sabía que debía esperar un poco, pero esto no podía esperar. No si quería ponerse a trabajar de inmediato.

Edgeworth carraspeó con suavidad su garganta. Cuando vio que la atención del otro hombre se centró en él, el fiscal dijo:

—Wright, necesito saber qué te pasó.

Phoenix lo miró desconcertado, y luego indicó su mascarilla. Edgeworth la retiró.

—Pero creí que ya lo sabías —dijo el abogado— Quiero decir, me encontraste.

Edgeworth negó con la cabeza. Buscó en uno de sus bolsillos y sacó un pequeño objeto rectangular: una grabadora.

—El departamento de policía recibió una llamada en la mañana. Fue grabada inmediatamente  y enviada a mí.

El fiscal colocó la grabadora sobre la mesita junto a la cama de Phoenix y presionó PLAY. Hubo estática, y luego se escuchó una voz, obviamente distorsionada por algún tipo de dispositivo.

"1291 de Lark Street. Y me daría prisa si fuera usted" —Una risa divertida— "O de lo contrario, irá a rescatar a un hombre muerto en lugar de uno vivo."

Congelado [WrightWorth / Narumitsu]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora