I (Parte tres)

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Uno de los hermanos se levantó del sofá y la empujó hacía la chimenea.

 

—Acércate al fuego, para calentarte —su voz ronca, parecía chocolate derretido.

¡Oh, Señor! Debo estar soñando.

—¿Cuál de los hermanos eres tú? —preguntó, vacilando por un momento.

—Soy Louis —le sonrió ampliamente. Tiró ligeramente de su mano y ella le dejó acercarla al fuego.

 

Louis era tan grande como Harry. La única diferencia entre ellos eran los ojos. Ambos tenían el castaño, aunque Louis no tenia rulos,  Harry tenía ojos verdes y Louis, azules.

 

Los ojos de Zayn eran de un color miel, claro y fríos, era un poco más ligero que sus hermanos y su pelo negro y corto. Tenía una mirada salvaje, bárbara, era el tipo de hombre que una mujer quería domar instintivamente. Parecía el más joven, pero ________ no estaba segura. Todos eran atractivos, con edades cercanas, mientras que Harry debía ser el mayor.

 

Louis la hizo sentarse en una butaca, cerca del fuego. Después, estiró las manos al fuego, dejando al calor difundirse por el cuerpo.

 

Estaba nerviosa. Todos la miraban fijamente. Podía sentirlos. Todos la habrían visto desnuda. ¿Era por eso qué la miraban con tal intensidad?

 

Harry alimentó el fuego.

 

—¿Qué te pasó, ________? ¿Por qué estabas caída en el foso? Ni siquiera estabas vestida para este tiempo.

 

Ella tragó, insegura de como contestar. Buscó rápidamente una disculpa admisible.

 

—Mi coche se estropeó un poco más abajo, en la montaña. Salí a buscar ayuda. Debo de haberme caído. Realmente, no me recuerdo.

 

La mayor parte era verdad. Lo era todo, pero no quería dar más detallas.

 

—¿Estás segura qué estás bien? —habló Zayn, por la primera vez. Sus ojos la examinaban, intentando arrancar sus secretos. Era el más tranquilo, más serio, más desconfiado.

—Estoy bien, realmente —miró a Harry—. ¿Mis ropas se han secado? Debo irme.

 

Zayn frunció el ceño, Louis se tensó, la expresión de Harry se ensombreció.

 

—No creo que debes salir con ese tiempo —dijo Harry con firmeza.

 

Louis asintió.

 

—No hay razón para irte, puedes quedarte aquí hasta que te sientes mejor. Zayn y yo iremos a buscarte el coche y lo remolcaremos hasta aquí, para cuando lo necesitas.

 

La incertidumbre la hizo hesitar. Lógicamente, debía seguir lo más lejos posible, pero aquí se sentía segura, y estaba cansada de huir.

 

Se miró las manos e intentó controlarse el temblor. Estaba muy cansada y no conseguía recordar la última vez que había comido.

 

Harry se arrodilló a su lado y agarró su barbilla con su grande mano.

 

—No tienes que irte a ninguno lado, cariño. Puedes quedarte aquí mismo. Cuidaremos de ti.

 

Si ella pensó que no podía excitarse más, se había equivocado. Aunque se lo dijo gentilmente, se sentía la orden. Quería que se quedara.

 

—Yo... yo no sé —cerró los ojos y se mareó; luchó para abrirlos de nuevo, pero la sala se movía a su alrededor. Y todo se oscureció. 

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