II (Parte uno)

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Maldiciendo por lo bajo, Harry sostuvo la cabeza de ________ mientras ella se caía. La sacó de la silla y la agarró en los brazos. Estaba claro que estaba exhausta y probablemente hambrienta, como lo indicaba su delgadez.

 

—La pondré en mi cuarto —dijo, mientras se dirigía al pasillo.

—Iré con Zayn a buscar el coche —dijo Louis.

 

Harry la puso en la cama y la cubrió con la colcha. Gimió suavemente, y una expresión de dolor cruzó su rostro, pero no abrió los ojos.

 

Sintió una punzada en la sien y rechinó los dientes. Estaba huyendo de algo. O de alguien. Estaba tan asustada como un potro recién nacido y en sus ojos había tantos secretos, que en algunos momentos era difícil distinguir el color.

 

La contusión de las costillas lo molestaba. Podía ser de alguna caída, pero lo dudaba. No parecía reciente. Asió un mechón de pelo, notando la desigualdad del color. Apostaría que era morena. Del misma color que el pelo de entre sus piernas.

 

Con una ternura que no exhibía desde hace mucho tiempo, arregló la colcha en torno al cuello y caminó callado hacía la puerta. Necesitaba de un baño helado para calmar su dura polla, pero optó por salir y esperar a Louis y Zayn.

 

Llegaron media hora más tarde, conduciendo el jeep. Harry caminó a su encuentro.

 

—¿Que encontraron?

—Nada —contestó Louis.

 

Harry levantó una ceja. Entonces el ángel mintió. ¿No estaba pensando claramente, u honestamente creyó qué no lo descubrirían?

 

—¿Cómo ésta? —preguntó Zayn.

—Durmiendo —contestó Harry—. Necesita comer.

 

Louis parecía preocupado. Un sentimiento que Harry comprendía. Que ellos hubieran encontrado a su mujer, era nada menos que sorprendente. Pero parecía que traía problemas.

 

Zayn pareció incómodo.

 

—Nunca pensé que la encontraríamos. Y ahora que la tenemos, todo lo que puedo pensar es: ¿Y si no quiere quedarse? Yo también lo sentí. Pop dijo siempre que lo sabríamos, pero hasta ahora, pensé que era una exageración.

—Lo sé —dijo Louis bajito—. Yo también lo sentí.

—Tiene problemas —dijo Harry—. Tiene una contusión del tamaño de mi mano en las costillas, y no me gusta ni imaginar como sucedió. Y no es una rubia natural. Hizo un pobre trabajo para parecer así. Una señal de que tenía prisa.

—¿Cree qué alguien la sigue? —cuestionó Louis, con el rostro ensombrecido.

 

Zayn cerró los puños.

 

—¿Quién quería lastimar una cosa tan pequeña?

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