Newport Beach

11 0 0
                                    

Estaba un poco deprimida por el hecho de que en unas semanas tendría que volver a la escuela y esa idea no me gustaba nada. Pero comenzar las clases, esa noche, se volvió la menor de mis preocupaciones.
- Katie, baja a comer- resonó la cansada voz de mi madre para avisarme que ya estaba la comida.
Luego de una cena silenciosa, mama y papa me enviaron a dormir, ya lo había hecho antes así que no había de que preocuparse.
Mientras subía las escaleras podía sentir la lluvia que salpicaba junto a la ventana y los relámpagos que hacían que vibrara toda la casa. Sinceramente si hay algo que me gusta es dormir con lluvia, así que cogí mi pijamas y me acoste a dormir.

- ¡Katie!, Katie despierta, despierta rápido!- decían mis sueños como si fueran una alarma la cual nunca había programado...
- Despierta, hay que irse, ¡KATIE!
- Oh dios ¡MAMA!- dije tan sorprendida al ver a mi madre parada junto a mi cama con una maleta y unos papeles en la mano y que no estaba soñando - ¿Que sucede?
- Hay un taxi afuera, te está esperando, toma estos pasajes, viajaras a casa de Marine, ella te explicara todo
- ¡¡QUE!!, ¿Marine? ¿California?- repuse con un tono de confusión y desconcierto - ¿QUE ESTA PASANDO?- levante el tono-
- Shhh, ¡¡silencio!!, calla y haz lo que te digo. Solo no hagas ruido y llámame cuando estes por tomar el avión- dijo nerviosa y con las lagrimas al borde de caer dejó los papeles sobre la cama, la maleta junto a la puerta y salió sin hacer ruido de la habitación.
Sin entender absolutamente nada de lo que estaba pasando cojí una blusa liza blanca, unos jeans oscuros y unas zapatillas rojas y me cambié rápidamente; tome la maleta, los papeles y con las lagrimas ya en mi mejilla baje las escaleras y salí de casa.
Luego de unos minutos de viaje hacia el aeropuerto decidí enviarle un mensaje a Lea, mi mejor amiga. Había quedado con ella mañana para hacer las compras de la fiesta de cumpleaños de Ruth, mi otra amiga.
- "Lea, estoy viajando para California a ver a una amiga de mi madre. No se que esta pasando en casa, esto fue de imprevisto, no se cuanto tiempo me iré. Cuando leas este mensaje llámame" - enviar.

- "Vuelo 975 con destino a California, por favor preparase para embarcar"

- Newport Beach - recordaba que Marine vivía en California pero ahora que recuerdo bien Newport Beach, el lujoso y ostentoso Newport Beach
En ese momento me acorde de mi madre y opte por llamarla una, dos y hasta tres veces pero no respondió,
Eran las 2:05 a.m, el avión ya estaba por despegar y no veía tener un acompañante, hasta que de repente una torpe voz a lo lejos se escuchaba declamando permiso para pasar. Acerque mi cabeza al pasillo por curiosidad y veía a una chica de no mas de 17 años acercándose a mi lugar con un bolso de mano y un peluche de conejo en su mano izquierda.
- Hola - se presento con una sonrisa en la cara - ¡Con que tu vas a ser mi compañera de viaje!- me dijo tomando asiento junto a mi del lado de la ventana
-Hola- respondí con timidez
-Así que eres una chica de pocas palabras, me llamo Marissa tengo 16, mucho gusto- me dijo estrechándome la mano como una manera cortes de tomar contacto y le tome la mano
- Me llamo Katherine, pero todos me llaman Katie
- Mucho gusto Katie. Espero que no tengas sueño por que no soy una chica de pocas palabras- me dijo riéndose y provocando en mi una sonrisa
Y así fueron mis horas de viaje, conociendo a mi nueva amiga Marissa, una chica de mi misma edad, que me hablo de porque se encontraba en el mismo avión que yo, me explico que su hermano y su padre viven allá y este año estará con ellos por que su madre se esta dedicando a estudiar psicología y le presta poca atención. Me contó sobre su perro "Pecas" y su terrible adición a la Nutella.
Cuando el avión aterrizó me sentí un poco angustiada, temía no volver a ver a Marissa, ya le había tomado cariño así que intercambiamos contactos y quedamos en vernos algún día y tomar algo juntas.
Cuando baje del avión volví nuevamente a la realidad. No había podido comunicarme con nadie, ni con mama, ni con Marine, no sabia si me recogería del aeropuerto o debía tomarme un taxi así que me senté y me puse a observar, pero nada. Trate de comunicarme con mama pero no respondía. Hasta que de repente sentí que alguien me tocaba el hombro
- ¿Señorita Katherine?- dijo un hombre mayor de unos 60 años con pelo blanco y traje.
- Si soy yo- le respondí con un tono asustadizo
- Buenas noches, soy Martin, el chofer de los Thompson. La señora Marine me envió a recogerla. Venga, el auto esta por aquí.
Caminamos hasta el estacionamiento y paramos junto a un lujoso auto negro polarizado. Martin cogio mi maleta y la puso en el maletero.

Durante el tiempo de viaje desde el aeropuerto hasta Newport, hubo bastante silencio de mi parte. Estaba confundida, triste, estresada, no sabia que era lo que estaba pasando ni lo que iba a pasar con mi vida a partir de hoy, pero Martin era quien hacia las preguntas y rompía el silencio, parecía ser muy simpático y amigable
- Así que dígame señorita Katherine. ¿Conoce usted a la familia Thompson?
-Dígame Katie y si, si la conozco. En realidad no me acuerdo mucho de los hijos pero de Marine y a Paul me acuerdo perfectamente.

Mi madre mi padre y yo pasamos cinco años viviendo en casa de los Thompson. Mi madre y Marine son como hermanas. Hasta que yo cumplí 8 años y tuvimos que volver a Texas por cuestiones de trabajo de mi padre. Hasta el día de hoy Marine me llama para saber como estamos y como me va con la vida, soy como la hija que nunca tuvo, y Paul, bueno el es un poco mas frío pero lo quiero igual y se que me quiere.

-Estarán encantados de verte, la señora Marine no ha parado de hablar de usted desde hace como una semana- me dijo con un toque de entusiasmo en su voz.

Cuando llegue a casa de Marine seguía siendo de noche y estaba realmente exhausta. Paul fue quien me recibió, y con un gran abrazo me levanto del suelo y me apretó hasta dejarme sin respiración
- Marine, adivina quien llego - dijo suavemente para no despertar al resto de la familia
- Oh ¡¡Cariño!!- se sentía la voz tan cálida como la recordaba, desde el pasillo de la casa.
-Para ser sincera, de veras extrañaba a esta mujer- pensé

Esbocé una sonrisa y abrace a Marine tan fuerte como pude y comenzaron a caer las lagrimas
- Katie cariño, no llores, estas hermosa- me dijo como manera de contenerme.
Luego de unos minutos de comer galletas y actualizar a los dueños de esta hermosa y enorme casa se retiraron a dormir y vino una señora a darme unas indicaciones. Llevaba un delantal negro de ama de llaves y su pelo era canoso.
- Buenas noches - se presento - la señora me dejo indicaciones para usted, sígame.
La seguí por las largas y amplias escaleras de mármol y mientras subíamos me explicaba lo que necesitaba saber.
- La señora me dejo entendido que usted llegaba pasado mañana por lo que no le acomodamos la habitación. Pero el señorito William no duerme hoy en casa así que me dijo que usted descansara en su habitación esta noche.
William. No recordaba a William, solo recordaba al pequeño Will con el que jugaba de niña pero eran pequeños destellos.
Llegamos a la habitación, la señora canosa me deseo buenas noches y cerro la puerta, deje mi maleta a un costado y observe el lugar.
Era una habitación de tamaño normal, con la cama grande junto a la pared, una pequeña mesita de noche donde se posaba una lámpara y un porta retratos con una foto de dos niños embarrados, uno con una pelota en la mano y el otro sostenido un trofeo . En la pared que se pegaba con la cama había unos pósters de jugadores de fútbol americano y algunos de los Beatles y una repisa con trofeos. Del otro lado de la habitación había una guitarra acústica apoyada junto a la pared y a su lado una mesa que servia de escritorio, o eso parecía.
Luego de darme cuenta que ese cuarto pertenecía a un típico adolescente, me invadieron pensamientos como: ¿cuantos años tendrá? ¿Será de mi edad, mas chico o quizás sea mayor?...
Al darme cuenta que ya estaba por amanecer y tenia un terrible sueño, me desvié de esos pensamientos y abrí mi maleta para sacar mi pijamas, pero me lleve la sorpresa de que no lo había traído así que opte por abrir el placard de William y cogí una remera blanca que decía "All Blacks " y me la puse. Fue bastante efectiva debido a que me quedaba como un camisón. Me mire al espejo que estaba pegado a la puerta del placard, y vi a una Katie diferente. Mi pelo castaño claro, mis ojos verde esmeralda y mis pocas pecas seguían ahí, pero no veía ese entusiasmo que me caracterizaba o esa amplia sonrisa que tanto me gustaba.
Cerré el placard, me tire en la gran cama y en menos de cinco minutos caí en un profundo sueño.

Un Escape Where stories live. Discover now