Capitulo uno

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Capítulo 1:

•Shopia Duran

Singing Radiohead at the top of our lungs

With the boom box blaring as we're falling in love

I got a bottle of whatever, but let's get in this truck

Singing, here's to never growing up...

Suena en mi celular la canción de Avril Lavinge, indicándome que son las 7 am y que tengo una hora para alistarme. Apago la alarma; me acomodo en el borde de la cama y siento al instante, una fuerte pulsación alrededor de mi cabeza. Por un segundo me cuestiono cual es la causa de esta molestia, pero al instante lo recuerdo. La verdad es que me resulta amargamente cómico, como voy a olvidar algo que me sucede seguido, que hasta lo podría llamar una maldita costumbre. Pero lo conveniente en este momento es olvidarlo, porque si no se me estropeara por completo el día, y con ir al trabajo ya es completamente suficiente.

Lo que necesito en estos momento es un cálido baño en la ducha, quizás eso me relaje y quite esta insoportable molestia. Me levanto y dirijo hacia el baño. Estando adentro me desquito de mis prendas, me doy una mirada en el espejo, que se encuentra arriba del lavamanos, y observo que tengo una apariencia desastrosa. Mi pelo está completamente despeinado, mi nariz está más roja que un tomate, y mis ojos hincados debido a aquellas lágrimas que derrame. Para resumirlo en una palabra; soy un desastre.

Después de tomar ese baño, el dolor se ha desvanecido, y puedo decir que quede por lo menos presentable para la sociedad. Eso sí, aparte del baño también tuve que utilizar un peine y algo maquillaje para poder arreglar el desastre de mi cara. Bendito sea aquel que invento estos artefactos, sino todo el mundo se vería como un chimpancé con rabia recién salido de la selva, o quizás peor.

[...]

Entro al local The Happy Day, y paso por el mostrador para dirigirme a la cocina, pero me detienen.

- ¡Tarde Duran tarde! Me temo que esto será descontado en tu paga del mes - recrimina con una sonrisa fanfarrona mi jefe.

- ¡Por favor Raúl! No exageres - miro mi reloj en la muñeca - Solo me retrase cinco minutos, ¡cinco! - exclamo un poco sobresaltada.

- Tu horario de entrada es a las 8 am, no a las ocho y cinco. ¿¡Entiendes!? , ¿¡O quieres que te traiga una pizarra, así realizo un dibujo y comprendes mejor!? - dice con sarcasmo en un todo más elevado.

- Tienes razón. No volverá a pasar - le digo secamente.

Maldito viejo, bueno en realidad no es tan viejo, debe tener menos de cuarenta. Pienso porque no tiene ninguna cana ni arrugas, su de pelo castaño oscuro con pequeñas ondas, es alto y con una buena postura corporal. Su único problema es que es un baboso.

Desde que conseguí este trabajo anduvo atrás de mí como un perro alzado. Siempre observándome, haciéndome gestos o tratando de que su cuerpo chocara con el mío. De solo recordarlo me da repulsión.

Menos mal que dejo de hacerlo, gracias a que le dije que si seguía comportándose de esa manera lo denunciaría, ahí fue que calmo las aguas. Bueno no del todo solo un poco, dejo de molestarme si, pero ahora me tiene entre ceja y ceja. Siempre buscando una equivocación mía como para descontarme el sueldo o querer despedirme. Pero prefiero ser mil veces su objetivo de destrucción, a que me siga tratando como antes.

Ya estando en la cocina cuelgo mis pertenencias y saco el delantal que uso como uniforme del perchero.

-Hola chicos - hago un saludo general para los que trabajan haciendo los pasteles, tartas, cafés y demás. Son alrededor de unos cinco, pero con ninguno de ellos me llevo, solo saludo por educación, mi única excepción es mí...

- Ey, ey, ey. A mí no me saludas con un "hola chicos", oíste - hablo la excepción - Yo quiero un beso y abrazo como mínimo - reprocha cruzando sus brazos y levantando su ceja izquierda en forma de arco, mi queridísimo amigo.

- Hay Marcos tú y tus caprichos - le dijo dándole un fuerte abrazo y un beso en cada mejilla. El sí que es todo un personaje, pero es el mejor que eh conocido en este calvario.

- No se llaman caprichos, sino darme lo que merezco. Son cosas completamente diferentes.

- Si como digas; tu siempre tienes la razón - le digo en un tono sarcástico. Él se queda callado fulminándome con la mirada. - Mejor ira a atender las mesas- trato de ocultar mi sonrisa interna, me encanta hacerlo enojar se ve muy tierno.

[...]

- Buenos días. Bienvenido a The Happy Day. ¿Que se le apetece desayunar en esta mañana? - digo con una sonrisa al señor con traje y sombrero que se encuentra sentado mirando hacia el piso.

- ¿Y quién te ha dicho a ti que yo voy a desayunar? - comenta amargamente.

- Disculpe, como es de mañana yo pensab...

- Tráeme un café bien fuerte - escupe bruscamente.

- SI señor, como ordene. Con su permiso - doy media vuelta voy a la barra para sacar la jarra de la cafetera y así servirle su café pero no contiene agua, así que me dirijo a la cocina a buscar.

- ¿Y esa cara? - pregunta Marcos algo preocupado.

- No te preocupes, solo un mal cliente - salgo de allí con la jarra de agua y la coloco en la cafetera.

Mientras espero que el café caliente me volteo y me apoyo en la barra, teniendo una vista hacia la puerta y los ventanales de la cafetería. En eso entran dos chicos jóvenes con apariencia extraña para mi gusto, pero nadie se percata de ello, tienen gafas oscuras, y gorras negras que le hacen juego. Se ubican en el fondo y toman asiento.

El pip de la cafetera me saca de mis deducciones, coloco el café y se lo llevo al señor.

- Aquí tiene su café señor - el hombre por primera vez levanta su cabeza, puedo observar su ojos colorados y algo dilatados. Levanta suavemente la taza de café y toma un sorbo, de repente me escupe todo lo que consumió.

- ¡ESTO ESTA SUAVE, TE DIJE QUE QUERIA EL CAFÉ FUERTE! - Llama la atención con sus gritos y su aliento bañado en puro alcohol - ¡ACASO ERES RETRASADA O QUE! - recrimina y tira fuertemente la taza al piso haciendo que se parta en varios pedazos.

Me limito solamente a fulminarlo con la mirada y agacharme para levantar los pedazos de porcelana que esparció por el suelo. Me levanto con las manos llenas y doy un giro, justo cuando me estoy por ir para tirar el desastre que llevo escucho perfectamente un

-¡Que buen culo Morocha! Lástima que no seas rubia - acompañado de una palmada sonora en la parte derecha de mi trasero. Apenas sentido eso, me doy vuelta para mirar al muy hijo de puta en la cara. Sí que se ha equivocado conmigo el desgraciado.

Sonrió pícaramente, le hago un seña con el dedo índice para que se levante, él lo hace inmediatamente, aprovecho y pongo los brazos alrededor se su cuello, el ubica los suyos a cada lado de mi cintura y se acerca más.

Apenas termina de hacerlo, levanto mi rodilla derecha y le pego en su ingle con una fuerza increíblemente portentosa. El maldito se retuerce un el piso tapando sus partes adoloridas.

- LA PROXIMA VEZ QUE SE TE OCURRA TOCARME, PIENSALO DOS VECES HIJO DE PUTA! - vocifero y lo pateo por última vez en el estómago, el aúlla de dolor.

Mientras el maldito sigue en el suelo, voy a toda velocidad a buscar mis pertenencias en la cocina, las recojo. Escucho a Marcos llamándome, pero no le doy importancia, estoy demasiado cabreada como para hacerlo.

Cuando estoy a punto de salir por la puerta del local Raúl se interpone, obstruyéndome la salida, su mirada es completo fuego, está realmente enfadado.

- ¿¡QUE MIERDA HAS HECHO!? - Chilla - Por lo que has ocasionado no te pagare por dos meses, escuchaste dos meses! - susurra enfadado para que nadie lo escuche.

- ME IMPORTA UNA MIERDA SINO ME QUIERES PAGAR. OISTE, UNA M-I-E-R-D-A - pronuncio recalcando cada letra - ¿Y SABES PORQUE? PORQUE RENUNCIO MALDITO SEXOPATA RESENTIDO! - lo empujo y se hace a un lado.

Salgo de ese maldito lugar pegando un fuerte portazo, que de seguro resonó por todo el lugar, segura de no volver allí nunca más.

Because I'm Broken |Justin Bieber|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora