Capítulo 6: Todo Se Paga en la Vida.

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Capítulo 6: "Todo Se Paga en la Vida."

Nota de Autora:

Hola, aquí Mariette. Me da mucho gusto saludar nuevamente, había llegado a pensar por diversas situaciones que, en lo que queda de este verano, no tendría más el placer de escribir –porque, realmente, es un placer-.

Es curioso, ¿no lo creen? Los últimos dos capítulos no tienen registradas lecturas pero sí, cada uno, dos valoraciones negativas. Lectores fantasmas. Por favor, si les parece mal lo que escribo, no olviden dejar su comentario, me gusta conocer sus opiniones sean favorables o no.

Esta Nota de Autora será breve, eso creo; sólo compartiré el tema que creo que es mejor para este capítulo: Gaia de la banda española Mägo de Oz.

Su atención, por favor: como último detalle quisiera dedicar este episodio a Juan Castro Da Costa, un gran amigo, sin cuyo apoyo incondicional –y geniales ideas, debo admitirlo y no llevarme todo el crédito- no hubiera conseguido escribir ni terminar una de las escenas más fuertes que he escrito nunca y que es con la que cierra este capítulo. Muchas gracias, Juan, eres genial.

El piso de tablas crujió bajo los pies de Frigg. Nadie había sido lo suficientemente insensato como para impedirle el paso: a una diosa jamás se le decía que no, pero la gente ahí a menudo lo olvidaba. Hacían bien en recordar la mala posición en que su Señora se encontraba, Señora de Vanaheim, pero aún una traidora y todos sabían lo que sucedía a los traidores, no importaba si eran Ás, Vanir, elfo o simple mortal que había esquivado la muerte a costa de su valía y arrojo en la batalla. Le había ocurrido a Loki, ¿por qué no le debería de pasar a Freya? Ella tendría que elegir sus amigos con más cuidado. Por eso, quienes la servían hacían una rápida reverencia ante la esposa de Odín, conscientes de que ellos eran los súbditos de la Dama de los Vanir, pero que estaban en presencia de quién regía los Nueve Mundos, debían de escoger rápidamente con quién preferían no caer en desgracia.

Entre las lágrimas, que se secó con el dorso de la mano, pudo ver a aquella bonita Valkiria abrir la puerta de la habitación de Esperanza. Freya no había perdido tiempo y había ordenado a sus criados que la llevaran allá sin demora apenas Odín se retiró de la explanada. La guerrera, de cabellos negros y penetrantes ojos, le dirigió una sonrisa cargada de empatía y algo de lástima, de esas que dicen que todo estará bien aunque sea mentira. Una amable mentira que a veces es necesario escuchar. Hubiera deseado haber podido contestarle aquel gesto de piedad, pero tenía el rostro rígido por el llanto. No recordaba haber llorado tanto en toda su vida, tanto que incluso le costaba cerrar los ojos y que cualquier otra postura de sus facciones que no fuera amarga le sonaba a algo falso. Había salido corriendo de Valaskjálf, casi pisándose los bordes de la falda y, si no hubiera sido por uno de los hombres de su marido que la vio en esas condiciones, hubiera cruzado el portal entre Asgard y Vanaheim ella sola y a pie: tan ciega estaba por el dolor que hubiera podido correr toda esa distancia sin pensar en lo que hacía, con la cabeza pegada en tiempos más felices.

Él había espoleado su caballo y ella, en su locura, había pensado que estaba siguiéndola y que la llevaría de regreso con Odín, y había corrido más fuerte, hasta que él la había interceptado y no tuvo más opción que detenerse, con las piernas agarrotadas y la respiración agitada. Le había preguntado a dónde iba a esas horas y sin escolta, ella no tuvo fuerzas para responderle, sólo murmurando frenéticamente, con la mirada desorbitada, que algo era injusto, muy injusto. Él, desde luego, había pensado que ella había perdido la cabeza y desmontó, sólo para encontrarse con unas pupilas huidizas y unos labios que tiritaban. Sólo una luz de cordura vino sobre Frigg en aquel ataque de histeria, cuando aquel soldado la alzó por la cintura para subirla en la montura y conducirla a Valaskjálf y suplicó. Ni Freya ni Odín nunca habían suplicado, pero Frigg sí lo hacía, más veces de las que cualquiera hubiera pensado nunca. Había suplicado a todas las criaturas vivientes que no mataran a Balder, su mayor tesoro, había suplicado a su esposo que matara a Loki cuando aquel ser vicioso había conseguido asesinar a su hijo, había suplicado a Thor que volviera a salvo en innumerables ocasiones, había suplicado por ayuda a humanos, elfos, enanos e incluso a los Jothun sin pestañear con tal de mantener a su familia unida y con tal de que incluso el más insignificante de los animales fuera feliz. Ahora suplicó por que no la llevara con su esposo, que la llevara a Fólkvangr, en cambio.

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⏰ Última actualización: Feb 14, 2018 ⏰

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Brisingamen: Vida Tras la MuerteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora