La fría noche del 29 de agosto de 1998 una mujer de nombre Isabel ingresó a la Unidad de Maternidad de la Clínica del Maule, de madrugada dio a luz a una criatura, la llamó Sofía Esperanza. Esa mujer es mi madre y la pequeña criatura soy yo, me presento, soy Sofía Hernández, más conocida como Mariette Sparrow en las esferas del arte. 
Han pasado los años y hemos vivido cosas difíciles, pero juntas, siempre juntas. He aprendido a odiar, ella ha estado allí acompañándome; he aprendido a valorar, y ella me lo ha enseñado. 
Nunca tuve padre... bueno... tuve... después de todo, alguien tuvo que poner los 23 cromosomas que mi madre no podía darme... pero nunca pude llamarle como tal. ¿Cómo podría decirle padre a un hombre que ha hecho tanto daño a mi madre y a mí? ¿Cómo me sería posible no odiarlo después de todas las crueldades que ha hecho por mero placer?
Pero la vida no se va de odiar... no se va de sufrir tampoco. Desde pequeña hubo momentos difíciles en la familia y eso me volvió una chica montaraz. No es que no quisiera tratar con otros chicos, por el contrario, me hubiese encantado, siempre he dicho que soy una persona muy sociable, pero ¿cómo sociabilizar con alguien que sé de cierto que no le importo, que sé de cierto que se acerca a mí por mera lástima? Eso me llevó a mi palacio interior siendo muy pequeña y, con total franqueza, puedo decir que fue grandioso por varios motivos: me conozco mejor de lo que mucha gente se conoce a sí misma, podría atreverme a decir que me conozco por completo, no viví (ni vivo) la típica adolescencia rebelde (aunque me catalogue como tal...) ni turbulenta con ese clásico aire de "busco mi destino" y finalmente, necesitas vivir contigo misma para luego vivir con otros. Gracias a eso pude desarrollar el gusto por leer y escribir, luego por la música y las ciencias.
En 2009 iba en quinto y tenía 10 años. Nos pidieron una tarde en clases escribir algo y se me saltó la idea de Sueño de Independencia. Ese día nacía  Mariette Sparrow.