Libro 1

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Capítulo 2

Todo estaba oscuro. Ya eran casi las diez de la noche y aquella misteriosa chica no tenía ni una sola luz encendida en su casa. Pisaba sobre una blanda moqueta de color granate y podía percibir un extraño olor. El olor de los libros nuevos, sí, algo parecido a eso. Era como si en aquel apartamento no viviera nadie; no había sillones, no había televisión, no había muebles en absoluto. Solo una mesa individual en la cocina y una silla junto a ella.

-La primera puerta a la izquierda. -Dijo señalando el pasillo que se encontraba hacia la izquierda de su invitada.

-¿Disculpa? -Se excusó ella por no entender. Estaba demasiado sobresaltada por el impacto de aquel lugar y la voz ronca de su vecina.

-El Baño. -Le recordó.

-Ah, sí. Gracias. -Sonrió caminando hacia él. La morocha se humedeció un poco la cara. El baño era casi igual que la sala de estar; no había cremas, ni maquillaje, ni medicinas... Sólo había una toalla para las manos. La curiosidad pudo con ella y tuvo que asomarse a la bañera, donde había jabón en gel y champú. Nada más, ni colonias, ni sales... No sabía si aquello la asustaba o le inducía aún más ansias por indagar.

Karla estaba reclinada sobre el marco de la ventana fumándose un cigarrillo, mirando la fría noche. Espera la llamada de Louis, pero sabía que no llegaría hasta las dos y veintidós de la madrugada. Nunca entendió porque Louis hacía eso, pero era una rutina a la que ya no se oponía. Escuchó la puerta del baño abrirse y no se molestó siquiera en darse la vuelta, prefería dejar que su vecina se largara sin cordialidades. Y, aunque esperó, no escuchó a nadie salir de su casa.

La morocha llevaba dos minutos de pie mirando a su anfitriona sin atreverse a interrumpirla en sus cavilaciones. Miraba de un lado a otro con las manos tímidamente enlazadas delante de su cuerpo. Karla se giró y la miró durante largo rato, como cuestionándola sin utilizar las palabras.

-¿Necesitas algo más?

-¿Puedo sentarme? -Dijo ella tímidamente señalando la única silla que había.

-Pensé que lo que querías era utilizar el baño. -La castaña la miró extrañada, desviando los ojos hacia los lados y frunciendo el ceño en señal de confusión.

-¿Me estás echando?

-Si estuviera echándote ya lo sabrías. -Respondió con seriedad acercándose a ella. -Pero me dijiste que necesitabas utilizar el baño, y ya lo has utilizado.

-Y quieres que me vaya... -Añadió la morocha. 

-Puedes sentarte si quieres. -Respondió Karla, creando en su vecina una sensación de náusea intelectual, de no saber hacia dónde encaminarse con aquel encuentro. Jamás había tratado con nadie similar.

La chica camino hacia la silla y se sentó.Sobre la mesa estaba el suéter negro de Karla y un paquete de tabaco. Ojeó el suéter a hurtadillas mientras la especialista miraba de nuevo hacia la ventana. Era de Champion. Esa era una marca muy cara y estaba muy bien cuidado para ser ropa que había conseguido en la caridad. Era tan misteriosa... Además de su atuendo negro y ajustado, llevaba unas agresivas botas negras de esas con la suela de goma dura, cordones que parecen cuerdas de barco y con aspecto de ser las que cubrían los pies de los escaladores.

-¿Me invitas a uno? -Volvió a preguntarle a su vecina, que seguía absorta en la noche, dijo señalando el tabaco.

-No quiero tener problemas con tu padre. -La vecina no pudo evitar sonreír.

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