Sigmund, convencido de que se enfrentaría a sus mayores pesadillas, se armó de gran valor, y en un acto de heroísmo, empuño su mano y se dispuso a dar el mejor golpe al hígado jamás proporcionado.
Diciendo antes a la bestia de ojos saltones que le atormentaba:
-A mi no me das miedo, tú no existes.
Ya convencido de su valiente acción, arremetió contra el monstruo. Su mano impacto tan duro, que se le rompió un dedo.
Resultaba pues, que la abominación era real.
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CRÓNICAS DE UN BICHO (MICROCUENTOS)
Krótkie OpowiadaniaCuentos tamaño bicho... Preparen sus microscopios, pues las historias de esta antología se han reducido a tamaño bicho.