Alexei
Despertar nunca había sido tan sencillo.
No sé si debe a la sonrisa mañanera de Evan o a la cantidad de suaves sabanas en las que pasé la noche, pero abrir los ojos me pareció un alivio más que un castigo. Sus dedos masajean con cuidado uno de mis hombros desnudos a la vez que yo repaso con los míos su pecho que, en algún momento de la noche, se convirtió en mi almohada.
—Roncas cuando duermes—dice sin despegar los ojos.
—Nadie se ha quejado nunca de eso.
—¿Eso significa que duermes con muchas personas? —Guardo silencio hasta que pellizca mi hombro.
—Contigo, algunas veces—respondo por fin. No es la primera vez que compartimos sabanas, ya sea en un sofá, en una cama o en este caso, en el piso. Despertar justos no es una novedad.
—Bueno, pues créeme cuando te digo que roncas.
—Tendré que dormir con alguien más para comparar los datos. Una periodista nunca se queda con solo una versión de los hechos.
La verdad es que he compartido cama con más personas de las que puedo recordar. Después de una fiesta alocada podía caer rendida en una cama con cinco personas que en mi vida había visto.
—Quédate con mi versión, yo no te mentiría.
De repente, respirar me parece todo un reto. Me remuevo incomoda hasta estar fuera de su agarre y si él lo nota, no dice nada.
—¿Cuándo llega Zac? —pregunto envolviendo mi poca piel expuesta en la única sabana libre que encuentro en el suelo.
Evan continúa extendido en el desorden que ocasionamos las ultimas horas, pero esta vez se encuentra más despierto y mira atento cada uno de mis movimientos.
—No estoy seguro. Apagué el teléfono después de su noveno mensaje—Casi quiero reírme al imaginar la angustia de mi amigo al no recibir actualizaciones de su preciado subterráneo—. ¿Crees que ya deba contestarle?
—Por favor, me sorprende que no haya enviado a la policía para asegurarse de que Revolución siguiera intacto.
Lo miro con descaro cuando se estira en busca de su teléfono y deja a vista las cicatrices con las que tanto me distraje anoche. Todo en él, de algún modo, grita seguridad. No importa que no sea tan alto o fornido como confesó que desea serlo, sabe que tiene algo y eso de algún modo lo hace más peligroso.
Descubrí que el poco rastro de barba que mantiene pica en mi piel cuando hunde su rostro en mi cuello, que sus manos son grandes y sus dedos largos y hábiles y que, de todas las cicatrices que dejó el accidente, su favorita es un perfecto circulo en la rodilla que apenas es visible. El descubrió que mantengo moretones gracias a largas sesiones de ejercicio, que las estrías en mis piernas se deben al peso que se fue en picada hace años y que, a diferencia de él, no luzco mis cicatrices con tanto orgullo. Pese a todo eso, concluimos que nuestro descubrimiento favorito fue que encajamos bien.
—Prometo llevarte lejos de uno de tus sitios trabajos la próxima vez.
—No estuvo mal—miento. En realidad, fue perfecto, solo no quiero que se le suba a la cabeza
—¿No estuvo mal? Eso puede herir el ego de cualquiera—declara ofendido tomándome por la cintura y obligándome a volver al suelo junto a él—. Yo tenía otros adjetivos en mente.
—¿Aceptable?
—Increíble—contraataca dejando un beso en mi mejilla—. Divertido. Fantástico,
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Besos a tu olvido
Fiksi RemajaAlexei no recuerda cuando fue la última vez que ganó algo por si misma. Por eso, motivada por las injusticias de la vida, acepta el reto de trabajar para una emisora que no está dispuesta a reconocer su valor. Evan tiene presente lo mucho que debe...