Capítulo 5

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Fui corriendo hasta el cuarto que compartía con mi amiga y me apoyé sobre la puerta, largando el suspiro que había estado conteniendo. Estaba muy nerviosa, demasiado. Había quedado como una pervertida al haber entrado sin tocar y haberme quedado mirando antes de decidir escapar como si estuviera corriendo un maratón. ¿Con qué cara lo iba a mirar ahora? Dejé las cosas arriba de mi cama y tomé el valor para ir a la cocina, donde Coni terminaba de poner orden.

-¿Te bañaste y no te cambiaste la ropa? -preguntó con una sonrisa mientras terminaba de secar la mesada.

-No pude tomar la ducha, el baño estaba ocupado -susurré incomoda, aunque ella no supiera lo que acababa de pasarme.

-Lo sé, mi padre salió recién, dijo que te avise que ya estaba el baño libre. -Al parecer su padre no le había dicho que lo había visto desnudo, o casi…, por lo menos a ella podría seguir mirándola sin sentir pudor- Ve ahora así luego lo hago yo, ese maldito partido me ha dejado exhausta, quiero bañarme, llamar a Brad e irme a dormir.

-Sí, enseguida -acepté sin más, sin ofrecerle que lo haga primero, necesitaba de un baño caliente y reparador ¿A dónde habría ido Bryan? Realmente prefería no saberlo.

Luego del baño, escapé al dormitorio, no quería encontrarme a cierta persona por la casa. Temía que en vez de hacer como si nada hubiera pasado me tirara la bronca por haber entrado sin tocar.

Más tarde, y ya listas para dormir, Coni hizo la tan esperada llamada a Brad y yo intenté dormirme, realmente me resultaba difícil y no tenía nada que ver con ellos. No podía dejar de pensar en lo que había pasado, en lo que estaba pasando conmigo, me sentía como una extraña en el cuerpo alborotado de una adolescente. Pensar todo el día en un hombre, sentir vergüenza, deseo y culpa a la vez era nuevo para mí y me estaba matando. Cuando mi amiga terminó de hablar a los pocos minutos logró dormirse, al parecer sí que estaba cansada, y la verdad era que yo también pero me estaba siendo imposible pegar el ojo. Además de eso, había recibido un mensaje de mi madre echándome en cara que no me había comunicado con ella en ningún momento. De todos modos de seguro que ya se habría encargado de llevar al idiota de su novio a la casa, de seguro los mensajes cesarían. Cansada de dar vueltas en la cama, decidí levantarme a beber agua y ver si luego conseguía poder dormir.

Me levanté y abrí la puerta con cuidado de que Coni no se despertara. Me adentré en el oscuro pasillo hasta llegar a la cocina y saqué un vaso que llené con agua fresca del refrigerador. La noche estaba fría y el agua que pasó por mi garganta hizo que me dieran escalofríos. Estaba por servirme otro poco cuando escuché un ruido que me dejó estática en el lugar, a decir verdad era una miedosa, no había casi luz y no podía ver con exactitud de donde provenía, pero me daba miedo imaginar cosas raras, como que alguien pudieran haber elegido esta noche para meterse a robar. Escuché ruidos que provenían a mis espaldas y cerré los ojos apretando con fuerza el vaso. Tomé valor y me di vuelta despacio, en ese momento sentí algo baboso en mis pies y cuando abrí mis ojos el alma me volvió al cuerpo, el intruso era una preciosa bola de pelos.

-Ey amiguito, sí que me asustaste -susurré mientras dejaba el vaso a un lado y me agachaba a acariciar al alegre animalito que, pese a no conocerme, me regalaba cariño- eres precioso y muy mimoso, ¿cómo es que Coni no me habló de ti?
Era marrón y muy peludo, tamaño pequeño. No conocía sobre razas, pero apostaba a que este era de una, no lucía como mis fieles callejeros, aunque era igual de amigable. Lo acaricié hasta que tomó confianza y me besó la mejilla, pero unos ruidos provenientes, esta vez de afuera, me hicieron parar nuevamente asustada con mi nuevo amiguito en brazos, nos acercamos lentamente a unas puertas que daban al patio.

-¿Tú también lo sientes? -hablé con el perro, parecía una loca- no pareces estar muy alerta.

De pronto la puerta se abrió y pegué un grito que asustó a quien entraba.

Escandalosa tentaciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora