Diez

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Al principio fue triste, pensé que me encontrarías, la pista que te había dejado en la nota era muy clara, supongo que no pudiste cumplir con mi condición.

Pasaron los años antes de que nos volvieramos a ver, no estabas feliz, sino concentrado, tu mirada estaba opacada por todo el poder que habías conseguido, por lo menos habías logrado uno de tus sueños, maduramos como personas y vivímos el resto como adultos.

Fue bueno volverte a ver, a pesar de querer decirte cómo me había tratado la vida en ese largo tiempo no sucumbí ante la tentación, temía hacerte daño, después de todo ese tiempo...

Tu esposa estaba a tu lado, justo como la dama que era, tú, con un traje formal sosteníendo el reconocimiento que tu padre te había dado, y él, con su cabello ya  canoso, aplaudía con entusiasmo a un lado de su esposa.
Me sorprendí al ve a aquella mujer que juraste que odiabas porque había destuído el matrimonio de tus padres,  pues era la misma mujer que había visto por última vez hace  veinte años mientras me dejaba sin mirar atrás en las puertas de un orfanato, ¡Qué jugada del destino!, pues nuestro ojos parecieron encontrarse entre la multitud y parecíamos sorprendidos.

Parecías reconocerme y pedirme algo. Me pedías un deseo que jamás cumpliría, pues había aprendido a ser feliz con alguien más, alguien que no se había acercado a mí con las intenciones de lastimarme solo porque mi madre había sido la mujer que arruinó a su familia.

Asentí y me alejé, pasarían otros veinte años para que nos volvieramos a ver. Incluso lo nombré mi  núnero de la suerte, pues en ese número mis desgracias comenzaban

Pídeme un deseo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora