Revivir de una resaca

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+El arte está plasmado en tí.

Edificio Palace

Viernes, noviembre 2019

La cabeza me palpita en cuanto abro los ojos, las ventanas abiertas de par en par no ayudan nada, el frío del otoño solo hacen que quiera seguir acurrucada entre mis sábanas de satén rojo acariciando a Pollito, el pequeño peluche que llevo a todas partes. Me levanto, abro el cajón al lado de mi cama y saco un par de pastillas del botecito naranja a mi nombre, demasiadas migrañas a mi corta edad. Vuelvo a tumbarme y siento los efectos de la pastilla, como si estuviera volando mientras alguien tira fuertemente de mi pelo. La mejor sensación.

La mejor.

-Kerstin, ¿estás ahí?

Hablo a la IA que controla nuestros apartamentos, es una especie de Alexa. Estiro los brazos, quitando los nudos de todo mi cuerpo que ahora se parece a esos que hacen los marineros para amarrar sus barcos a puerto seguro.

-Señorita, buenas tardes, ¿Qué desea?

-Cierra las ventanas y pon el modo oscuro, por favor. La cabeza me va a reventar.

-Muy bien señorita -las ventanas se cierran y la oscuridad inunda la habitación-, su madre ha dejado su desayuno en la terraza y le recuerda que su vuelo sale en cuatro horas.

Una mata de rizos atraviesa a velocidad supersónica la puerta, salta y se tumba encima mía. Uriel me abraza, escondiendo su cara contra mi cuello. Siento la suavidad de su piel mientras la acaricio, el olor a colonia de rosas y vainilla que le manda la abuela todos los años en centenas de cajas hace que me vuelva loca con su olor, mis sentidos se confundan por un instante, la hiperosmia los ataca, soy bastante sensible a los olores, eso mezclado con mi buena memoria olfativa, podría reconocer su olor a 2 kilómetros de distancia.

-¡Felicidades nani! -grita, poniéndose de pie comenzando a dar saltos por mi cama.

-Muchas gracias, príncipe. Has sido el primero en felicitarme, de nuevo, por quinto año consecutivo. -no quiero decirle que fue mamá- Mi príncipe precioso, mi rey, ¿Qué tal te fue ayer? -pregunto en ruso. Mis padres desde pequeños nos hablaban en distintos idiomas porque decían que si sabías idiomas te comías el mundo.

-Odio decirlo, pero tenías razón. -contesta en albanés- Quiero volver a tener institutriz. Convence a mamá por favor, mi día ha sido horroroso, no aguanto a los idiotas de mi clase, hoy han intentado meterse con Cristian solo porque llevaba unas orejitas de gato muy bonitas. -forma un puchero, se ve tan tierno- Haré lo que sea, lo que quiera mamá pero quiero otra vez institutriz.

Sus ojitos parecían estar a punto de llorar, sé lo sensible que se pone cuando ve que algún niño se mete con otro, es muy sensible, eso lo ha sacado de papá. No puedo más y lo estrecho entre mis brazos, se sube encima mía, empezando a llorar.

-Uriel, mírame -cojo su mentón, limpiando las lágrimas que se deslizan hacia sus mejillas-, ¿te han hecho algo? -esconde más su cabeza-, te han pegado ¿verdad?

Deja de llorar, mi corazón late demasiado rápido. Como alguien le haya tocado un solo pelo no saben lo que lleva consigo, nos protegemos como una madre leona a sus cachorros, como unos cuervos a su parvada.

Bienvenido al infierno [Hijos de la Ruina]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora