10: Desorden

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El frío viento de invierno envuelve inflexible, ansioso por despojarles aun el aliento. La espesa neblina hace lo suyo, impidiendo que aprecien qué o quiénes se aproximan, caminan por la acera o el césped. La luz de los vehículos apenas ayuda.

El entorno es siniestro pero ninguno de los cinco se moverá hasta que sepan qué hacer.

Alam teclea en su celular, desinteresado en el lugar que sus amigos escogerán, le da lo mismo.

El intolerable de Derek quiere ir a casa pues el tiempo que le dieron se está agotando y no han hecho algo productivo; ¡es peor cada que discuten!

Lizzie y Jared unido a May chocan en gustos, porque la pequeña quiere ir a una feria que estará esta semana en la ciudad, mientras ese par prefieren festejar en un bar que no está lejos de donde se encuentran.

-No pienso ir a un club nocturno. ¡Ni siquiera tenemos mayoría de edad! -chilla dándoles la espalda y tensando los labios.

-Para mí no son divertidos esos juegos infantiles, ¡hay que festejar que hemos sobrevivido a un nuevo trimestre!

-Y la edad no es importante. Jared dijo que es amigo de los guardias, entraremos sin problema-May intenta disipar el ambiente pesado, incluso ella resultó herida por las duras palabras del chico.

¿Qué tiene de malo? Pasarán una noche entre amigos en un círculo para nada conocido y bullicioso, se divertirán bailando y no habrá que preocuparse. ¿Por qué no ir?

-Suficiente-sentencia el castaño de ojos azules quien se separa de la pared para sostener los hombros de su mejor amiga, con suavidad al estar con ella-. Deja que se vayan si es lo que quieren. Nosotros tres iremos a la feria.

- ¿Y si mejor se lo dices de una vez, en esa patética atracción de corazones? Podemos llevarnos a Alam-a diferencia de los dos chicos que se tensaron en lo mencionado con mordacidad, el susodicho y May giran a Jared que ha estado actuando muy distinto a lo usual; quejándose hasta en lo mínimo, gruñendo como contestación y frente a cualquier cizaña bufando como un toro...

- ¿Qué diantres dijiste?-ruborizado espeta plantándole cara y, fastidiado de su actitud, al siguiente parpadeo sujetado con fuerza por el codo por parte de Lizzie.

El álgido clima, colado entre los huesos, recibe una grata sorpresa del ambiente abrumador que empeora la situación. Satisfechos y deseosos de más, empeoran la situación para ellos, rígidos, en alerta a cualquier próximo movimiento.

Alam, que es el más cercano al chico, presiente que esto no terminará bien por la sonrisa irónica que lanza su amigo.

- ¿Qué, has perdido el sentido del oído? Te lo dije, tú no estás para sentarte atrás en el salón, angelito de mamá.

-Jared, vámonos ya.

-Sí, yo quiero una malteada y no quiero que se termine.

-Tal parece que te has olvidado por qué nos apartamos-ajena a la historia, May separa sus manos del pecho de Jared, dándose por escuchar y, tal vez, saber qué tanto le ocultan-. No compartimos los mismos gustos que ustedes, así que porque mejor no te vas.

-Eso esperabas, ¿no es así?

-Venga, chicos, acabemos con esta estupidez.

Se hace el silencio, uno de esos silencios que son reflexivos y pesados. Uno de esos silencios que le hacen actuar al impetuoso no siempre de la mejor manera.

-Alam tiene razón.

Apresa la muñeca de su amiga y se alejan de la tienda cerrada con techo donde se refugiaban de la garúa, sin mirar atrás. May sí aunque tropezando, notando cómo ellos no los pierden de vista. Hasta que la neblina estorba.

Fingir para Vivir  [Pausada] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora