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Una semana había pasado ignorándolo, no quería tener contacto con nadie, jamás podrían tomarme en serio con este desastre de rostro que tengo.

— ¡Chloe! —La llamó su tía.

— ¿Si? —Respondió.

— ¡Ven un momento! —Ella suspiró y se hizo una cola alta, al fin y al cabo estaba en su casa y nadie además de su tía vería sus cicatrices.

Salió de la habitación y fue hasta la sala.

Entonces la bilis subió a su garganta al ver a Thomas en el sillón hablando con su tía.

Él la miró pero ella no reaccionaba.

—Cariño, tu amigo vino a visitarte —Ella se volteo rápidamente ocultando su rostro.

—Pudiste decirme que había visita —Murmuró ella hacia su tía.

—Él insistió que no te dijera, los dejare a solas —Vio como su tía entraba en la cocina.

— ¿Qué haces aquí? —Preguntó aun de espaldas a él.

—Tienes semanas sin hablarme. —Sintió como se acercaba —Solo porque te dije que eres bonita —Murmuró en su oído haciendo que su piel se erizara.

—Lo mejor es que te alejes —Se limitó a decirle.

— ¿Por qué no te giras? —Sus labios rozaban con su oído haciéndola sentir que sus piernas van a fallar en cualquier momento.

—Vete, Thomas —Él puso su mano en la cintura de ella haciéndola tensarse por su tacto.

Hizo un intento de girarla, pero ella fue más rápida y se alejó para soltar su largo cabello.

Él vio como su hermoso cabello caía como cascada en los costados de su rostro.

Se giró y él puso su pelo atrás de sus orejas permitiendo una mejor vista a su rostro.

Ella solo miraba su expresión buscando algún rastro de asco, pero no lo consiguió.

—Te lo repito, Chloe...Eres hermosa


CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora