Querido Doctor: 

No podía decidir como llamarle en este escrito: Leonard, Leo, McCoy, Bones... Así que me decidí por Doctor, porque siempre lo he llamado de ese modo incluso entre mis pensamientos... Hace mucho que vive dentro de ellos, más de lo que imagina aunque nuestro primer encuentro no habrá de recordarlo, ¿Por qué habría el Doctor de acordarse de cosas tan irrelevantes cuando está tan ocupado memorizando sistemas que alguien como yo no comprendería o cuidando al resto de la tripulación? Es muy egoísta de parte de un alferrez pensar que va antes que el mismo capitán o el segundo oficial. Aunque debe de cansarse mucho ¿no? siempre ha estado detrás de todos y siempre se preocupa por todo, los médicos se preocupan mucho ¿sabe? y no creo que esté bien para su salud, quizá suene extraño pero mientras usted se preocupa por todos, hay alguien que se preocupa por usted y ese alguien soy yo. 

 Ese trabajo te va a matar,
no sé cómo lo puedes aguantar,
abre los ojos para verlo,
crees que estás lejos pero sigues igual. 
 

No suena muy alentador que un jovencito se procupe por un médico de alto rango, incluso suena ridículo, qué pensaría la flota estelar si un chiquillo dijera que le preocupa un médico veterano, seguro se burlarían, pero creame que me preocupa porque la presión suele romper a a la gente pero usted sigue en pie mientras otros ya han caído, incluso cuando el primer oficial se desmorona usted está ahí y nos hace tener frialdad antes que dejarnos caer en la desesperación, al menos es lo que me hace sentir cada vez que le miro. Desde el primer instante que lo vi solo sentí una cosa dentro de mi mismo que jamás pude sentir: fuerza. quizá pdor eso desde entronces no puedo dejar de mirarlo o dejar de pensar en usted a pesar de que sé que nos separan décadas de distancia y más de un año luz de experiencias. 

  Corriendo a toda velocidad
se te va el tren y no va a regresar,
eso te pasa cuando cambias,
eso te pasa por hablar de más. 
 

Quizá no recuerda la primera vez que se topó conmigo... Usted era más joven y yo más pequeño; ambos estudiábamos en la academia aunque en diferentes divisiones... Incluso cuando ya le había visto de lejos acompañando al ahora Capitán Kirk, era tan distante como las constelaciones de la Tierra... Admito que me sonrojaba al pensar en el Doctor, siempre con el ceño fruncido y siempre mordisqueando una manzana a la hora del almuerzo mientras leía sus libros de anatomía. Nunca tuve amigos dentro de la Flota, no hasta que abordé la Enterprise, es difícil ser el menor de la clase, el chico traído de Rusia que no habla bien y del que todos se burlan, en el almuerzo siempre me sentaba solo e imaginaba las mil conversaciones que podría entablar con usted aunque nunca me atreví ni siquiera a sentarme a su lado; de haber tenido un amigo quizá me habría armado de vaor para presentarme y decirle "hola". Pero nunca lo tuve, no hasta ahora. 

 ¿Recuerda el 17 de Marzo? No, no tiene ninguna relevancia para alguien como usted, pero es mi día favorito... Ese día llevaba un libro de física bajo el brazo cuando me arrojaron al suelo varios de mis compañeros, quería llorar cuando comenzaron a decir lo ridículo que me veía y lo habría hecho, incluso habría renunciado a la academia de no ser por lo que pasó luego: usted llegó, el doctor de gran estatura y ceño siempre fruncido. Se colocó atrás de mi mirando fijamente a los chicos que me había arrojado al piso, son esa sola mirada fue capaz de salvarme y aunque no me dirigió más que un "¿Estás bien?" fue suficiente para que mi corazón se fuera con usted, para darme la fuerza que necesitaba para levantarme y entrar triunfante de nuevo en mi clase. Ese 17 de Marzo usted me dio la fuerza para continuar y para llegar al espacio en el que estoy ahora. Recé para estar con el Doctor, dormí poco en la academia para tener un excelente lugar y para elegir la mejor nave, no porque deseara sobresalir, sino porque el doctor sería el mejor y yo debía de estar a su altura para volver a verlo. 

Quizá usted no lo sepa, pero siempre que estaba solo en la cafetería me imaginaba comiendo a su lado y aunque usted terminó antes que yo y se fue, podía imaginarlo en su asiento sin que nadie se enterara y aunque en esos años no lo volví a ver ese secreto de su presencia secundado por la tristeza que me producía extrañarlo fue suficiente para darme cuaenta de que mi corazón siempre le pertenecería al hombre que corría a sus clases, que maldecía cuando no podía memorizar parte de su próxima prueba o cuando el cadete Kirk lo sacaba de sus casillas, el que estaba demasiado ocupado para comer bien o para notar al chico que lo miraba con anhelo. Pero no importaba, quizá en el espacio el tiempo era más lento, de todas formas era mi secreto, mi anhelo, mi sueño, uno que quizá algún día se cumpliera. 

  Y ya se que no vas a regresar,
pero nadie se tiene que enterar
de lo que pasa cuando faltas
y todo lo que falta por pasar 
 

Y de no haberme salvado ese día de esos matones, yo no estaría aquí, y de no haberle hecho caso a mi ilusión no habría podido volver a verlo. Y esque siempre es un placer mirarlo cada que nos encontramos en la misma sala o cada que el capitán me manda por usted, siempre tiene esa arruga en la frente que me causa una leve sonrisita y tiene esa manía de levantar el ceño cuando sabe que alguien le miente en la bahía médica, es divertido estar a su lado y aunque usted no lo crea yo no me aburro cuando comienza a explicarle su día a los demás, es entretenido además de que usted conoce muchas cosas que yo no. Suena raro pero me gusta oírle hablar incluso cuando hace una broma a mi me parece divertida aunque nadie se ría. 

Si tan solo usted dejara de momento esa manía que tiene de vivir tan rápido y encerrarse a solas en su despacho cuando está de mal humor, descubriría que hay alguien dispuesto a charlar con usted, que hay alguien que le lleva la comida y toca la puerta pero que jamás es recibido y ese alguien sería capaz de contarle tantas bromas como sea posible para que sonría un poco. 

  Corriendo a toda velocidad,
sin miedo pero con ansiedad,
los días se pasan muy lento,
las noches son nuestras especialidad  

 Podríamos perdernos un día de tantos, quizá en la bahía médica o en la cafetería, podríamos charlar hasta que el Doctor sintiera que los párpados le pesan, podríamos volvernos amigos porque creo que es a lo máximo que puedo aspirar con el doctor pero no importa, podríamos ser amigos si usted quiere, hacer los días más ligeros y bajar su nivel de ansiedad, aunque sea en estos pocos años en el espacio podríamos fingir que no hay tanta diferencia entre nosotros. Incluso soy capaz de controlar mis sonrojos, bajaría solamente la mirada ante el doctor y hablaría con él sobre las bellas enfermeras o las jóvenes que a él le agraden, porque sé que el doctor estuvo casado. Quizá no sea muy buen conversador pero podríamos buscar un tema de interés y aunque no exprese de forma abierta mis sentimientos hacia usted quizá un día entre mirada y mirada entienda lo que siento por usted y pueda... aceptarme. Me estoy adelantando pero es de hombres soñar y no he perdido nada al hacerlo. Aunque este viaje dure poco jamás me perdonaría no haberme acercado a usted al menos como un amigo. 

Y qué más da, lo que será,
cuánto tiempo crees que durará
si no tenemos nada, siempre podemos aportar,
yo las canciones y tú la magia. 
 

Quizá mi conversación no es buena pero deseo poder conocerle como no pude hacerlo antes, quiero que en su momento sepa que no fue casualidad queme asignaran a esta nave y que no es casualidad que siempre haya una manzana en su consultorio (sé que son sus frutas favoritas) además de que el suéter que recibió en su cumpleaños fue hecho por mí, quizá un día lo sepa, pero mientras tanto solo me queda agradecer al destino por la oportunidad de estar al lado del doctor. 

te quiero volver a conocer,
si no tenemos nada siempre podemos aparecer,
yo las canciones y tú la magia.   

Quizá en el espacio no haya mucho lugar que recorrer dentro de una pequeña nave como la nuestra pero no puedo evitar sentirme emocionado de esta aventura, una que viviré a su lado y aunque aún no haya nada entre nosotros, este apenas es el inicio, quizá un día de estos usted me llame por mi nombre o me invite a comer a su mesa o quizá solo llegue y me siente a su lado, este apenas es el inicio y me llena de emoción  saber qué pasará en estos cinco años, quizá en nosotros también aplica creer que el espacio es la última frontera. 

Suyo, 

Un alferrez


Cartas de un alférez al doctor McCoyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora