Querido Doctor: 

He visitado más de diez planetas en solo unos meses, he contemplado las maravillas de la galaxia cercana y el color del lugar donde nacen las estrellas. Todo es tan nuevo, como las preciosas palabras que hemos intercambiado. No pasan de un hola o de una llamada al capitán Kirk y sin embargo tienen la misma belleza de las estrellas para hacerme sonreír cada que nos cruzamos en los pasillos. El doctor siempre parece enojado, y a decir verdad me preocupa la mayoría de las veces. No se moleste, las restantes tengo ganas de reír, pero no propiamente de usted sino de su carácter y de la forma en la que su ceño se frunce cada que el capitán se le acerca a pedirle un nuevo favor. 

No se moleste con él. No lo hace de forma grosera ni olvida que su profesión es la de cuidarnos a todos en lo que a salud se refiere, el capitán solo ve más allá de lo que usted mismo es capaz de ver; conoce sus talentos y confía en usted como ni siquiera podría confiar en el Señor Spock. ¿Cómo no podría confiar en Leonard McCoy? El hombre con los dedos tan diestros que es capaz de operar con solo un par de pinzas, el médico que atendió un parto prematuro y complicado sin tener experiencia en una nueva raza, cuya boca puede hacer a un vulcano retroceder y dudar de sí mismo cuando sus palabras lo golpean, el miembro de la tripulación con la capacidad de hacer a un simple alférez aterrarse cada que sus ojos lo miran de arriba a abajo. 

No me molesto por ello, tampoco por el hecho de que me llame jovencito cada que acudo al ala médica para alterar el orden que allí se respira. No sé si me ha empezado a asociar a las malas ideas de nuestro capitán o simplemente soy para usted un mensajero que interrumpe sus lecturas y ratos libres, pero debo decir que ver su rostro de confusión tratando de averiguar qué nuevo reto va a enfrentar es el mejor premio que puedo recibir en el día. Quizá no nota que voy al lado suyo mientras refunfuña y debo decir que luce muy bien mientras lo hace. La mayoría de los nuestros piensa que usted no sabe divertirse, dicen que es como un tipo de vino tan amargo que solo está diseñado para ciertas bocas, incluso Sulu sugirió que era como aquellos chocolates amargos de la tierra que solo venden en paquetes pequeños y seleccionados. Nunca fui un fan del vino pero sí de los dulces; es tonto creer que le importe pero en vista de que posiblemente jamás ha de leer alguna de mis cartas lo diré, me gusta el chocolate amargo. 

Mi madre decía que la gente es tan única que incluso no puedes esperar que todos gusten del mismo tipo de sabor en la lengua. Quizá por ello lo dicen, porque el chocolate amargo funciona solamente cuando está en la boca correcta, en un principio debo decir que no me agradaba el amargo de las comidas, sin embargo un día después de masticar la comida recién elaborada en la academia descubrí que la sensación de amargura es más profunda que aquella simple mueca que los demás hacen. El amargo esconde una sensación duradera que en el caso del chocolate de mezcla con el azúcar trayendo algo nuevo, es delicioso cuando uno le da la oportunidad y cuando la boca adecuada es capaz de ir más allá de aquella primera impresión suele llevarse una buena sorpresa. 

Creo que eso me pasa a mi con el doctor, tan amargo pero dulce al mismo tiempo, de difícil gusto y a veces tan indescifrable como el universo. La sola idea de que mi boca sea la adecuada para su extraño sabor hace que me sonroje por las noches, incluso entre las horas nocturnas y de vigilia solo puedo evocar el chocolate que según Sulu es incomible con una sonrisa. He contemplado más allá de los límites que hasta ahora se habían establecido y he encontrado en cada mundo un sabor, sensación o visión para maravillarme pero al final del día, en la soledad de mi cuarto, solo hay una cosa que me sigue sorprendiendo más. 

Diría que es su sonrisa, tan extraña como hermosa; el ceño fruncido que quisiera besar para luego esconderme entre las almohadas; el toque fino pero firme de sus manos en el instrumental cuando revisa a alguno de nosotros; su boca, siempre en rictus y que he soñado con besar a pesar de saberme fuera de juego. Me termino convenciendo que es todo, TODO TÚ lo que me hace pensar que el espacio es asombroso en sí mismo con sus planetas y galaxias, pero el sabor de chocolate amargo que tu tienes le gana a todas las maravillas que pudieran venir. 

Por siempre suyo

Un alférez 


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⏰ Última actualización: Jan 09, 2020 ⏰

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