Max y yo dábamos vueltas cerca de las calles con más bares, preguntando si habían visto a alguien parecido a Kim cuando mi teléfono comenzó a sonar.
-¿Sí?
-Hola hermanita.
-¿Qué pasa?
-Bueno, es que Kim...
-¿Qué pasó? ¿Dónde está?
-Se emborrachó y...
-Sí, sí, pero donde se ha metido. Estoy preocupada y...
-Perdió el avión, así que...
-El... ¿El avión?
Entonces... ¿No está aquí?
-No, ¿porqué pareces tan sorprendida?
-Hablamos luego, Lisa
-¿Ok?
Colgué el teléfono y lo metí en el bolsillo de mis pantalones.
-Max
-¿Si?
-Da la vuelta.
-¿Qué? Ya entiendo, te diste cuenta de que ese tal Min no valía la pena y prefieres quedarte conmigo...
-No es "Min" es Kim, y la que me llamó era mi hermana. Kim ni siquiera se subió al avión.
-¿Y porqué pensabas que estaba aquí?
-Asih... ¿Y yo que se? Bebí mucho y me dolía la cabeza... ¡Y me sigue doliendo
-¿Entonces me hiciste estar dando vueltas como un idiota por aquí?
-Sip. -Dije alegre.
-Iremos a casa, pero tengo que llenar el depósito. El coche ni siquiera es mío y gasté casi toda la gasolina.
-Vale.
Vi como el chico se salía de la zona de bares para adentrarse en un barrio con aún peor pinta, cosa que hasta el momento no creía posible...
Paró delante de una gasolinera y aparcó el coche.
-Voy a por una botella de agua. -Dije saliendo del vehículo. -Siempre viene bien beber algo sin alcohol para la resaca ¿No?
-Vale. Te espero aquí.
Entré en la pequeña tienda. Solo había cuatro personas aparte de mi. El chico que estaba detrás del mostrador, dos hombres que vestían de negro y una chica que llevaba un vestido fucsia de lo más hortera, unas gafas en una de sus manos y un cigarro en la otra. Uno de los hombres apartó un poco de su cabello rubio de bote y lo puso detrás de su oreja para decirle algo al oído mientras me miraba de reojo. Oí como los tres reían y me puse muy nerviosa, pero yo siempre solía hacer un drama con aquellas cosas (Un día ataqué a un pobre anciano que pensaba que me seguía, pero al final resultó ser solo mi vecino y se dirigía a su casa...)
Fui a la pequeña nevera que estaba cercana al mostrador y me agaché para agarrar una pequeña botella de agua. Oh, agua, santa y bendita agua. Escuché como como el móvil del dependiente sonaba "Juice" mientras miraba algo más que comer... Cada día me parecía más a Max. ¡Siempre tenía hambre!
Cogí una bolsa de regalices y la pose junto a la caja con el agua. Como el dependiente no separaba la vista de su teléfono me canse de esperar.
-¿Podría dejar de jugar al Candy Crush y cobrarme esto? ¿Por favor?
-Niña, deberías aprender modales. -Replicó el chico indignado. Niñi, dibiriis tinir midilis ñiñiñi. Idiota.
-Lo dije por favor...
-¿Qué pasa aquí? -Preguntó uno de los chicos que vestía de negro. Aquel hombre olía a... Hombre.
Una mezcla entre sudor, cuero y yo-que-se-que que sin saber porque lo hacía ver más imponente... ¡Como si sus músculos de boxeador de la WWE no intimidasen ya bastante!
-Esta señorita no tiene modales. -Dijo el idiota que jugaba al candy crush mientras trabajaba...
-¡Es usted el que estaba jugando en su trabajo!
-Uhhh... Que niñita tan ruda... -Ronroneó el amigo del chico que tenía al lado. No estaba segura de quien de todos los que estaban allí me daba más asco.
-No me llames niñita. -Repliqué intentando mostrame enfadada, pero tenía demasiado miedo... No estaba acostumbrada a salir de casa ¿Cómo iba a estar acostumbrada a un caso así?
-La verdad, si que eres una maleducada. -Murmuró el chico que tenía al lado acercándose algo a mi. Me limité a echarme algo para atrás,entre asustada e intimidada.
-Habrá que enseñarle modales... ¿No? -Argumentó el otro hombre acercándose también a mi y arrinconándome en una esquina de la tienda. La rubia de bote (Sí, sí, estilo Jace) se empezó a reír y vi como el dependiente devolvía la vista a su móvil, como si no hubiese pasado nada... Como si no estuviese pasando nada.
-No nos gustan las niñas rudas... ¿Sabes? -Dijo uno de ellos, esta vez tan cerca que podía oler el increíble tufo a tabaco que desprendía e irremediablemente me puse a toser.
-¡Se ha puesto a toser! -Rió el otro mientras con una sonrisa burlona en la cara. -¿Nunca fumaste, niña?
-Yo... -Casi no me salían las palabras.
-¿Te comió la lengua el gato?
-Eso... ¿Porqué no hablas ahora? ¿Eh?
-Tendremos que enseñarte muchos modales... Cuando alguien te pregunta algo, debes responder, ¿Sabes? -Preguntó el que olía raro y depositó un beso en mi cuello. Intenté apartarme, pero el otro me agarró de la cadera y me estampó contra la pared. Lugar equivocado en el momento equivocado. Nadie me podía sacar de allí, estaba acabada.
Pero entonces...
-Dejadla en paz. -Dijo la inconfundible voz de Max. Abrí los ojos, que había cerrado sin darme cuenta y vi al chico. No se si era por la situación en la que estaba o que, pero Max parecía imponente. Tenía un aura que en aquellos momentos daba algo de miedo.
-¿Perdón? -Preguntó el hombre. Parecía molesto. Estuvimos un rato en silencio, retandonos unos a otros con las miradas... Aunque, el silencio se rompió con un "Sweet". Volví a mirar empleado... ¡Dios mío! Seguía jugando como si nada...
-He dicho que la dejéis en paz. -Dijo Max con un tono firme.
-¿Sabes con quien hablas niño?
-Con alguien que pronto tendrá mi puño en su cara.
No pude evitar soltar una risa sarcástica... ¡Venga ya! Aquel comentario parecía sacado de una película cutre de los 90... Aunque pareció ser que aquella chorrada funcionó, porque el hombre que me tenía sujeta me soltó.
Estaba a punto de correr a darle un abrazo a Max cuando la rubia me paró y negó con la cabeza señalando con una de sus uñas postizas la escena...
Ay no...
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Fin del capt.Ay! Casi se me olvida... Capt. Dedicado a LunaticGiirl te quiero fresitaa
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Bad Boy's teacher
RomanceCuando Gema se vuelve profesora a sus 23 años, también tendrá que cuidar del hijo de su mejor amiga. Max. Un chico de 18 al que le encanta la fiesta... Y, como no, sacar a Gema de sus casillas... ¿Qué pasará cuando ambos empiezan a sentir cosas por...