«Él era el mejor de los pronósticos, y la más horrible de las calamidades. Él era sabiduría, y también la más prudente locura; la influencia de sus creencias, y de sus intenciones incrédulas; el joven que camina sobre la luz, y vuela entre las tinie...
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Unas horas después de aquel secuestro. El carromato ambulante que transportaba a aquellos dos sujetos continuaba sin detenerse, sin sospechas, sin paso apresurado que alertara a algún diablo entrometido. Ellos querían que su operación fuese un éxito y utilizarla a ella con todos sus medios para lograrlo. A cualquier costo...
Pronto la oscuridad y la extrañeza se cernían sobre la mirada de Luffy, hacía ya un rato que no podía parar de pensar en aquella joven adormilada que se encontraba a unos metros suyo. Los dos muchachos atrapados en la jaula de metal, sin voz ni voto. ¿Cuál es la identidad de esa chica? ¿Dónde está su amigo «Tsuno»?
Todas esas preguntas se difuminaron ya que la atención del capitán se centraba en otro premio.
Entre esa estancia, sólo podía vislumbrar los cuernos pequeños clavados en la cabeza de ella. La curiosidad lo arreciaba intensamente, de tal manera que no tuvo más remedio que intentar acercarse; mientras ella dormía. Al entrometido capitán le era irresistible adentrarse en lo desconocido.
«Qué guay, ¿Quién es ella?¿Por qué tiene unos cuernos tan geniales? Si sólo pudiera tocarlos...»
Un paso y otro, cualquier movimiento hacía que chirriara la madera carcomida. Un último paso y sería capaz de alcanzarla. Toca una de las proliferaciones puntiagudas con el índice, se abren los ojos rubíes de ella, por fin.
Todo pasó muy rápido después de ese instante en el que los dos se quedaron totalmente inmóviles, observándose mutuamente. Luffy tenía una mirada preocupada, lo había pillado de lleno. Un golpe instintivo recibido en la barbilla del capitán impertinente, este se aleja por la sorpresa.
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- ¿P-Pero, qué haces? ¡Ay, duele!- la joven le da una patada que lo aleja un poco más y lo noquea. Dándole tiempo para esconder su identidad de nuevo en el interior de ese disfraz de pieles. Coloca de nuevo su máscara...
Luffy no consiguió ver nada de lo ocurrido, estaba mareado por los golpes. Aunque no tuvieran mucha fuerza, eran certeros y daban en puntos vitales. El joven intenta acercarse de nuevo ahora más enfadado, sin embargo el filo de la naginata apuntaba y rozaba su pecho cicatrizado. Al mirarla de nuevo con el disfraz no puede evitar sorprenderse.
