—¡Esta es la tercera vez en un año!—exclama con desesperación una voz grave, masculina.
—Hijo, no puedes seguir así.—habla una voz más suave, calmada y femenina—Debes aprender a controlarte.
—Es algo involuntario, hasta el doctor lo dijo.—murmuró un chico de 19 años, con una voz algo dulce y aburrida.
—¡Eso no importa! Es como una alergia, una alergia se puede controlar con pastillas. En este caso, tan solo controlalo con fuerza de voluntad, o algo así.—el hombre agarra un cigarrillo y lo empieza a encender.
—Cariño...no en casa, no frente a Yah...—en ese momento la mujer es interrumpida.
—Lo necesito.—responde cortantemente—.
—Padre...eso te hace mal, y tú eres consiente de eso.—trata saliva, mueve el brazo.
—¡Tonterías! Ah, Yahir, esta es la última vez que tenemos una conversación de este estilo. Una vez más y te quedas en la casa a limpiar o sales a vender caramelos, es tu problema.—concluye el mayor encendiendo el cigarro, y empezando a fumarlo.
—Esto no es justo. No soy capaz de controlarlo, ¡deberían ser más tolerantes!—cierra un ojo violentamente, abre el mismo para luego golpear el piso con el pie.
—Hijo, nosotros somos tolerantes. Pero, las escuelas no. Es algo que no podemos controlar.—dice la mujer muy suavemente y se dirije a un libro de por allí.
—Así como yo no puedo controlar esos impulsos—abre la boca y la vuelve a cerrar violentamente.
—¡Suficiente!—tira el cigarrillo, se para del sillón de golpe— No es nuestro problema. No es tu culpa, ni de la escuela, ni de nadie. Simplemente, te ordeno que busques una manera, o ¡te boto te aquí!
—¡No puedes hacerme esto!—cierra los ojos, traga saliva, se para de golpe y se para. Camina hasta él y se pone a su frente.
—¡Aléjate de mí! ¡INÚTIL!
De pronto, una sensación amarga y fuerte se postra en una de las mejillas del chico. Se escuchan gritos desesperados de una mujer, el sonido de una mano impactando algo suave y delicado, y caos al rededor. Todo fue tan rápido, que ni siquiera pudo decir algo, esquivarlo o simplemente retirarse. Se queda ahí parado, sin saber que hacer. Su visión se nubla, y baja la mirada. Una de sus manos toca la mejilla afecta. Le arde. Esta caliente. Áspera. Amarga. Una sensación de tristeza y enojo recorre su cuerpo, su ser. De pronto una pequeña gota de agua recorre su mejilla, y va bajando lentamente hasta llegar a su cuello. Entonces se da cuenta que esta llorando. Allí, frente a sus padres. Solo. Sin comprensión. Al rededor de furia.
Entonces corre. Empieza a correr, lo más rápido que puede, cada paso que da es casi imposible de sentir. Corre como nunca en su vida. Atrás escucha gritos, que dicen que no se vaya o que si lo hace le esperan problemas, pero ¿Qué importa? En este momento solo quiere hacer una cosa. Huir.
Huir de sus padres. De su enfermedad. De sus problemas. De su vida. De todo. Escapar y no mirar atras, buscar una mejor vida. Una decisión algo estúpida e infantil, pero en momentos como esos tan solo tiene dos opciones, escapar o morir. De repente traga saliva, mueve un brazo, patea el piso, y cae de cara contra el suelo. ¿Por qué en un momento así? Es tan irritante. Se levanta con dificultad, algo cansado y herido. Se sienta en una banca del lugar y cae dormido. "este es mi fin" piensa, para luego cerrar sus ojos y ver tan solo oscuridad.—Hey.
"¿Quién habla?", piensa Yahir mientras empieza a abrir lentamente los ojos.
—Oye.
Los vuelve a cerrar. No quiere abrilos ¿De qué servirá? Ya no tiene nada...ni a nadie.
—¿Vas a levantarte o quedarte y morir en la lluvia como un tarado?
"¿Lluvia?", abre los ojos finalmente. Mira a su alrededor, árboles, flores, césped, bancas...todo mojado ¿Estuvo como un tarado, de verdad, todo este tiempo en la lluvia? Podría haber muerto de pulmonía o algo así, la verdad nunca fue bueno en Ciencias. Mira hacia arriba, ve a un chico de tez morena, cabello marrón, ojos anaranjados y una mirada tranquila. Su contextura es delgada y es algo alto. Entonces decide hablar, por lo que nota la expresión del muchacho cambia a un poco de impaciencia.
—Cuanto...—se aclara la garganta—¿Cuánto tiempo llevo aquí?—su voz suena suave y más tierna de lo que debería de ser. Demonios, es un chico de 19 años. Debe empezar a cambiar algunos aspectos de él... Según él y la sociedad.
—No mucho—sonríe el chico de ojos café—,cuando llegue no empezaba aún la lluvia. Entonces te vi y me preocupé—se encoje de hombros—así que vine a tratar de despertarte, pero no reaccionabas. Intenté llamar a alguien, pero no había nadie a tu alrededor. Entonces empezó la lluvia. Abrí el paraguas que tenía, pues sabía que iba a llover hoy, y me senté a tu lado dandote sombra. Pero ha pasado un buen rato, y era algo preocupante que no te levantarás. Fue así que empecé a hacerte reaccionar, despertaste, hablaste y aquí estamos.
—Gracias—se rasca la cabeza y cierra un ojo. Tan solo se limita a decir eso, esta muy impresionado que alguien haya tenido una preocupación así.
—De nada—responde el chico. —Disculpa, ¿Cuál es tu nombre?
—Yahir. Mi nombre es Yahir—murmura muy suavemente.
—Soy Sebastián, y sí con tilde—rie leve pero Yahir no entiende el chiste— vengo de Venezuela, pero he estado aquí desde que tengo 8 años aproximadamente.
Sebastián suspira melancólicamente mirando al frente, Yahir hace lo mismo divisando a dos niñas caminando con paraguas en mano. Platican muy animosas, a pesar del mal tiempo. Al parecer tienen una tarde muy buena. No como Yahir, que ha tenido una tarde fatal y llena de pleitos. Bueno, hasta ahora. Aunque muy raro que suene la compañía de Sebastián le hace sentir... Cómodo.
—¿Cómo es todo allá?—habla finalmente el de cabellos rojizos— no creo que recuerdes mucho, pero deben de haber fotos... ¿No?
—No. —niega leve— todo lo dejamos en casa. No teníamos espacio para todo, y entre las cosas innecesarias estaban los álbumes— lo mira— pero no importa, todo se conserva mediante anécdotas por parte de mis padres y hermana—sonríe calidamente.
Aquella sonrisa hizo que un cosquilleo recorriera la espalda de Yahir. Fue una sensación de satisfacción, comodidad, muestra de cariño... Pero sabía que no era más que cortesía. Demonios, estaba hablando de su pasado ¿Quién no extrañaría su país natal?
—Lo siento.—cierra los ojos y abre la boca, la cierra de inmediato.
—No tienes la culpa de nada—mira al frente. —Creo que es momento de que vuelvas a casa, Yahir.
El que diga su nombre hizo que diera un brinco de emoción. Le gustaba estar con Sebastián.
Pero luego analizó más lo que había dicho. Él no quería regresar a casa. Si lo hacía le esperaba un castigo de los gordos, y esta vez nadie lo defendería.—N-no puedo. —titubea por los nervios. "tampoco le contaré todos los detalles... Lo acabo de conocer, pero me da cierta confianza..." piensa.
—¿Por qué no? Yo que tú vuelvo... Las cosas se ponen feas cuando llueve durante mucho tiempo.
—Tuve una pelea con mis padres. —mira al suelo, las piernas le tiemblan por el frío, al igual que sus manos pálidas. —No quiero volver después de eso, siempre es lo mismo.—mira a Sebastián.
—Todos peleamos a veces. Lo que hay que aprender es a tolerar. Yahir, vuelve a casa, te lo pido—lo mira a los ojos. Sus pestañas son grandes, muy bonitas.
—Es... Esta bien, me rindo—suspira, levemente sonrojado.—
—Ten—le extiende el paraguas— lo vas a necesitar.
—Pero tú...—mira el paraguas que está en sus manos.
—Shhh~ —se pone el dedo índice en los labios—me lo devuelves en la escuela —le guiña un ojo y le saca la lengua divertido.
—En...¿La escuela? —mira al frente pero ya se ha ido. —gracias —murmura mientras lo pone en su encima y empieza a andar.
Tal vez, después de todo, esta escuela tiene sus ventajas...
Quizás.
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¿Por Qué No Amarme? (Fanfic yaoi de WonderMonster)
Fanfic-¿Por qué no me puedes amar?-pregunta un chico de cabellos rojizos mientras lo mira con lágrimas en los ojos- No sabes cuanto daría por tu amor... -No es correcto.-declara un chico de piel morena fríamente- Es mi última decisión. La sala queda en si...