Cap 2 Confusiones y retrasos. La manada de los prodigios.

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Los Uchiha y Uzumaki estaban acostumbrados a que Sasuke se fuera por extensos periodos de tiempo, fue parte de su trabajo en las sombras para la aldea y siempre parecía feliz de regresar a casa. Pero al pasar los años, uno a uno los niños fueron entendiendo lentamente que el hombre no volvería en algún momento próximo.

Los más afectados fueron los pequeños Uchiha, obviamente repercutiendo en su formación.

Charasuke de ser un bocón que siempre gritaba sus emociones había pasado a un niño ligeramente coqueto pero de muy escasas palabras.

Sarada se la pasaba cuestionando las razones de sus padres junto a su matrimonio, tratando de entender la situación  sabiendo que le faltaban partes del rompecabezas.

Y Menma por su lado se aferró a la perspectiva de que su padre bien estaba vivo y que regresaría cuando el momento fuera idóneo, conociendo parte de la historia de la juventud de su padre, estaba seguro de que Naruto habría ido a buscarlo ya si su padre no planeara volver.

La actitud propia de cada uno los hizo llegar a comprender o al menos a apreciar que Sakura seguía con ellos y veían a Naruto de cuando en cuando. Con la promesa del regreso aun presente ninguno perdió las esperanzas.

Por otro lado la situación en el hogar de los Uzumaki no mejoro en el corto plazo. Naruto pasaba días seguidos enteros sin pisar el umbral de la casa.

De cuando en cuando los clones iban a asegurarse del estado de los niños y Hinata en su afan de ser de ayuda hacia todo lo posible por suplir sus necesidades.

Sin embargo el estado sano y brillante que Boruto había logrado alcanzar se había vuelto un recuerdo lejano. Boruto no era un niño débil, aunque si uno bastante delgado y pálido. Hinata aveces tenia ganas de sacarlo al sol solo para ver si surgía algún cambio.

La actitud de Boruto pese aún ser amable, se había vuelto algo más hiperactiva y mocosa. Comenzó a meterse en problemas y gastar bromas. Eso hubiera estado bien para Naruto si las bromas fueran un poco más inofensivas que causar algunos muchos destrozos en los alrededores de Konoha.

Boruto había perdido la cuenta a través de los años de cuantas veces lo llamaron a la oficina del Hokage por alguna de sus payasadas, solo para que su padre lo regañara y le dijera que hablarían después en casa. 

En alguna que otra ocasión dolorosamente memorable su padre lo llego a poner boca abajo sobre su regazo y aplicado mano dura sobre su trasero con una temida caña de bambú que guardaba en un cajón de su escritorio.

Boruto odiaba sus propias reacciones en esos momentos, se sentía débil y el impacto del castigo siempre era demasiado fuerte para él. Terminaba siendo demasiado dócil al final de cada sesión, con un enorme hueco asfixiante en su pecho y una lamentable expresión en blanco adornando su rostro. 

Las lagrimas siempre escurrían silenciosamente por sus mejillas, sin gimoteo, ni temblores. Era vergonzoso tener que aguantar ser castigado frente a cualquiera que este al alcance solo por un momento de atención de su padre.  Siempre al final con la promesa de un correctivo aun más severo cuando Naruto llegara a casa. 

Aveces Boruto llego a preguntarse si las cosas que hacía eran realmente algo imperdonable como para que Naruto fuera tan frío con él. Pues aveces las travesuras no eran sólo obra suya y por falta de amigos sus secuaces inevitablemente eran Menma y Charasuke, quienes también recibían parte del castigo.

Pero no era igual a como era castigado Boruto. Su padre no lo trataba como a ellos.

No hubo abrazos como los que le daba a Menma cuando terminaba de ser reprendido, ni los ligeros mimos que recibía Charasuke para calmarse después de una paliza particularmente difícil. La presencia de Boruto simplemente era despedida del despacho sin otro miramiento.

Por Nuestros ErroresDonde viven las historias. Descúbrelo ahora