Narra Sara.
Las voces de toda la gente resonaban en mis oídos. El sitio que habíamos reservado para celebrar el cumpleaños estaba genial, era muy completo.
Me senté alejada de la multitud y observé a Melissa.
Se veía tan bien, que hasta sorprendía. Abría varios regalos de nuestras amigas, cortaba pedazos de la gran tarta con merengue rosa y no paraba de sonreír. Daba mucho gusto verla tan feliz, hacía muchísimo tiempo que no la veía así. Casi desde...
1 de abril.
Terminaba de hacer un par de recados, comprar un par de revistas y alquilar un par de películas. Llovía mucho, y hacía bastante frió, terminé completamente empapada. Recuerdo que llegué a casa y tiré mi abrigo lleno de agua al suelo, para no mojarme más, y fui entusiasmada a la habitación de Melissa, para enseñarle las películas que podíamos ver esta noche. Lo que fuese con tal de que estuviera mejor.
Me adentré en su habitación sin tocar a la puerta, para encontrármela hundida en su cama, agarrada a una almohada. En cuanto se dio cuenta de mi presencia limpió su cara e hizo como si no estuviese pasando nada.
-Ey, ya estas aquí. -hizo un intento de sonrisa.
Junté mis labios, sintiéndome mal por ella. Me senté a su lado en la cama y la miré a los ojos.
-¿Que?- preguntó haciéndose la tonta, con sus ojos cristalizados. Sabía que le faltaba muy poco para echarse a llorar.
-Ven. -musité, mientras alargaba mis brazos. Ella apoyó su cabeza en mi regazo. Y -aún intentando reprimirse- empezó a derramar lagrimas.
Acaricié su pelo.
-¿Quieres llorar? Pues llora, no te cortes, desahógate. Esta bien, no pasa nada. No es malo. Deja salir todo. Pero solo hoy, una ultima vez Mel, no más... Tienes que olvidarlo ya. Ha pasado casi un mes. No puedes seguir mortificándote. No más...
10 de abril.
Recuerdo que entré a su habitación. Ella estaba empacando ropa en cajas, esas cajas que luego van a la basura.
-¿De verdad vas a tirar toda esa ropa? -pregunté-. Eso es como la mitad de tu armario.
-Estoy harta de las mismas cosas antiguas. -dijo ella, sin entusiasmo. Sacó otro vestido del armario.
-Te compraste ese vestido el mes pasado. Te queda genial.
-Bien, si tanto te gusta, puedes quedártelo. -me lanzó el vestido a la cara, prácticamente, y continuó revisando su armario.
Me quedé observándola, sabiendo que ella no estaba nada bien sentimentalmente. Ella lo estaba pasando mal. Me fijé en lo que acababa de coger.
-Vale, esas es tu falda favorita.
Melissa hizo una mueca, intentando no parecer triste.
-No, era la favorita de Justin...
Seguidamente guardó la falda con desdén en la caja.
Se creo un leve silencio entre nosotras. Ella seguía guardando ropa en las cajas.
-Creo que necesitas tiempo para procesar... -ella me cortó.
-Sara, ¿Que narices hay que procesar? Nada, absolutamente nada. -dijo, enfadada.
Me quedé callada y la dejé sola.
