El bullicio de la universidad se hizo presente al sonar la tan conocida campana, que indicaba la salida de clases, o como muchos preferimos designarlo “El sonido de la libertad”, además de el hecho de que la hora del almuerzo había comenzado. Con rapidez, en los pasillos miles de rostros diferentes creaban aquel ambiente ruidoso que caracterizaba a ese tipo de entorno, claro que, ¿Quien notaría a una sola persona entre tanto desorden?, pues, para la sorpresa de aquel que asegura que sería imposible que alguien destacase tanto, la joven de mirada severa, orbes de aspecto vacío y peinado trenzado, era capaz de atraer las miradas fuese donde fuese, sólo Dios sabe quién no se fijaría en su cintura delgada, la larga extensión que abarcaban las hebras de su cabello oscuro, aún estando trenzado, sus gruesos labios ahora delineados de un fuerte carmesí, sus ojos celestinos, los cuales poseen ese tono de gris que los vuelve misteriosos e indescifrables, su caminar suave, tan ligero que era difícil creer el que sus pies se amoldaran tan perfectamente a aquellos zapatos con tacón de aguja rojos, pero que a pesar de todo mantenía ese aire a sensualidad que atraería a cualquiera que se pudiese catalogar como humano, una indiscutible diosa. Tan hermosa, tan celestial, tan "Perfecta".
“Hmp, si claro.”
Era tan hermosa que la despreciaban, llenando su vida de desgracias, destruyendo sus anhelos como la más fina lámina de cristal, sólo restaurando los pedazos quebradizos de aquellos sueños para ser destrozados una y otra vez, era tan celestial que la golpeaban, convirtiéndola en su saco de boxeo preferido, en su muñeca de trapo, que al mismo tiempo se transformaba en su bufón, que a base de sollozos llenaba de placer sus asquerosas vidas, y era tan perfecta como aquellas bolsas bajo sus ojos, escondidas tras horas de aplicar productos y cremas en su rostro, tan pero tan perfecta, que necesitaba pequeñas pero letales pastillas para dormir, tan perfecta, que no lo era. Pero todas aquellas miradas que la atosigaban no eran como se imagina, la mayoría le escupían obscenidades con los ojos, susurrando entre sí cualquier frase que contuviera una buena cantidad de blasfemias, lo normal.
Sus orbes se paseaban por los hostiles rostros que se dirigían a ella, todos desviando la mirada con indignación al encontrarse con el indiferente semblante de aquella chica. Ya no importaban las miradas, eso era lo de menos, tampoco interesaban los mismos y asquerosos rostros de siempre, era agobiante observar como absolutamente nada cambiaba, podría decir que incluso las partículas del aire eran las mismas, asquerosas partículas prepotentes y desagradables.
El campus de aquella exclusiva universidad era sumamente extenso, llevándote por pequeños y cercados caminos, con mosaicos decorando aquellos senderos, hacía las distintas facultades que ofrecía WestWood.
"La universidad de los malditos cavernícolas hijos de millonarios", la castaña sonrió ante sus propios pensamientos, recorriendo los espesos árboles decorados con colores naranjos y carmesíes, con tintes de amarillo aquí y allá, un bello panorama para una facultad pútrida y patética como lo era. Pronto los grupos de amigos se reunían bajo la espesura de la naturaleza, o se dedicaban a almorzar en las blanquecinas bancas a las cuales ya el color les era algo ajeno, los típicos y estereotipados conjuntos de chicos se hacían notar en el sendero en que la fémina caminaba, todos dignos un buen altar, ya que daban la impresión de ser unos dioses. Seis increíblemente deslumbrantes entes pasaron a su lado, dedicándole una mirada de superioridad, intentando intimidar a la chica de apariencia delicada, cosa que por razones obvias ya no era. De los finos y para nada varoniles labios de uno de los chicos, uno que se encontraba en el medio de todos, y por tanto, se deducía era su líder, se escapó la palabra “Zorra”, a los oídos de la castaña llegó está ya cansina blasfemia, harta de su nula imaginación para crear un insulto menos utilizado, por favor, si van a insultarla, háganlo con creatividad, se agradece. Como las imbéciles que habían “Decorado” su baño, esas al menos lo intentaban las pobres. Con un semblante burlón, esperó a que el grupo de idiotas pasase, y justo cuando sus sombras iban a perderse en el camino, gritó.
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| Not Enough | k.t
Romance"Nunca seré suficiente, por que tú buscas la perfección, y yo, no soy perfecta." → +18. → Esta obra contiene temas que algunas personas podrían considerar grotescos o desagradables, se recomienda discreción. → Esta obra no pretende ofender a ningun...